miércoles, 2 de abril de 2014

Cuando el hambre entra...


La ciudad ya no era una ciudad, no quedaba nada… salvo los hambrientos. Liquidé a varios hasta la entrada del edificio donde según me habían informado podía buscar algunas provisiones. Allí en la entrada despaché a dos, hombre y mujer respectivamente. Corrí hasta los ascensores solo para darme cuenta que no funcionaban. “Mal, muy mal, Leon” pensé. Fue muy idiota pensar siquiera en la idea que funcionaran aun cuando el apagón de electricidad ya llevaba varios días. Corrí por las escaleras hasta los pisos superiores solo para toparme con otro hambriento, sin pensarlo mucho lo liquidé con un certero disparo en la nuca…. Jamás supo que fue lo que le pasó.

Llegué hasta el piso más alto, caminé por el largo pasillo sigilosamente en dirección a la puerta que contenía el preciado tesoro, cuando de pronto y desde una puerta oculta en la oscuridad que había a mi derecha sale uno de ellos… a atacarme con un hacha. Solo mis reflejos y mi entrenamiento me salvaron de una muerte segura. Logré esquivar el ataque de forma exitosa y gracias a mi arma pude neutralizar al agresor. Comprobé mi munición y me tranquilicé al percatarme que podía seguir garantizando mi seguridad…

Llegué finalmente a la puerta, la abrí de una sola patada, apunté, y allí habían dos hambrientos… habían encontrado las provisiones.  Hombre y mujer… nuevamente…. Niño y niña. La pequeña andrajosa me miró asustada, sonrió y me dijo:

-Hola.

El mundo ya no es el mismo. Los apagones han desquiciado a las personas. Todo se ha ido al demonio y el caos reina en las ciudades. Hubiese preferido un holocausto zombie a esto. Tantos años evitando el holocausto zombie… y heme aquí… lidiando con el remordimiento. El remordimiento de haber asesinado a tantas personas por comida.

Jalé el gatillo y le volé la cabeza a los dos niños, luego me llevé las provisiones.




Cuando el hambre entra por la puerta… todo lo demás sale por la ventana.




LEON S. KENNEDY     00:00  A.M.



Gracias por haber leído esta entrada. La última entrada del blog. Han sido 5 años geniales y es hora de que el buen Leon S. Kennedy descanse y comience a soñar todo de nuevo. Te invito a que eches un vistazo al calendario del blog y descubras historias más antiguas. Si te ha gustado el blog, compártelo. No olvides visitar la página de Facebook:
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domingo, 9 de febrero de 2014

M-134




El lugar era caótico, y yo necesitaba tomar un poco de té helado. Cientos de infectados babeando por las calles mientras que las balas iban derecho a sus cabezas tapizando el suelo con trozos de cráneo y sesos. Los zombies eran decenas y noté que debido a una muy mala jugada anticipada nos estaban comenzando a acorralar en un callejón.

-¡Leon, más vale que nos movamos!- me gritó Sussman descargando un certero balazo sobre un anciano maloliente.-¡pide el helicóptero ya!, ¡la chica a la que viniste a rescatar debe estar en otra zona!

-¡Negativo!- contesté recargando mi magnum.-ordenes son ordenes…  ella está acá, en algún lugar,… lo sé.

Descargamos otra ráfaga de tiro y liquidamos a algunos cuantos infectados, pero su número crecía y nos estaban cercando… la verdad era que la situación se estaba volviendo preocupante. De pronto miré un tacho de basura y este servía perfectamente como escala para alcanzar el techo de un minimarket. Le hice el gesto a Sussman para que me siguiera, cogi el pesado bolso de equipamiento y finalmente gracias a una ágil maniobra logramos ponernos a salvo sobre el techo del minimarket… ahora todos los zombies comenzaban a agolparse bajo nosotros.

-Muy bien… por ahora.- me dijo Sussman exhausto.- basta de idioteces, pide el helicóptero ahora mismo.

-Nada de eso.- contesté observando con los binoculares para poder encontrar a quien debíamos rescatar.- Estoy seguro que ella está por aquí…

-¿Te volviste loco?, ¿Cómo puedes estar tan seguro de que está en esta zona? Y de ser así… ¿cómo estás tan seguro que ella aún…

-¡Bingo!- exclamé feliz de la vida.- te lo dije, allí está… mira.

Sussman observó a través de los binoculares, pero no pudo encontrar a nadie.

-Allí, junto a un lamborghini azul.- le señalé con mi mano.- ¿La ves?, es rubia y tiene delantal médico.

Sussman volvió a examinar el lugar y tras comprobar la información que le había dado lentamente se volvió hacia mí.

-Ahmm… eso es un zombie, Leon. ¿Te diste cuenta, verdad?

-Si, claro que sí.

-¿Vinimos a rescatar a… un infectado?- me preguntó mi amigo aún incrédulo.

-Son tiempos extraños, Sussman. Un rescate es un rescate.

-¿Te dieron esta misión hace un par de días atrás y me llamaste a mi residencia para invitarme a cenar, luego cenamos, pagaste la cuenta, me hablaste de este rescate, me dijiste que había buen dinero… y me convenciste de venir solo para rescatar a un puto zombie!?, ¿te volviste loco?

-No sé de qué te quejas.

-¿Y si algo sale mal?, ¿has pensado en ello acaso?- me preguntó Sussman encolerizado.

-Sabes, noto vibras muy negativas viniendo de ti en este momento. Lo que menos queremos es negativismo así que mejor empieza a a pensar en buena onda.

Sussman revolvió los ojos y finalmente se calló la boca. Había ubicado el objetivo, pero aún no era suficiente… debíamos hacer que viniera hacia donde estábamos nosotros. Me puse a pensar, el zombie miraba para todos lados deambulando lentamente sin embargo aún no se percataba de nuestra presencia sobre la azotea.

-¡Hey!, ¡tú, la idiota vestida de blanco!- gritó Sussman de pronto.-¡Hey, por acá!

Pero su estrategia  fue inútil, apenas y nos oía desde donde estaba. En ese momento comprobé el barril de carga de mi magnum, quedaban 4 balas. Apunté hacia la mujer infectada, más específicamente a su brazo izquierdo y jalé el gatillo… el impacto le voló la mitad del brazo.

-¡Demonios!- exclamé.- no creí que fuera a volarle el brazo…

Pero de todas formas la jugada surtió efecto y la mujer comenzó a acercarse hacia nosotros.

-Vaya… por fín.- dijo Sussman aliviado, pues la enorme horda de zombies que se agolpaba al minimarket para tratar de alcanzarnos ya le estaba preocupando.

-Ok, ahora debemos abrirle paso a nuestra chica.- le dije y comenzamos a montar la ametralladora indolora M134 sobre el trípode. Al cabo de unos segundos la monstruosa arma de aniquilamiento ya estaba lista para ser accionada.

-Oh,… Kennedy, es perfecta. La amo, la adoro, y si me cediera los honores me casaría con ella…- me dijo Sussman acariciando los 6 cañones giratorios de la ametralladora.

-Ya lo creo. ¿Haces los honores?

A Sussman le brillaron los ojos cual chiquillo que recibe un regalo genial para navidad. Se ubicó tras el arma y se ajustó los guantes.

-¡¡¡HEDIONDOOOOOOOOOS!!!!- gritó iracundo y luego la maquiavélica arma de guerra comenzó a girar su cañones produciendo un sonido casi apocalíptico.

Es difícil describir el espectáculo sangriento que vino a continuación. Las balas de la M134 eran verdaderos proyectiles de casi 10 centímetros de largo que atravesaban, ropa, piel podrida, huesos descubiertos y sangre coagulada. Masacraban todo a su paso. Mientras Sussman se divertía de lo lindo yo me tomaba al fin la taza de té helado junto a él. Las balas eran tan poderosas que decapitaron a una anciana de forma despiadada y abrieron el pecho de un niño de 10 años a casi la mitad triturando sus costillas.

-No es necesario que los mates apuntándoles a la cabeza…- le dije.- basta con que los alejes y le despejes el camino a nuestra nena.

Pero Sussman creo que ni siquiera me oyó pues gritaba como un verdadero energúmeno descargando toda su ira a través de la poderosa arma, la escena logró arrancarme una carcajada.

Los zombies eran alejados con violencia, algunos hasta salían expulsados a tres metros de distancia a causa del impacto de los proyectiles, mientras que el objetivo a rescatar avanzaba de forma torpe e indiferente hacia nuestra posición en el minimarket. Al cabo de pocos minutos finalmente la mujer llegó justo bajo nosotros. Le hice una señal a Sussman para que se detuviera, pero no fue tan fácil… me costó un poco traerlo de regreso a la realidad.

-Disculpa… es que… wow, me sentí genial.- me dijo volviendo en sí.

-Si ya lo noté, ahora debemos hacer subir a la chica.

Saqué una cuerda reforzada del bolso de equipamiento y le hice un lazo como el de los vaqueros, era la única forma de poder subir a la infectada.

-Bien, vamos a ver.- dije y me asomé al borde de la azotea. Abajo se encontraba la infectada gruñiendo y mirandonos con odio. Casi pude adivinar sus pensamientos. Arrojé la cuerda un par de veces intentando lacearla, pero fueron intentos infructuosos.

-Pfff… como vaquero te mueres de hambre.- me dijo Sussman.- Deja intentarlo yo.

-Espera, solo una vez más.- contesté y finalmente al tercer intento el lazo le rodeó el cuello.- ¿Ves?, ahora ayudame a jalar.

Lamentablemente algo no había previsto y fue que cuando jalamos la cuerda con Sussman, esta le rompió el cuello a la infectada.

-Ugh, eso se oyó feo… - me dijo.

-Parece que le torcimos el cuello… no importa, sigue jalando. El zombie gruñía de forma espantosa, realmente quería hacernos pedazos.

Una vez que llegó arriba pudimos comprobar lo del cuello, pero ya no había mucho que hacer. Con agilidad le cubrí la cabeza con una capucha negra y luego nos encargamos de derribarle. Mientras pedía el helicóptero, Sussman le ataba las manos a la espalda. Y allí quedó en el suelo mientras esperamos…. Desesperada, ciega, y gruñendo bastante enfadada.

 Posteriormente y ya de regreso en Washington me llegó el reto por  lo del cuello roto. Según supe necesitaban a esa infectada en particular ya que se trataba de una doctora… y algo querían hacer con ella, experimentar con algo. Pero, honestamente hice pocas preguntas aquella vez e igualmente les sirvió aún sin el brazo izquierdo y con el cuello roto.

 

Qué diablos, si no les gusta para otra oportunidad que vayan ellos…






















Y Sussman se quedó con la M-134.... vaya idiota.


LEON S. KENNEDY 00:23   A.M.








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domingo, 12 de enero de 2014

El inocente




Muchas veces tuve que resguardar zonas de catástrofe en espera a que Boys-scouts del gobierno llegaran a examinar y a realizar planes de levantamiento. Focos de infección aislados y totalmente inhóspitos pueden llevar a un grupo de hombres a un aburrimiento anormal, un aburrimiento que nos fue interrumpido abruptamente y de una forma horrible para mí… resulta que durante una noche de relevo mientras hacíamos la guardia al parecer un infectado me había mordido en la mano derecha, no lo noté hasta el otro día cuando mis compañeros de armas me hicieron ver la herida.

-Es… es imposible, hubiese despertado ¿Quién diablos estaba de guardia anoche?, ¿no eras tú, Jack?- pregunté alarmado por la mordida.

-Lo siento, Leon… creo que… me dormí…- me contestó el atolondrado chico.

-¿Te dormiste?... ¿¡te dormiste, hijo de perra!? ¡Pudimos haber muerto!

Iba a arrojarme sobre él para estrangularlo, pero Kobrich se interpuso deliberadamente en medio y me apuntó con su pistola justo a mi cabeza, los otros 3 soldados me desarmaron. Lo que seguía solo era parte del procedimiento… debían hacer lo que debían hacer… y eso era darme un balazo en la cabeza en un lugar alejado del campamento. No opuse resistencia en lo absoluto, simplemente caminé unos pasos frente a mi ejecutor (Kobrich) en dirección a ese lugar alejado del campamento. Apenas y podía comprender lo que estaba sucediendo, ¿cómo?, ¿porqué?... no podía morir ahí en ese lugar.

-Kobrich, la mordida ni siquiera duele… no lo sé, es posible también que lo haya hecho un animal…- dije de pronto acariciando la mordida que tenía en mi mano derecha.

-Leon, en esta ciudad el virus alcanzó un nivel de contagio por sobre el 90%... hasta un animal puede tener el virus.- me dijo tranquilamente y sin inmutarse.

Caminamos largos minutos hasta que llegamos a un llano desolado, era creo ya casi mediodía el cielo era gris y nublado…. Creo sin temor a equivocarme que se trataba del día más feo que había visto en mi vida.

-Demonios, Leon. Jamás creí que iba a tener que hacer esto.- me dijo de pronto Kobrich examinando su arma.

-Y no tienes porqué hacerlo…, amigo, ésta mordida puede ser de cualquier cosa… ¿porqué nadie más está herido?

-No lo sé, pero tú sabes que no podemos correr riesgos… de verdad lo lamento mucho.

-Kobrich, espera… por favor, hombre… dame una chance… esperemos un rato a ver si me convierto en zombie, dame ese beneficio.

-Es muy peligroso, Leon… y tú lo sabes, ¿porqué ahora estás tan acobardado?

-Porque antes no se trataba de mi maldita vida, por eso.

Me encontraba suplicando por mi vida a unos 3 metros de donde estaba Kobrich con su arma. Mi cabeza trabajaba a mil pensamientos por minuto pensando en cómo zafarme de ésta, arrojarme sobre él y noquearlo, moverlo a compasión y derribarlo de improviso… pensaba también si algo podía salir mal uno de los dos terminaría muerto, y si yo sobrevivía… debía huir del resto de los soldados en el campamento. Definitivamente no quería morir ahí en ese lugar y mucho menos de una forma tan ilógica, tampoco sentía que iba a morir… era todo tan extraño.

-Bueno, no alarguemos más esto…- me dijo y me apuntó al fin con el arma. Yo sudaba y mis labios apenas podían moverse.

-Kobrich… piensa un maldito segundo… ¿porqué aún no me convierto en zombie?, si la mordida fue durante la noche… ¿porqué aún no me ocurre nada?

-No lo sé, Leon. ¿Tu metabolismo quizás?... es igual.

-¡Kobrich!- exclamé para intentar remecer su consciencia.-¿Quieres dinero?... ¿qué puedo hacer por ti?, dímelo.

-No me interesa el dinero… me interesa la seguridad del campamento y ya falta poco para irnos, no jodas.

Guardó silencio y volvió a apuntarme.

-Kobrich, maldición… ¡dime qué diablos quieres!, ¡por favor no jales el gatillo!

 De pronto comenzó a reflexionar, se quedó mirándome por un segundo  y bajó el arma. Yo respiré profundamente creo que estaba a punto de darme un infarto.

-Bueno, creo que hay algo que puedes hacer…-me dijo al fin y echó una mirada al campamento.

-Lo que sea…- contesté aliviado.- ¿Qué es?

-Pero debemos ir a un lugar un poco más alejado…

-¿Porqué?, ¿qué es?

-No te preocupes no es la gran cosa… solo para desahogarme…  ya sabes.

-No, creo que no…- le dije confundido. Palabra no tenía idea que quería.

-Vamos, llevamos varios días acá totalmente aislados… y todos tenemos una necesidad física básica… digamos que libera endorfinas y qué se yo…. ¿me sigues no?

-Kobrich, por favor, se más específico ¿de qué diablos hablas?- pregunté al fin sin rodeos.

-Una “rapidita”… y eso es todo.

-¿Qué es eso?

-Una “rapidita”, ya sabes… yo saco mi espada, tú te pones de rodillas… la limpias, la acaricias… ¿cazas la onda?

¿Qué demonios le estaba sucediendo a Kobrich?, ¿en verdad me estaba pidiendo lo que yo creo que me estaba pidiendo?.... Por un momento todo pareció detenerse, hasta mi corazón. Esto no podía estar pasando era tan surrealista y absurdo, casi parecía una broma de….

…si, lo era, ahí me di cuenta…. Recordé que era 28 de diciembre….

-¡Kobrich, hijo de perra… hoy es dia de los inocentes!- le dije furioso.

De pronto unas carcajadas salieron de un escondite a mi izquierda, los soldados del campamento estaban allí ocultos. Todos me habían jugado una broma de dia de los inocentes, durante la noche mientras dormía me hicieron la mordida falsa en la mano.

-Jajajaja, eres una inocente palomita, Leon.- me dijo Kobrich y guardó su arma muerto de la risa.

-Hijos de perra… no puedo creerlo- exclamé y de pronto una sonrisa brotó de mis labios.- ¿sabes qué es lo peor?... que si hubieras insistido un poco más creo que hubiera terminado haciéndote la “rapidita”.

 Las risotadas de los demás duraron varios minutos y yo, bueno… finalmente feliz de que todo al final había sido una estúpida broma.

Una broma del día de los inocentes.














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