martes, 26 de enero de 2010

Hoy debí haber muerto






















Tengo Tres teléfonos móviles.


-Uno para mis conocidos, no diré amigos porque la verdad que no son tantos los que me llaman a ese número.

-Otro de contacto secreto que suelo tener para quienes deseen hablarme de asuntos totalmente confidenciales, ya sea negocios o recompensas etc. Pero no es mas que un señuelo.

-Y el tercero que es el VERDADERAMENTE secreto y solo es conocido por altos personeros de gobierno.

Pues bien, a ese tercer teléfono móvil recibí una llamada ayer por la tarde, si no desconfiara tanto de mi propia memoria diría que la voz femenina con la que hablé me sonaba algo familiar, pero no estoy seguro ahora.


-Leon Scott Kennedy…- me dijo acentuando cada sílaba de mi nombre.


-¿Quién es?- pregunté de inmediato.


-Tengo un trabajo para ti… me han dicho cosas muy interesantes sobre tu persona.


-Escúchame, nena. Si no me dices quien eres te cortaré dentro de los próximos tres segundos.


-Mi nombre es Sasha… este número me lo dio mi amigo el senador Patrick Wright, que entiendo también es gran amigo tuyo.


Bajo un tira y afloja de preguntas y contrapreguntas para ver el grado de seguridad de quien me llamaba, llegamos a un acuerdo cuando ella nombró a mi amigo senador del gobierno llamado Patrick Wright, según me dijo, él le ofreció mi número de teléfono puesto que solamente yo podría ayudarle en el problema que ella tenía. No me detendré en los detalles, pero tenía que ver con vigilar y cuidar el traslado de unos medicamentos que harían una parada en esta ciudad para luego volar hasta un país de Africa.

Finalmente salió humo blanco, y el trato estaba sellado, si mi amigo Patrick Wright confiaba en esta mujer que a todo esto se hacía llamar Sasha Allen, pues ¿Qué había de malo en dar un paseo por Africa?

Acordamos juntarnos hoy en la tarde. El punto de partida sería en una gran bodega ubicada al noroeste de la ciudad, un automóvil nos llevaría a mí y a Sasha hacia un aeropuerto privado, pero… nada de eso ocurrió.

Al llegar me entrevisté con un sujeto que de haber seguido mi instinto le hubiese metido dos balas en la cabeza antes de estrechar su mano, me hizo esperar un largo rato mientras él supuestamente hablaba por teléfono, cuando me harté y le iba a pedir explicaciones, apareció de la nada y me dijo que Sasha estaba ya en el aeropuerto esperándome puesto que yo me había “tardado mucho”, quise golpearle ahí mismo, pero bueno… siempre me he visto a mi mismo como alguien educado, así que cuando me dijo que me llevara yo el automóvil para que fuera lo antes posible al aeropuerto, pues le hice caso y cogí las llaves sin mayor preocupación. Sin embargo la naturaleza con lo sabia y maravillosa que puede llegar a ser muchas veces hizo que se apoderara de mi unas fabulosas, grandiosas e irresistibles ganas de ir al baño justo antes de encender el motor del automóvil por lo que me volví a levantar del asiento y salí en busca del desagradable sujeto para que me prestara un baño (si es que lo había) y fue cosa de segundos para que una gigantesca y devastadora explosión surgiera desde el automóvil en el que momentos antes estuve sentado. Luego que pude recuperarme de la sorpresa y logré ponerme de pie, ví que el maldito me observaba desde cierta distancia.


-¡Maldición! – exclamó enfurecido a la vez que sacaba una metralleta corta desde sus ropas.


No hace falta ser un genio para darse cuenta que la bomba era para mí, había caído en una emboscada fallida y el sujeto ahora me quería muerto. Logré esconderme tras unos enormes tarros de cemento que habían en la bodega mientras el sujeto descargó tres y hasta cuatro cartuchos de balas sobre mí, tuve suerte que ninguna bala me rozara siquiera, ahora me tocaba contraatacar. Saqué mi pistola y al levantarme con espanto pude ver que al sujeto se le habían sumado unos 8 hombres más armados hasta los dientes, esa era la señal de mi huída.

Logré salir de ese infierno de la única manera que suelo hacerlo: abriéndome paso, y eso quiere decir: no tengo idea como lo hice, pero lo hice.

Luego de ese episodio necesitaba encontrar algunas respuestas, por lo que decidido llamé a mi amigo el senador Patrick Wright, mejor ni lo hubiera hecho… en su oficina me comunicaron que había fallecido la noche anterior ahogado en la piscina de su propia casa… vaya extraña circunstancia.

Siempre te recordaré, Patrick, sobre todo porque voté por ti.

Ahora como buen policía estoy en mi casa intentando armar el rompecabezas, me habían preparado una emboscada, la mujer al teléfono me dijo que Patrick le había dado mi número, Patrick falleció anoche “ahogado en su propia piscina”.

¿Quién me desea ver muerto?


… quizá esa no es la pregunta correcta…


¿Quién NO me desea ver muerto?, a estas alturas del partido mi nivel de paranoia está en las nubes.


Si no fuera porque creo aún estar en shock, diría que la voz se parecía mucho a la de una vieja conocida llamada Ada Wong, pero eso es muy poco probable…







Ya es hora de cambiar el número de mi teléfono móvil...

Leon S. Kennedy, 23:46 P.M.



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miércoles, 6 de enero de 2010

Chris Redfield... es un buen tipo






















Hoy me he despertado con un pensamiento dedicado a Claire Redfield, por caprichos del destino nos hemos encontrado en mas de alguna ocasión y debo confesar que hasta el mismo instante en que estoy escribiendo esto me arrepiento de no haberle pedido su número teléfonico.

A través de un informante que tengo en el gobierno me he enterado de lo que ha ocurrido con su hermano Chris Redfield y el Uroboros, según tengo entendido se trata de la muerte de Albert Wesker, espero conocer mas detalles conforma vaya pasando el tiempo. Esto me lleva a pensar que el buen Chris y su hermana se han hecho de muchos enemigos nuevos, Wesker es (o era) un hombre poderoso que por su naturaleza mercenaria arrastraba con él muchos intereses políticos y económicos, pero también sé que esa dupla se puede cuidar sola.

Casi se podría decir que por circunstancias del azar en mi vida prácticamente no hay espacio para el amor, de hecho no lo hay, sin embargo no dejo de imaginarme a veces el llevar una vida normal, con la mujer de mis sueños.

¿Será esa mujer Claire Redfield?

¿Qué pensará su hermano si algún dia me le declaro a ella?, supongo que pensará que está todo bien, pues Chris Redfield… es un buen tipo.


Bah, creo que no debí haber bebido tanto esta noche, mañana borraré esto de mi diario…





...ya basta de idioteces, mejor me vendría dormir...
Leon S. Kennedy, 02:16 AM


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