sábado, 30 de octubre de 2010

Silencio (capitulo 4)




















Su figura era imponente… parecía estar hecho de metal, pero estoy seguro de que no era así. Cargaba una enorme espada con uno de sus brazos, cuyo filo era arrastrado por el suelo. Yo retrocedí un par de pasos… me encontraba espantado ante lo extraño y fuera de lugar que de un momento a otro se había vuelto todo. Raynolds era incapaz de mover un solo músculo y no fue hasta que vio al ser con cabeza de pirámide acercarse a nosotros que sugirió escondernos en algún lado. Sussman mientras tanto continuaba apuntándole con su pistola en medio de las histéricas carcajadas de Clark quien ya había perdido el juicio…

De pronto y sin saber cómo el hombre con cabeza de pirámide ya había llegado a una considerable distancia muy cercana a nuestra posición. Antes de poder huír vi cómo éste levantó la enorme y pesada espada que arrastraba por el suelo… y luego la dejó caer con todas sus fuerzas para decapitar con su mortal filo al pobre Clark. Su cabeza salió disparada unos cuentos metros mas allá mientras que su cuerpo cayó al suelo… no sé si fue producto del terror que me invadía, pero creo que vi su cuerpo moverse por unos cuantos segundos más, aún sin su cabeza…

-¡Por acá!- gritó Sussman quien se encontraba en el interior de un lúgubre pasillo, nos señalaba una “puerta” hecha al parecer con piel humana.


Pasamos a través de ella y llegamos al interior de un cuarto extraño… en donde una antigua cámara de oxígeno se encontraba arrumbada en un rincón. La escena no dejaba de ser escabrosa y bizarra. Sussman comenzó a observar a través de un orificio hacia fuera los movimientos del hombre con cabeza de pirámide quien merodeaba por el pasillo.


-¿Qué demonios ocurre aquí?...- preguntó Sussman aterrado.- ¿qué diablos pasa?


-Esas preguntas deberíamos dejarlas para después… lo que importa ahora es salir de aquí.- contesté.


-No pensarán en marcharse sin encontrar a mi hermano, ¿no?- dijo de pronto Raynolds recuperando el habla.


-Lo lamento, Raynolds. La misión ha sido abortada.- le dije.


-¿Ah sí?... ¿desde cuando?


-Desde que esa maldita cosa ha decapitado al pobre de Clark.- le contesté casi con desesperación.- ¿Acaso no te das cuenta de lo que está ocurriendo en este lugar? Ninguno de nosotros tiene muchas garantías de salir de aquí con vida, y si me lo preguntas dudo mucho que tu hermano se encuentre bien.


Adam guardó silencio, silencio que se mimetizó con el que se produjo en el ambiente. Al parecer el extraño hombre con cabeza de pirámide se había marchado. Ese momento de alivio sirvió para tranquilizarnos y para intentar asimilar la situación. Al darme cuenta de que nuestras radios eran inútiles resolví por intentar armar un plan o algo así. Me senté en el suelo a pensar y jalé el brazo de Raynolds quien también tuvo que sentarse a mi lado.

-Leon, libérame de estas esposas…- me dijo de pronto Adam.- ante cualquier situación peligrosa pueden convertirse en una trampa mortal y hará que uno de los dos muera.


-Sinceramente… cuento con eso.- respondí.


-Jejeje… ¿te han dicho que tu extraño sentido del humor podría matarte algún día?


-Creo que sí…, de hecho si tuviera un centavo por cada vez que me dicen eso…ya sería millonario.


-Entonces ¿me liberarás de las esposas, sí o no?


-Estoy pensando.- le dije.- Debe haber una manera de matar a ese sujeto cabeza de pirámide… no sé porque tengo la sensación de que no es un hombre normal…


-¿Qué se te ocurre que es?


-No lo sé... no sabría describirlo…


Deben haber pasado alrededor de 3 o 4 minutos cuando de repente llegó a mi cabeza una idea que nos permitiría acabar con el hombre cabeza de pirámide.


-Ya…- dije en voz alta.- ya sé como podemos matarle…


Salimos de nuestro escondite hacia un oscuro y tenebroso pasillo el cual era iluminado por una tenue luz amarillenta, un enorme ventilador se encontraba superpuesto lo que no hacía mas que comprobar lo ilógico de la nueva ambientación. Caminamos un buen tranco hasta que nos topamos con una gran puerta manchada y sucia.


-¿Estará ese hombre aquí adentro?- preguntó Sussman.


-Es muy probable.- le dije, y con mucha cautela abrí aquella pesada puerta…


El enorme cuarto que se abrió ante nosotros parecía haber sido sacado de la peor y más terrible de las pesadillas dantescas. Decenas de cuerpos similares a los maniquíes colgaban de las paredes como una suerte de macabra decoración. En el centro de la estancia se encontraba el cabeza de pirámide… lo encontramos realizando un extraño acto que no sé muy bien como describir, estaba sometiendo a un débil y flacuchento ser cogiéndole por la cintura mientras lo empujaba al suelo…

Sussman aprovechó el instante para sacar su arma y darle dos tiros en la cabeza, pero las balas rebotaron. El cabeza de pirámide se puso de pié y tomó la pesada espada que se encontraba a un lado, luego comenzó a acercarse a nosotros.


-Y bien… ¿Cuál es el brillante plan?- preguntó Raynolds visiblemente nervioso.


-Dejaremos que se acerque… y cuando te lo ordene saltarás a la derecha, Adam…- contesté.


El hombre con cabeza de pirámide continuaba acercándose a nosotros arrastrando la pesada espada…


Reconozco que me infundiste gran temor, no eras igual a los zombis ni a la clase de monstruos contra los que me había enfrentado antes. Eras distinto… y durante un largo rato permanecí en shock. Pero esa sensación de miedo terminó por hastiarme…


-Eso es. Acércate, hijo de perra…- murmuré en voz baja.






Jamás había extrañado un lanzagranadas tanto como aquella vez...
LEON S. KENNEDY 01:51 A.M.

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lunes, 25 de octubre de 2010

Silencio (capitulo 3)















Clark le habló a la extraña criatura, pero ésta no contestó. Se trataba de una especie de chimpancé… pero deforme.


-El individuo es hostil… saquen sus armas.- ordené.

Los tres agentes le apuntamos, aunque a mí se me hizo algo incómodo ya que mantenía mi mano izquierda esposada a la de Adam. En ese instante la criatura estuvo a punto de arrojarse sobre nosotros pero logramos reaccionar a tiempo y la liquidamos a tiros, cayó al suelo de forma instantánea. Estábamos en shock, nos mirámos unos a otros de forma incrédula durante unos segundos. Luego me di cuenta de que la criatura continuaba aún con vida en el suelo, parecía retorcerse de dolor. Me acerqué con cuidado hacia ella y le aplasté la cabeza con mi pié. El extraño ser falleció y aquel extraño ruido que emitían las radios cesó.

-¿Qué clase de monstruo es ese?- preguntó Clark


-Parece ser el derivado de un nuevo virus…- le contestó Sussman.


-No, esto no tiene nada que ver con ningún virus…- dijo de pronto Adam.- Silent hill esconde muchos secretos. No nos sorprendamos si más adelante nos encontramos con cosas similares o peores que éstas.


-¿Eh?... ¿discúlpame?... ¿estás hablando como si ya hubieses sabido que esta clase de cosas nos esperaban en Silent hill?- le pregunté a punto de perder los estribos.


-Jaja, ¿qué clase de pregunta es esa?, claro que lo sabía.


En ese momento cogí a Raynolds por el cuello, estuve a punto de estrangularle sino fuera porque los demás lo evitaron.


-No confío en ti, Adam…- le dije una vez que lograron calmarnos.- En estos instantes me pregunto cuál sería la diferencia entre dejarte ir o darte un tiro en la cabeza.


-Eres muy impulsivo, Leon… siempre lo has sido. Creo que es tu mayor defecto.- me contestó arreglándose su cabellera.- Y créeme si te digo que eso aquí en Silent Hill puede ser fatal.


-Entonces agradecería que si sabes algo más sobre este lugar te tomes la molestia de informárnoslo.


Nuestro viaje continuó, caminamos por calles mudas e inhóspitas que parecían ser meros espectadores de nuestro andar a través de la niebla. De repente a lo lejos podía oírse el llanto de algún perro que luego era apagado por el mas sepulcral de los silencios. Nunca pude ver siquiera a un solo habitante de Silent Hill andando por las calles. La sensación de transitar por un pueblo abandonado acabó con mis nervios, comencé a sentir un terror devastador que brotaba por cada poro de mi piel. Comencé a sudar frío y sentía que no estábamos yendo a ninguna parte… de pronto tuve que detener mi andar…


-¿Eh?, ¿Qué te ocurre?- me preguntó Adam al ver que la cadena de las esposas tiraba de su brazo.


-Denme un segundo…- dije.- necesito parar un rato.


-¿Estás bien?, ¿te sientes enfermo?- me preguntó Sussman acercándose.


-No es nada. Tan solo me vino un mareo…


Logré recuperarme al cabo de unos segundos. Esta extraña sensación que me invadió fue una de las tantas cosas que se fueron sumando a los eventos que detallaré a continuación…

Llegamos al Alchemilla Hospital, y tal como lo sospeché… ni rastro de persona alguna por los alrededores ni en su interior.


-Muy bien, algo raro ocurre aquí.- dijo Sussman.- Mas vale que comiences a hablar, Raynolds.


-¿Mmm?, ¿a que te refieres?


-¿Dónde están todos?, ¿Por qué no hay nadie?-le pregunté de forma directa.


-Eso no lo sé…, creánme que jamás he estado en este pueblo, lo único que sé es que aquí pasan cosas raras, ¿acaso ninguno de ustedes ha jugado el videojueg...


-¡Ya basta!- Gritó Sussman enfurecido.- ¡no te creo ninguna palabra de lo que dices!, ¡todos sabemos que Adam Raynolds no es tu verdadero nombre!, ¿porqué tenemos que creerte?, ¿eh?, ¡maldito psicópata!


-Caballeros….por favor.- dijo Raynolds con toda la calma del mundo.- esta cosa de “macho egocéntrico” no les llevará a ningún lado… ¿acaso de veras creen que les estoy tendiendo una trampa?, ¿Cómo podría hacerlo si Leon me tiene esposado a su lado?, ¿qué tan estúpido creen que soy?


-Al contrario… eres muy vivo…- le dije mirándole directamente a los ojos…


Adam algo me iba a responder en aquel minuto, pero el sonido de una lejana y ruidosa sirena comenzó a escucharse…

Lo que pasaré a describir a continuación no se lo he dicho nunca a nadie, y si lo he escrito en mi diario es para que quede como testimonio sobre lo que me tocó vivir. Sussman y yo hasta el día de hoy pocas veces nos hemos referido al tema en cuestión, pues en un silencioso acuerdo hemos preferido relegarlo al olvido.

Ocurrió que en medio de la confusión al no saber de donde provenía la alarma de la ruidosa sirena que seguía escuchándose, nuestros ojos fueron testigos del acto más inverosímil, demencial y hasta satánico… que he visto en toda mi vida… Todas las paredes, puertas, suelo y techo del 1er piso del hospital donde nos encontrábamos se fueron deshaciendo poco a poco hasta dar paso a un escenario monstruoso (aunque no sé si ese adjetivo sea el mas apropiado) Todo se llenaba de vapor, metales retorcidos, en vez de puertas unas rejillas oxidadas aparecieron en su lugar, enormes ventiladores se asomaban bajo nuestros zapatos y un aire sofocante llenó la atmósfera.













La realidad había sido cambiada ante nuestros ojos, era como si algo hubiese estado jugando con nuestras mentes… ninguno de nosotros era capaz de abrir la boca, sin embargo tales hechos no lograron ser soportados por Clark, la mente mas joven de todos los que estábamos ahí, quien afectado por lo que acababa de ver simplemente sucumbió ante la locura…

-Jajajajaja… jajajaja- reía el muchacho de forma histérica y aterradora.

Poco a poco el nivel de sus delirantes carcajadas comenzó a ser mas fuerte mientras se arrodillaba en el suelo. Sussman no dejaba de mirarme y quizás que cara habré tenido yo que al observarme palideció, nos quedamos en silencio un buen rato solamente escuchando las aterradoras carcajadas de locura del pobre Clark.

… en ese instante algo me hizo reaccionar…

… mi mano se dirigió lentamente a mi pistola de servicio…

…alguien arrastraba un enorme peso en el suelo…

… finalmente al fondo de uno de los tantos lúgubres pasillos pude verle…

… era un hombre, un hombre enorme,… pero su cabeza…

… su cabeza era como una… pirámide






Oh... por Dios...

LEON S. KENNEDY 00:56 A.M.


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miércoles, 20 de octubre de 2010

Silencio (capitulo 2)















Silent hill, un lugar sacado de alguna mente perversa… no es de mi real interés explayarme mucho sobre este lugar, lo que pondré en mi diario es lo único que tengo que decir sobre aquel pueblo...


Gracias a los contactos de Sammoi logramos conseguir personal militar que nos acompañó hasta la carretera que conecta al pueblo, el lugar estaba siendo estudiado por algunas autoridades para aplicar la ley marcial debido a una avalancha de rumores, leyendas y misteriosos casos a los que prefiero no referirme en este instante. Sobrevolar la zona era considerado peligroso a causa de la densa niebla que se forma en el lugar, por lo que decidimos estirar un mapa y buscar la manera de adentrarnos por una vía terrestre. Una vez decidido el punto de inicio debíamos determinar quienes ingresarían.


-¿Quiénes deben ir contigo, Leon?- me preguntó Sammoi estableciendo el hecho de que yo iba desde la partida.


-Debo suponer que no puedo negarme a esto.- contesté.


-Es solo un pueblo casi inhóspito… tú has estado en lugares peores.


-No le temo a Silent hill, la verdad es que poco y nada conozco de este lugar… pero sí le temo a Raynolds y a su mente enferma.


-Leon, antes de venir Raynolds nos dijo un lugar en específico ubicado en África, el cual fue corroborado por nuestros contactos en la zona y es cierto, el lugar existe y en él se ha encontrado bastante evidencia que involucra a la mafia bacteriológica, nuestros agentes encubiertos ya se encuentran monitoreándolo.


-No puedo conciliar el hecho que después tengamos que dejarle ir.


-Lo sé, y ninguno de nosotros quiere hacerlo, Leon. Pero hasta que no se nos ocurra algo, debemos hacerle creer que todo va tal cual lo acordamos.


En ese instante llegó Adam, acompañado con dos agentes más y tres efectivos militares, entre ellos Sussman.


-Bueno, ¿qué les parece si comenzamos?- preguntó Adam.- Este lugar me da mucho frío… fffrrrrrrrrrriiiiiiooooooooooo………


-Bueno, solo necesitaré a tres hombres que me acompañen. Clark, tú serás uno de ellos.


-A la orden.- respondió el joven muchacho.


-Sussman, tú también vienes.

Mi amigo asintió con la cabeza sin mayor objeción.


-Y tú también, Adam.- dije.


-¿Eh?


-Sí, de esa forma me aseguro que para cuando cualquier cosa rara suceda tú estés a mi lado, es más… - le dije y le esposé su mano derecha a mi mano izquierda.- listo, donde mis ojos te vean.


-Bueno… si eso te hace sentir mejor…


Tras chequear una y mil veces la comunicación por radio, finalmente nos dispusimos a dar inicio a la búsqueda Clark, Sussman y Adam quien iba pegado a mí nos alejamos del campamento militar ubicado en la carretera a las afueras del pueblo y nos metimos al automóvil en el cuál recorreríamos Silent hill. A los pocos minutos de recorrido nos encontramos con un obstáculo realmente inimaginable, Sussman detuvo el automóvil con violencia y casi nos volcamos.


-¿Están bien?- preguntó


-¿Qué ocurre?, ¿porqué has frenado así?- le pregunté.


-El camino está cortado…


Descendimos del automóvil para comprobar con nuestros propios ojos y ahí se encontraba un obstáculo que jamás habría imaginado en mi vida. La carretera estaba dividida, partida por un enorme acantilado que conducía a un abismo ciego, el paisaje no dejaba de parecerme aterrador. Me dio un poco de vértigo observar hacia el fondo y me hice para atrás, olvidaba que estaba esposado a Adam.


-Hey, ten cuidado…- me dijo.


-Miren… a ese costado parece haber un sendero, si caminamos en fila podemos pasar.- nos advirtió Clark, y en efecto, un estrecho sendero comunicaba nuestro extremo al de más adelante.

Para mayor precaución cada uno recorrió el sendero por separado, el suelo no se veía tan estable como para atravesar los cuatro de un solo viaje. Una vez estando del otro lado me comuniqué por radio con Sammoi para darle detalles de lo ocurrido.


-Sammoi, procederemos a pié. Un obstáculo impensado en la entrada del pueblo nos obligó a dejar el automóvil atrás. Repito, procederemos a pié ¿me copias?


-Fuerte y claro, Leon. – me contestó Sammoi a través del aparato.- Por favor, te agradecería que nos mantuvieras informados sobre cualquier cosa que suceda.


-Eso no lo dudes.- contesté


Luego de un par de minutos nos topamos con un enorme letrero a la orilla del camino, decía: “Bienvenidos a Silent Hill”, la bruma y la densa niebla se hacía cada vez más espesa y constante, el silencio lo cubría todo.


-Ya veo a que viene el nombre, lo único que se escuchan son nuestros propios pasos.- dijo de pronto Adam.


-Sácame de una duda, Raynolds… ¿qué fue lo último que supiste de tu hermano?


-Que lo trasladarían al hospital del pueblo… no recuerdo el nombre, pero ahí me dijo que lo llevarían… creo que tuvo un accidente automovilistico.


-El Alchemilla Hospital…- nos aclaró Sussman.- así se llama.


-Bien, vayamos a ese hospital.- dije con el ánimo de querer acabar esto de una buena vez.


Sin embargo la radio de Sussman comenzó a emitir un ruido bastante raro, como si estuviera captando una señal mal sintonizada. Este hecho se traspasó a todas las demás radios incluyendo también la mía, todos nos asustamos un poco… no sabíamos que pasaba.


-Oh-oh… - dijo Adam poniéndose a mis espaldas.- creo saber a que viene ese sonido…



De la niebla comenzó a emerger una criatura amorfa… caminaba como hombre, pero no lo era…







... por primera vez volví a sentir temor...

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viernes, 15 de octubre de 2010

Silencio












Recuerdo que era un día común y normal en el centro de operaciones e investigación (grupo al cual de un tiempo a esta parte pertenezco), revisaba los últimos detalles para participar en una misión que me conduciría a la india, pero sólo como supervisor a cargo, o sea por primera vez en mi vida no estaría en la línea de fuego arriesgando mi vida, sino que solo me limitaría a dar ordenes a través de un micrófono. La idea me tenía bastante entusiasmado… sin embargo todo estaba a punto de dar un giro dramático.


Ronald Sammoi, Sargento en retiro, se acerco a nosotros para informarnos de algo:

-Muchachos… ha sucedido algo.- nos dijo.- Adam Raynolds está con nosotros.


Adam Raynolds es uno de los criminales más buscados por el FBI y el gobierno de nuestro país, es alguien sumamente astuto y despiadado, su inteligencia va de la mano con la preocupación que tiene por la belleza y su manía por vestir bien y cuidar su rostro, muchas veces suele disfrazarse de mujer para escabullirse de la justicia. Cinco paises más se han unido en su pesquisa, pero durante casi ya dos años nadie ha podido dar con él… hasta ahora…


Sammoi nos llevó hasta el cuarto en donde se encontraba Raynolds, al parecer se había entregado por voluntad propia. Finalmente llegamos a la habitación y ahí se encontraba él, sentado junto a una mesa…. Al vernos sonrió.



















-Ahh… Leon Scott Kennedy…- dijo observándome directo a los ojos.- los años no han pasado en vano ¿eh?, te ves tan cansado… y viejo…, deberías disminuir el jamón y el alcohol.


-¿Porqué no está esposado?- le pregunté a Sammoi.


-No trae armas, se ha entregado de forma voluntaria…- me contestó Sammoi.- escuchen… debemos hacer un trato con Raynolds.


-¿Un trato?- preguntó quien me acompañaba momentos antes.


-Así es, nos dará información valiosa sobre lo que está ocurriendo en los países subdesarrollados y el uroboros. Tiene las guerrillas, fechas y nombres que nos hacen falta para completar nuestra investigación.


-¿Es necesario?... nosotros podemos hacerlo, Ronald.- le dije a Sammoi intentando evitar por todos los medios hacer un trato con Raynolds.


-Tardaríamos semanas y hasta meses en dar con la información necesaria, Leon. Para cuando logremos dar con los datos necesarios, la organización que hay tras el nuevo virus ya se habría evaporado y reagrupado en otro lugar, ten en cuenta que nosotros estamos bastante atrasados con el Uroboros en comparación con otra gente…


Adam nos observaba con una mirada casi infantil, como la de un niño que ve discutir a sus dos padres.


-Me opongo, debemos entregarlo al FBI y punto. Ellos le harán hablar.- dijo Sussman, el oficial que andaba conmigo.


-Si lo hacen, temo que negaré tener conocimiento sobre alguna amenaza bacteriológica mundial.- interrumpió Adam de forma tranquila y despreocupada.- Mis amigos de gobiernos extranjeros declararán a mi favor para que se me conceda amnistía y saldré en libertad antes de que ustedes puedan decir “pastel de moras”.


-No entiendo…- dije acercándome a Adam.- pareces tener todo bajo control, ¿no?, ¿porqué has venido a nosotros?, ¿cuál es el trato?


-Es simple… ah, por cierto ¿me pueden dar una taza de té Earl grey?, es que ya es hora de mi merienda.


-¡Silencio!, este no es un club social.- bufó Sussman golpeando la mesa.- Eres un genocida, ¡deberían llevarte a la horca!


Sammoi logró tranquilizar al oficial quien estaba punto de perder los estribos, Raynolds en cambio se quedó de una pieza con cara de nene asustado.


-Uy que genio… olvidaba que esto es América, en fin… mi trato es bastante simple, caballeros.- dijo Adam.- Yo colaboraré con ustedes para que ganen la carrera en la investigación del nuevo virus y de todos los nuevos virus que algunas organizaciones están gestando, incluyendo lugares, fechas y nombres mas toda la evidencia que poseo y que ustedes tardarían meses o hasta años en conseguir, a cambio de que me den su palabra que me dejarán ir… y me ayuden a encontrar a alguien.


-Nos darás todo eso… a cambio de que no te arrestemos y te ayudemos a encontrar a alguien, ¿es eso?- pregunté.


-Dicho como un verdadero superdotado. Así es.


-No me fío…- continuaba Sussman.- Bien sabemos que “Adam Raynolds” es solo otro de tus tantos alias, nadie conoce tu verdadera identidad.


-Eso es lo de menos.- dijo Sammoi considerando la oferta.- Entonces si te ayudamos, contamos con que podremos evitar que la mafia bacteriológica siga amenazando al mundo, ¿nos das tu palabra?


-¡Palabra de Boy scout!- nos dijo levantando su mano derecha.


Sammoi, Sussman y yo nos miramos por un instante y al parecer llegábamos a un mutuo y silencioso acuerdo.


-¿Quién es esa persona?, ¿Qué antecedentes tienes?- preguntó nuevamente Sammoi.


-Bien, se trata de mi hermano. Es un año menor que yo y nos parecemos mucho, salvo que yo soy más guapo. Se encuentra perdido en un lugar ubicado aquí en América… solo tú Leon puedes encontrarlo.


-No he dicho que yo personalmente fuera a participar de la búsqueda.- contesté.


-Solo tú puedes hacerlo, leon…- me dijo Raynolds conmovido.- el lugar en el que mi hermano está no es un lugar cualquiera…


-¿Qué lugar es ese?- preguntó Sammoi.


-Es un pueblito del que quizás hayan oído antes… se llama Silent hill. Mi hermano está ahí, por favor ¿puedes hacerlo, Leon?





¿Silent... Hill...?

LEON S. KENNEDY 02:44 A.M.

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martes, 12 de octubre de 2010

Ashton: El triste caso del paciente Leon Scott Kennedy (Capitulo final)














Finalmente Preston me llevó ante quienes deseaban tenerme cautivo, yo iba con mis ojos vendados y mis manos estaban atadas a mis espaldas… podía oler que me acercaba a mi inminente ejecución. Aunque no poseía mi vista, podía oír los pasos de Preston quien me acompañaba a mi izquierda y un poco más atrás los pasos del francotirador quien momentos antes se aprestaba a eliminarme.

Finalmente llegamos a un lugar cerrado, en donde los pasos Formaban cierto eco, Preston en ningún momento se apartaba de mí y continuaba presionando el cañón de su pistola en mi costilla.


-¿Al menos es simpático?- le pregunté a Preston por el hombre con quien hablaría.


-Te aconsejo que cierres la boca, Leon.


Pasaron unos segundos y comencé a oír otros pasos que se aproximaban hacia nosotros. Por el sonido pude deducir que se trataba de un piso de cerámica y quienes venían llegando traían zapatos formales.


-¿Qué demonios está haciendo aquí y porqué está aún con vida?- preguntó de pronto una voz con autoridad, pude deducir que pertenecía a quien estaba a cargo de todo esto. Sin embargo, sabía que eso era lo que ellos deseaban hacerme creer en ese instante.


-Nos dijo que tenía información importante y clasificada que podía serle de su interés.- contestó Preston.


-Muy bien, que hable.- ordenó la voz.


-Gracias.- dije.- Pero antes de comenzar me gustaría saber qué garantías tengo de que voy a sobrevivir. Solo hablaré a cambio de que me dejen ir.


En ese instante la voz comenzó a reírse a carcajadas. Yo sabía perfectamente que aquel que estaba hablando no era mas que el vocero de quien verdaderamente estaba detrás de todo esto. Los pasos que se acercaron a nosotros correspondían a tres hombres, sumados al francotirador quien estaba atrás mio, a Preston y a mí eso hacía un total de 6 hombres en aquel lugar, aún no contaré detalles del porqué estaba tan seguro de que no habían mas hombres que quienes ya indiqué. Bueno, ahora la cuestión era identificar al verdadero mandamás que deseaba verme muerto, sabía que estaba entre los tres que llegaron al último, él permanecía callado, meditaba, obviamente me conocía y estaba nervioso… muy nervioso… yo podía oler su temor…


-Jajajaja… solo quieres ganar tiempo, temo que me subestimas, Leon.- dijo la voz al terminar de reír.- Conozco tus trucos.


-Así que nos conocemos, ¿eh?... mmm, eso lo hace un tanto mas interesante.


Hubo un silencio y en una fracción de segundos sentí el apretón de Preston en mi brazo izquierdo que señalaba mi victoria y tras eso vino la combinación de palabras que estaba esperando:


-Liquídenlo.- dijo la voz de forma seca y decidida.


-Espera, está bien… tú ganas… hablaré…- le dije rindiéndome.


-Estoy oyendo.


-Bien… en un comienzo no creí mucho sobre su veracidad, me negaba a otorgarle mayor crédito a lo que sucedía, pero a medida que fue pasando el tiempo no tuve más remedio que rendirme ante las aplastantes evidencias. Caballeros, no hay terror mas absoluto que el que pasaré a contarles, Raccoon City no es nada al lado de lo que están por oír,… una oscuridad siniestra cubrirá sus vidas a partir de ahora. Saluden al macabro perro que merodea de un lugar a otro y que cuando te ve a la cara… te sonríe….


Vino el silencio, nadie entendía nada de lo que yo estaba diciendo…


-Su sonrisa es sinónimo de muerte, y esta llega desde cualquier lado, ¿no es así, Preston?, ¿derecha, izquierda o centro?


-¡Centro!- me gritó Preston.


Y el fin llegó.


Creo que duró lo mismo que un suspiro.

Preston desvió su pistola de mi costilla liquidando al francotirador a mis espaldas y yo eliminé a los hombres de la izquierda y de la derecha que tenía frente a mí con mi mano libre bajo mis ropas, solo mi mano derecha estaba atada a mis espaldas junto a una prótesis falsa, mi mano izquierda estaba libre y sostenía una pistola apuntando hacia delante. Me quité la venda y observé al hombre del centro, se trataba del senador R…………….


En la cabaña, Preston me contó que se había prestado para este engaño pues habían amenazado a su familia de muerte. Hablé con él y le convencí de lo importante que es no permitir que esa clase de gente se saliera con la suya y que con un plan adecuado ambos podiamos zafar de ésta.

Planeamos que yo me rendiría, pero pediría hablar cara a cara con el organizador de todo esto pues tenía información importante que diría a cambio de mi vida, suponiendo que la persona orquestó todo esto movido por su ambición, esta misma permitiría que se diera el tiempo de entrevistarse conmigo para ver de qué se trataba y así poder darse cuenta si le convenía o no. Le dí precisas instrucciones a Preston de que mediante señas (como un apretón o cualquier tipo de tacto con mi brazo) me comunicara cuando identificara al mandamás del grupo, ya que sospeché de antemano que quien hablaría conmigo no sería el sujeto pues tendría la debida precaución de no exponer su voz. Gracias a un juego de nervios y manejo de tiempos, Preston logró darse cuenta de quien de los 3 hombres era la persona que me conocía y deseaba liquidarme lo antes posible.

Al final, Preston no dejaba de agradecerme y testificó a mi favor para enjuiciar al senador R…………., por conspiración, homicidio frustrado y una decena de cargos más por corrupción. El senador R………… planeaba ingresar al país un nuevo virus que sería usado como arma biológica, y para lograrlo debía eliminarme del mapa pues sabía que por aquellos días yo andaba tras aquel caso y me había aproximado lo suficiente para averiguar sobre quién era el contacto en los EEUU, era solo cosa de días para haber dado con su nombre.


Jamás asesiné a un niño.


Jamás volveré a dudar


Y creo que jamás volveré a Ashton.



¿Un perro que sonríe?... esa es una de las razones por las que no volveré...

LEON S. KENNEDY 02:12 A.M.

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miércoles, 6 de octubre de 2010

Ashton: El triste caso del paciente Leon Scott Kennedy (Parte III)
















Aquella noche no pude dormir muy bien, no sé, andaba raro. El tic-tac de mi reloj sonaba unas tres veces más fuerte que de costumbre y para variar la soledad de mi cabaña era el escenario perfecto para que mi mente imaginara toda clase de ruidos y cosas que me mantuvieron en alerta. De pronto, unos golpes en la puerta me sacaron de aquel desquiciado estado de paranoia. Se trataba de Preston quien venía a charlar conmigo.


-Hola, uy ¡que cara!... te ves un poco demacrado.


-Estaba intentando dormir, Preston…- le dije.


-¿Tan temprano?, van a ser recién las 10 de la noche.


-Con razón no podía dormirme… bueno, ¿qué puedo hacer por ti?


Le hice pasar y tomamos asiento en la sala de estar, yo cogí una silla de la mesa mientras él se sentó en uno de los cómodos sillones que hay junto a la ventana, luego sacó un pequeño encendedor de un bolsillo de su chaqueta y lo mantuvo en sus manos.


-Así que… te quieres ir.- me dijo.


-No me digas nada… Dan te lo ha dicho, ¿no es así?


-Así es.


-Lo sabía… - exclamé.- Así es, planeo largarme.


-Por dios, Leon… - me dijo y luego encendió la llama del encendedor por unos segundos, luego lo volvió a apagar.- Diablos, olvidé mis cigarrillos en la otra chaqueta. Pero dime, ¿a que viene esa actitud de “fuga”?, ¿no te sería más fácil aceptar la ayuda que se te intenta brindar acá en Ashton?


-Nada de lo que pueda decirte en estos instantes hará que lo veas desde mi punto de vista.


-De hecho ya lo sé, crees que hay una conspiración en tu contra, ¿no es así?


Preston ya lo sabía, era mi fín. La última persona que yo deseaba que tuviera alguna noción de lo que estaba pasando era Preston. De pronto y sin saber cómo… le vi el lado chistoso al asunto y comencé a reírme…



-¿Mmm?, ¿qué es tan gracioso?

-Jejeje… es que debí suponerlo… jajaja, debí suponer que Dan no era de fiar… ¿Cómo confiar en un ex - empleado de Umbrella que vendió a su propia empresa? Jajajaja.


-No lo sé, al menos a mí me asusta el grado de paranoia que puedas desarrollar…


-De hecho… no es extraño pensar que Dan sea parte de la trampa…


-Estás entrenado y eso puede ser muy peligroso…


-Y si Dan es parte de esto, quiere decir que… tú también lo eres, Preston.


Me abalancé sobre el médico y logré neutralizarlo, cogí un cuchillo que había sobre la mesa y lo empuñé cerca de su garganta.


-¡Leon! ¿Que estás haciendo?, Detente antes que esto pase a mayores…


-Mas vale que la cortes con tu rutina de “médico-enfermo”, sabes perfectamente porqué hago esto.


-¡No tengo ni la más remota idea!... ¿cómo puedo saberlo?


-Sé que no has venido solo hasta aquí… hay alguien allá afuera – le contesté llevándolo a la puerta de entrada.- ¿Exactamente qué planeabas?


-Oh, ¿no crees que esto ya se está volviendo un poco bobo?- me preguntó.


-La táctica del encendedor junto a la ventana es clásica… ¿a quien diablos le hacías esa señal, Preston?


-¡Oh, por favor!... solo quería fumar y olvidé mis cigarrillos…


-Tú no fumas, Preston.


-Claro que sí, pero eres tú quien no me ha visto hacerlo.


-Mmm… te conozco… me hubieses preguntado si podías fumar antes de haber sacado tu encendedor siquiera.


-Es ridículo, ¿de verdad estás discutiendo por un estúpido encendedor?


Tan seguro estaba en ese instante de que Preston no estaba siendo sincero conmigo, que preferí cambiar de táctica.


-Bien, te creo…- le dije.- si tienes razón entonces podré asomarme afuera y no habrá nadie en los alrededores, ¿no es verdad?


-Compruébalo con tus propios ojos…


-No…- le dije.- tú saldrás primero… quiero que abras esa puerta y seas el primero de los dos en salir.


-¿Eh?, ¿pero porqué?


-Porqué ahí afuera no hay nadie, ¿verdad?, es lo que has dicho y te creo… no tienes nada que temer.

Preston guardó silencio, intuí que intentaba zafar de la situación en la que se encontraba buscando cualquier excusa, lo que me permitió adivinar al instante de que todas mis sospechas eran correctas. Finalmente y tras haberse dado cuenta él mismo de que yo llegaba esa conclusión, terminó por confesar.


-Tú ganas, Leon…- me dijo sentándose en una de las sillas.- Hay un francotirador allá afuera esperando a que salgas.


-¿Por qué quieren matarme?


-Porque te has dado cuenta de lo que se ha planeado en tu contra… esas fueron las órdenes, si dabas con la verdad, debías ser eliminado al instante porque te consideran muy peligroso….




Hasta el día de hoy no sé si tomarme como un halago lo último...
LEON S. KENNEDY, 02:43 A.M.

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