lunes, 28 de noviembre de 2011

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Basada en la historia de Adrian Salvatori de Venezuela.
























Segunda parte y final







Se hace llamar… Sammael.

Según la mitología, es la personificación del ángel de la muerte que rescata las almas perdidas quitándoles el sufrimiento…, si, es cursi, pero funciona…


Me encuentro caminando hacia un sector vacío, un terreno inhabitado próximo a los suburbios que alberga esta ciudad. Por primera vez extraño los Estados Unidos…

No sé aún como he llegado hasta aquí, comenzó hace tan solo unos días. Andrea era una detective local que me ayudaba en este caso, aquel día intentamos armar un perfil psicológico de Sammael en base a sus actos a ver si podiamos adelantarnos a sus movimientos… recuerdo que su Blackberry sonó mientras hacíamos un alto en la investigación para ir por unos bocados. La actitud de Andrea al contestar fue bastante distante, luego por alguna razón pareció ceder… y me ofreció su teléfono.

-Pregunta por ti…- me dijo.

-¿Quién habla?- pregunté con el Blackberry en mi poder.

-Soy yo, Sammael…- me contestó la voz desde el otro extremo.- ¿Qué tal el día?

-¿Edwin?...- volví a preguntar incrédulo.

-Bingo. Veo que ya sabes mi verdadero nombre, no has perdido el tiempo, ¿eh?

-Escucha, estoy lejos de casa… y quiero regresar lo antes posible…- comencé a hablarle mientras con señas le hacia un desesperado gesto a Andrea para regresar y rastrear la llamada.- Ya has expuesto tu punto, ya te has hecho conocido, ya tienes nuestra atención… no necesitas seguir masacrando familias.

-Ojalá fuera así de fácil… ¿acaso el fumador empedernido puede dejar el cigarrillo de un día para otro?

-Con la ayuda necesaria y poniendo de su parte, pues sí, lo puede dejar…

-Jaja, no seas condescendiente conmigo, Leon. Si en mi salvaje carrera de sangre y cadáveres no me hubiese topado con la familia de tu amigo senador, creo que tú no estarías acá soportando este clima… en medio de esta lengua extraña. Lo lamento mucho.

-No te preocupes, siempre quise conocer Sudamérica…

Esperaba una respuesta, pero ahí lo último que escuché fue una carcajada. Luego una gigantesca explosión nos tumbó al suelo a Andrea y a mí. El caos cundió en las calles, era pleno medio día y en lo alto de aquel edificio abandonado donde nos reuníamos ardía ahora en llamas. Subí saltando los escalones de tres en tres, el humo me asfixiaba, el material había comenzado a ceder y me bloqueó el paso, posteriormente llegaron los bomberos. No lo podía creer… 3 de mis compañeros se encontraban ahí en el momento de la explosión, Andrea y yo nos habíamos salvado solo porque bajamos por unos bocados, al menos eso había creído hasta entonces, pero minutos más tarde… recibí un mensaje de texto a mi propio móvil:

“¿Dónde me encuentro?, en este instante estoy ya a varios kilómetros de ti, pero déjame informarte que hace un rato me encontraba justo frente a tus narices, te vi a ti y a esa nena salir de aquel edificio. En fin, espero no haber quebrantado tu espíritu… ponle ganas, sé que puedes hacerlo mejor”


En un ataque de rabia arrojé el teléfono al suelo rompiéndolo por completo.


Sammael, o Edwin tenía amenazado al detective Matt Palmer (quien era parte de nuestro grupo) o al menos a su familia, fue él quien facilitó la ubicación de explosivos en el edificio, ignorando que iba a ser traicionado de forma tan vil y sucia…, ahora bien, me sorprende que no nos hubiese volado antes cuando estábamos todos reunidos en el edificio, esperó a que saliera… llamó al Blackberry de Andrea, charló conmigo y luego hizo estallar los explosivos, claramente el tipo necesita atención, necesita provocar, necesita demostrarle a quienes lo buscan que él es más listo, por eso no nos quiso matar a todos juntos.

Dos días después, y yo aún sin poder digerir de buena forma la pérdida de mis compañeros de trabajo fuimos llamados junto a Andrea a una nueva escena del crimen. Una familia de 4 personas más un perro. Había un hombre robusto sin sus piernas y brazos, una mujer (probablemente su esposa) decapitada, luego encontramos su cabeza dentro del excusado de la casa…, también habian dos niños de muy corta edad, ambos decapitados y sus cabezas se encontraban intercambiadas…, el perro en cambio solo fue muerto de un balazo.

Recogimos toda la evidencia e hicimos un análisis verdaderamente minucioso en toda la casa, ahí encontré el papelito que ahora tengo en mis manos, decía esto:

“Déjame decirte que te subestimé, Leon, me disculpo. Las cosas a veces simplemente SON. Espero que en estas nuevas víctimas contemples mi obra y mi trabajo y la entiendas. Yo, al igual que Sammael, tengo que rescatar todas estas almas que se pierden en el día a día en medio del aterrador vacío existencial que les carcome. Espero charlar contigo en persona sobre esto y discutir asuntos teológicos.”

Al reverso de la nota se encontraba una dirección, precisamente la dirección a la cual estoy llegando en estos instantes. Bueno, posterior a leer aquella nota en la escena del crimen, se me acercó Andrea, me aconsejó regresar a mi hotel, ella en cambio iría a visitar a sus padres al campo al día siguiente, me dijo que necesitábamos respirar y tomar aliento, a veces no hace bien estar encima de la evidencia todo el rato porque uno suele enceguecerse y no apreciar el panorama completo. Acaricié su rostro y le di un fuerte abrazo… luego nos despedimos, fue la última vez que nos vimos.

Era pasada la media noche y vi su fotografia en uno de los noticieros locales, allí me enteré de que habían encontrado a Andrea desnuda colgada de la cornisa de un edificio, había sido desangrada hasta la muerte. Eso fue todo, eso bastó para mí…

Me encontraba en una tierra extraña, en la que se hablaba una lengua extraña, me encontraba solo, abandonado, como una isla… luego caí en cuenta de que sí tenia una compañía…, paradójicamente se trataba de Sammael,… ambos eramos extraños en la misma tierra… ambos nos desvelábamos por las noches. Aquel tortuoso pensamiento gatilló en mi una ira descomunal, volví a vestirme hace unos instantes, cogí mi Broken Butterfly y acá estoy… esperando a que todo acabe ya sea con uno o con dos cadáveres más. El calor en este país es insoportable… aún siendo de noche, asfixia.

Ya ha pasado media hora y de pronto escucho una voz ronca atrás mío.

-No creí que fueras a venir hoy mismo, Kennedy...

No respondo nada, solo me doy la vuelta y allí está él… un chico de alrededor de 20 años, delgado y con facciones femeninas, se apoyaba en una katana.

-Así que tú eres Edwin…

-Sammael, mi nombre es Sammael…- me corrige de forma amable.

-En verdad sí que crees esa basura, ¿eh?

-Todos tenemos derecho a creer en distintas clases de basura, tú crees en eso de la libertad y la protección social, y toda esa clase de basura relacionada a la bandera yankee… ¿o me equivoco?

-Es igual, para mi eres solo un chico que ha jugado demasiados videojuegos y ahora te sientes un personaje de alguno de ellos y vienes con eso de “liberar almas”, etc. y llevas esa estúpida katana sintiéndote alguien especial, ¿comprendes a lo que me refiero?

-Hmmm… ¿leiste mi carta que te envie hace unos días?- me pregunta de pronto con aire reflexivo.

-No, ¿Cuál carta?- le pregunto sin siquiera saber de que habla.

-Que lástima, de seguro lo habré olvidado…pero bueno, el preámbulo ha estado interesante, ya has hecho tus “descargos de policia rudo de treinta años”, es hora de que te vayas a la cama junto a los demás perdedores.

Reacciono tarde, Sammael se ha abalanza sobre mí atacándome con su katana, logro esquivarle apenas por centímetros mientras saco mi cuchillo, luego me arrojo sobre su garganta para cortársela, pero fallo… soy demasiado lento.

Sammael me responde con una fuerte patada en la rodilla que al parecer me fractura el hueso, caigo adolorido.

-¿Duele no es así?...- luego me ataca con su katana provocándome otra herida en el mismo lugar.- Listo, has quedado inmóvil… como conejito en la jaula de la serpiente. Antes de matarte quiero decirte que traeré tu cabeza conmigo… suelo decapitar los cadáveres sabes, y dejarlos luego en posiciones graciosas, pero contigo será diferente… te decapitaré y me llevaré tu cabeza... así serás una gran compañía…

Sin medir más consideración, desenfundo mi Arma y le doy tres tiros que le destrozan el pecho… me mira de forma aterrada, luego cae al suelo abatido al fín. Listo, allí se encuentra Sammael, muerto con su pecho lleno de plomo. Pasan unos segundos y doy tres tiros más al aire en espera de que llegue la policía local…

Mis ojos se cierran…

Quizás deba dormir…




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Despierto en un hospital, a mi lado se encuentra Chris Redfield. Me observa de forma extraña. Estoy lleno de cables y sondas, luego lentamente su tenso rostro cambia a una sonrisa. Ya más consciente hemos charlado un poco y me ha contado de cómo me encontraron, luego me ofrece un papel para que lo lea…

Empieza con algo como esto...


“Era su segundo día en Latinoamérica…

Tal parece que se aburre, no lo culpo, el tener que estar todos los días desde las 7 de la mañana en un aparente edificio abandonado a causa de un incendio, ideando planes absurdos y trampas inverosímiles para dar con mi captura no ha de ser algo muy lindo y agradable……”










FIN


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El diario de Leon S. Kennedy by Marcelo Carter is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

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Historia basada en la idea de Adrian Salvatori de Venezuela, Gracias.























Primera parte





Era su segundo día en Latinoamérica…

Tal parece que se aburre, no lo culpo, el tener que estar todos los días desde las 7 de la mañana en un aparente edificio abandonado a causa de un incendio, ideando planes absurdos y trampas inverosímiles para dar con mi captura no ha de ser algo muy lindo y agradable. Debes admitir que fui muy astuto en esconderme en este país y en esta ciudad tan opuesta a tu tierra…

Por favor, no me subestimes, me gustan las artes… todo tipo de artes, pero más la literatura. Mientras el cine te da a conocer el punto de vista de otra persona a través de imágenes, la literatura en cambio te da la licencia de imaginar lo que quieras en base a palabras, imaginar…

A muchos no les gusta imaginar, ni siquiera ponerse a pensar, para algunos eso es terrible… y buscan cualquier cosa que los aleje de correr ese peligro, ya sea yendo al mall, o a bailar a una discoteca, etc. No soportan ese silencio… ese monstruoso y mortal silencio que se hace presente en los momentos de soledad, donde tú única compañía… eres tú. Algunos no lo toleran, yo era uno de ellos sabes, pero poco a poco aprendí a enfrentar ese monstruo… fue algo gradual, nada que hubiera sido de golpe. Sin embargo recuerdo aquella noche como si hubiese sido hace 10 minutos…

Estaba solo en casa, mis padres se encontraban dormidos (sí, aún no me encargaba de ellos cuando esto sucedió) y cosa extraña, esa noche me costaba mucho dormir… tenía calor, mucho calor… me quité la remera con la cual solía irme a dormir y también los pantalones cortos… quedé desnudo tumbado sobre mi cama, sudando como pocas veces recuerdo haber sudado en mi vida tanto.

De pronto llegó,… el silencio, aquel silencio monstruoso del cual hablaba entró a mi habitación helándome por completo la sangre. Era el todo o nada, ya no quería seguir huyendo de él ni de nadie más… ¡nunca! Así que abrí mis ojos y temblando me incorporé en la cama, desnudo y sudando a causa del insoportable calor de aquella noche de verano. Allí estaba ese silencio, esa aterradora inspiración que nos lleva a pensar, ese mudo testigo de nuestras vidas que siempre permanece agazapado junto a nosotros y jamás lo notamos, pero créeme… allí está siempre… junto a nosotros, escondido, observándonos…

Se erigió como una medusa sacada del infierno a los pies de mi cama, me observaba desde la nada misma… yo sabía que estaba allí, en oportunidades anteriores habría intentado cerrar mis ojos, dormirme, encender la luz, encender la TV, volver al Internet, etc. Hubiera hecho lo que cualquier ser humano haría en una ocasión como aquella, pero yo no, YA NO MÁS. Sabía que aquella noche yo iba a dejar de ser el mismo chico de siempre… lo sabía, y me temblaba todo el cuerpo a causa de ese conocimiento.

Finalmente aquel monstruo, aquel silencio, aquel espacio vacío situado a los pies de mi cama se hizo inmenso, enorme, apenas cabía en las cuencas de mis ojos… ¡era aterrador! Y se arrojó sobre mí… quise luchar, quitármelo de encima, pero me di cuenta de que no era necesario hacerlo… el vacío y su monstruoso silencio no ofrecía mayor resistencia a mis movimientos, sorprendido volví a sentarme en la cama… en ese instante comprendí que no tenía porque tenerle miedo… era inerte, sumiso, y su mirada… su ausencia de mirada era algo tan especial, y lo más increíble, lo mejor de todo definitivamente… era su silencio.

Le abracé y comencé a acariciar… atraje su cuerpo ausente al mío, lo empapé con mi sudor corporal. Era primera vez que experimentaba una sensación así…me sentía con el control total de la noche, de la situación… y de él, mis caricias iban subiendo de tono…. Para cuando me di cuenta ya me encontraba besando su rostro. Lo agarré con todas mis fuerzas y le hice el amor.

Así es ¡le hice el amor aquella noche!, fue mi primera vez y fue sensacional, ¿alguna vez has hecho el amor con alguno de tus monstruos?, ¿alguna vez te has enfrentado al terror más absoluto y le has hecho frente?, ¡pues claro que no!... ¡porque eres un maldito cobarde!, ¡tal como todos los demás seres cobardes que habitan este asqueroso y mugriento planeta!... ¡¡no son más que un vil pedazo de mierda que se pudre en la planta de mi zapato!!





. . .






...perdón, suelo divagar mucho últimamente…







. . .



... bien, es chistoso te estaba hablando del arte y no sé como caí en mi anécdota adolescente… jaja, veamos… ¡ah si!, soy amante de la literatura… es por ello que sé perfectamente, tal como una novela policial, tus pasos. Estás realizando tu investigación en ese edificio en el que crees que nadie puede sospechar de tu presencia y ya a esta altura debes haber averiguado mi verdadero nombre, puedo imaginar tu cara de asombro cuando descubras que soy 10 años menor que tú

Sé también que te estarás preguntando qué cosas me han motivado a realizar mis actos que a tus ojos resultan ofensivos e indignantes… espero que no saques conclusiones tan autocompadecientes, en realidad te va a sorprender, pero no me considero más víctima que… mmm.. como decirlo… un juez que sentencia a alguien con la pena de muerte. ¿Lo ves?



Muero de ganas en saber que sigue… y como va a terminar esto…




No me tengas miedo, Leon...










Próximamente segunda parte y final.



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domingo, 6 de noviembre de 2011

La lección de Stewart























Stewart jamás me cayó bien.


De hecho hasta el día de hoy… tampoco lo hace.


De hacía varios días que cada vez que se topaba conmigo no hacía más que alardear de su entrenamiento militarizado y su posición como federal de alto rango, solía verme con malos ojos ya que yo llegué a trabajar para el gobierno saltándome varios protocolos que él si tuvo que soportar, y solía vilipendiar mi trabajo y mi experiencia en Raccoon City.

-Así que otro accidente idiota del tipo “Raccoon City”, ¿eh?- comentaba Stewart mientras nos dirigíamos de forma urgente a un foco de infección ubicado en un laboratorio privado.- Los idiotas nunca faltan… ¡sobran!

Yo no hacia caso a sus indirectas, solo mantenía mi mirada fija al piso y a mis botas, mientras el vaivén de la camioneta nos empujaba de un lado a otro. Llegamos al lugar del accidente bacteriológico a eso de la medianoche, bajamos rápidamente de la camioneta y Stewart comenzó a dar órdenes… a pesar de estar al tanto de que yo estaba a cargo de la misión.

-Bien, gente… quiero nombres, hagan una lista de los funcionarios involucrados en este desastre y me la entregan.- decía en voz alta mientras los demás nos preocupábamos de ponernos las máscaras respiradoras y escafandras militares.

Cuando ya habíamos terminado de equiparnos me dirigí al grupo.

-Señores, quiero que me pongan mucha atención…- dije mientras enseñaba un pequeño aparato cilíndrico con una luz láser.- este nuevo dispositivo se llama “virus-sonda”, acercan el extremo del rayo láser a los ojos de cualquier cadáver y si la luz reflejada en su pupila es azul, quiere decir que no se encuentra infectado y es un cadáver normal. Ahora, si la luz reflejada es roja… eso nos dice que el cadáver ya ha sido infectado y en cosa de minutos es probable que se levante para atacar, por lo que no duden en asegurar su supervivencia haciendo uso de sus armas de fuego…

-Jaja, ¿alguien llamó al “capitán obvio”?- dijo de pronto Stewart en tono de burla.

-Hago el alcance porque la munición es poca y no podemos ir disparando a cada cadáver, porque adentro deben haber decenas.- dije ignorando por completo el sarcasmo de Stewart.- Entramos, echamos una mirada por si hay sobrevivientes que hayan logrado usar máscaras de gas, obtenemos las muestras de este nuevo virus y nos vamos, ¿comprendido?

En fin, entramos a concretar la misión que se nos había encomendado desde “arriba” y todo iba relativamente perfecto hasta que Stewart comenzó a abrir la boca. Sus chistes, sus mofas, sus opiniones sobre que este era un trabajo de “niñas” que los zombies son poca cosa, que él estuvo en cosas mas terribles y mucho peores, que esto era un pic-nic, etc. todo eso me lo iba diciendo a mí, todo lo decía para que yo lo escuchara… el muy maldito estaba esperando que le apuntara con mi arma o le golpeara para acusarme al tribunal federal, sin embargo, mientras examinaba con mi “virus-sonda” al cadáver de una mujer… se me ocurrió una idea.

-Bien, al parecer el laboratorio no tiene peligro de infectados, recojamos muestras de virus y larguémonos.- le dije al grupo.

-Pppfff… y pensar que hay quienes ganan un muy buen salario por hacer este tipo de cosas.- arremetió nuevamente Stewart con una indirecta.- trabajar con zombies es lo más fácil del mundo, son como perros a quienes hay que darle una buena tunda.

De pronto, y mientras continuaba con su antipático monólogo, a sus espaldas comenzaba a levantarse el cadáver de la mujer a la que yo había revisado, pero que había dejado “pasar”. Los demás oficiales se miraron intranquilos, pero yo les hice una disimulada seña para que no hicieran nada. Sin mayor aviso, el zombie se abalanzó sobre Stewart de forma salvaje, le hizo caer al suelo.

-¡¡Aghhhh!!, ¡mierdaa!, ¡ayúdenme!- gritaba Stewart a través de su mascara respiradora mientras forcejeaba en el suelo.

Hice una nueva seña a los demás para que no hicieran absolutamente nada, yo me acerqué un par de pasos a Stewart.

-Usa tu arma…- le dije.

Me hizo caso, pero el zombie apenas vio que alzaba su pistola le dio un duro golpe que la aventó lejos, luego comenzó a rasgar la escafandra militar del pobre Stew…

-¡Kennedy! ¡¿Qué haces ahí parado!?, ¡ayúdame!- me gritaba desde el suelo mientras el infectado mordía su máscara a punto de hacerla pedazos.

-¿Necesitas ayuda?, pues ¿no dijiste que los zombies no son más que unos perros?, vamos, defiéndete… - le dije de forma tranquila mientras caminaba hasta pararme justo atrás de la infectada.

-¡¡Agh!!, ¡estás loco!, ¡te voy a reportar!- continuaba gritándome desde el suelo mientras luchaba por su vida.

-A esto me tuve que enfrentar en Raccoon city, y no solo yo… sino también varias personas a algunas de las cuales estimo mucho.- comencé a decir mientras desenfundaba mi arma con toda la calma del mundo.- Entonces, ahora te veo, a ti, que nunca has salido de tu maldito escritorio allá en la casa blanca, hablando idioteces sobre cosas que nunca has vivido… y ni siquiera te puedes sacar a un zombie de encima, pues, no sé si reírme o ponerme a llorar por ti, Stew.

-¡Kennedy!, ¡haz algo maldita sea!- gritó de pronto lleno de desesperación.

-¿Porqué?, ¿Por qué este estúpido perro te va a morder?, no deberías sentir miedo, Stew. ¿O quizás si lo debas tener?… aún vas a estar vivo para cuando te haya comido por la mitad. Luego quizás desees estar muerto, pero… lo más probable es que termines como uno de ellos… babeando y oliendo feo.- le dije, y me agaché junto a él.- Quiero que mires a los ojos de quien está a punto de comerte, de este zombie,… que descifres que fue una persona normal, que alguna vez fue como tú, o como yo… así que espero que hayas aprendido la lección y tengas un poquitito más de respeto, ¿bien?

Acto seguido cogí a la mujer infectada por el cuello y la aventé hacia atrás, Stewie se paró de un salto y huyó corriendo abriéndose paso entre los demás oficiales quienes permanecían en silencio y atónitos.

Levanté mi pistola y apunté justo en medio de los ojos blancos de la mujer infectada, ella me miró con odio… dedicándome un último gran gruñido, y yo simplemente jalé el gatillo.











Esa noche dormí como un bebé, creo que hoy será igual.


LEON S. KENNEDY, 23:58 P.M.




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