sábado, 21 de mayo de 2011

Caroline Bateman



Un… cuento.
Mi mirada se concentraba lentamente en el hueco de la puerta. Un cuento, como mierda describo un cuento?, ni cuando yo era chica me contaban cuentos. Maldita infancia nula.
Respire hondo y contemplando la oscuridad abrasadora del lugar exclame.

-          hace… mucho, mucho tiempo, había un niño, pequeño, se llamaba Tom. Tom vivía feliz en la mansión de sus padres, la cual tenía enormes y vastos prados, varios caballos y un perro. El no asistía al colegio, su madre le enseñaba en casa, por eso Tom no conocía a otros niños. Tom estaba solo… - lleve una mano a mi nuca e inconcientemente comencé a caminar por el estrecho pasillo. – un día su perro… como mierda se llamaba el perro – balbuceé en un tono casi inaudible. – Manchitas, salio estrepitosamente de la casa, dirigiéndose al enorme patio trasero de esta. Tom lo corrió hasta llegar a un árbol frondoso de tiernos colores verde musgo y marrón como el de los suéteres que solía vestir su padre. El niño cayo sentado al pasto al admirar tal majestuosa obra y, aunque manchitas parecía detestar al árbol, Tom decidió quedarse junto a el, toda la mañana, toda la tarde y cuando llego la hora de dormir, el acomodo su cama hasta fijarse junto a la ventana, donde tenia una vista perfecta del joven abedul. – tome un respiro y me acerque a la puerta, la sombra de la señora seguía allí, mi relato parecía interesarle. – al otro día, el niño se levanto lo mas temprano posible, salio al patio todavía en sus piyamas y se sentó debajo del árbol, para admirar juntos el amanecer. Desde ese momento el árbol y Tom se hicieron mejores amigos… así pasaron las semanas, los meses, los años… el muchachito crecía tan fuerte y hermoso como el árbol, y al mismo tiempo, solitario. Su madre solía invitar a algunos hijos de los vecinos para que jugaran con el, pero Tom siempre se rehusaba. El no quería que nadie le consumiera su valioso tiempo con el árbol. Tom siempre estaba con el, estudiaba con el, leía con el, hablaba con el, le contaba todos sus secretos. Pero un día el hombre que todavía conservaba su alma juvenil, fue visitado por una chica, una jovencita que llevaba un aprecio similar por la naturaleza y que al verlo a Tom recostado debajo del árbol admirando el atardecer, se le dio por hablarle. Sandra y Tom comenzaron a hacerse muy amigos, empezaron a salir, se hicieron novios y luego de unos años, su boda fue celebrada bajo el frondoso árbol. Los padres de Tom se mudaron de ciudad y les dejaron la gigantesca mansión a ellos dos. Cuando vino el primer bebe, Tom dejo de prestarle atención al abedul para concentrarse en su trabajo y en su creciente familia… el árbol de a poco comenzó a marchitarse y morir, pero el no se daba cuenta de ello. Hasta que un día, mientras tomaba un baño caliente, observo por la ventanita del baño y pudo ver, a su viejo amigo, secarse y fallecer frente a el. Tom se salio de la bañera y se asomo a la ventana para ver a su amigo, pero antes de soltar una lagrima por el, su viejo abedul se soltó de la raíz y cayo sobre la casa… cercenando la cabeza de Tom y llevándoselo con el. –

Cuando termine el relato, la señora parecía seguir allí, pensante. Mi mirada se fijó de lleno en su figura, esperando a que soltase alguna palabra.

3 comentarios:

Georgina dijo...

Muy bueno Caroline, que suerte que no me toco esto a mi XD..

Unknown dijo...

jajajaj que miedo jajajaj muy buena historia la del arbol jaja

Anónimo dijo...

gracias Georgina ii Brian n.n .. le puse demasiadas comas igual :| jajja

saludiines!