miércoles, 16 de octubre de 2013

Ruidos molestos


Escucho ruidos… eso es todo.

Ruidos molestos si es que alguien me pide ser más específico…

Hoy los adolescentes suelen llamarle “música”. ¿En qué punto los ruidos molestos pasaron a llamarse música? Supongo que en el mismo punto en que los adolescentes pasaron a dominar el mundo… pasaron a controlar el mercado. Bien lo sé por Sarina Torres, adolescente de 15 años estrella de pop para jovencitos. Hoy está dando un concierto para 65 mil personas en recinto semi-cerrado.  Es una locura, durante un año de gira por los EEUU esta chica ha ganado más dinero que yo en todos mis años de vida… contando también las veces en las que mi trasero ha estado corriendo peligro. Bueno, qué más da… soy un hombre de mediana edad del cual nadie se preocupa… este mundo es así, y se pone peor cuando el dinero escasea. A propósito de dinero… me faltan 5 centavos para poder comprar una gaseosa en la máquina expendedora, creo tener unas monedas en algún bolsillo de mi chaqueta.

-¡Kennedy!, ¿qué diablos estás haciendo aquí?... ¿porqué no estás en tu puesto?- Me interrumpe de pronto la voz de Jackson, el supervisor de los guardaespaldas de Sarina. Es un negrote de casi 2 metros de altura con alma de general de ejército.

-¿Qué no lo ves, Jackson?... quiero una gaseosa, por cierto… ¿no tienes 5 centavos que te sobren?

-Oh, ¿te crees muy listo, verdad?- me dice acercándose un par de pasos desde el pasillo.- Sí, debes serlo si a tus treinta y tantos años debes aún estar buscando trabajo… y para colmo lo único que consigues es tener que cuidarle la espalda a una chica que en una noche gana más dinero que tú en una década.- el tipo me odia, pero no me preocupa porque es un sentimiento mutuo, y él lo sabe.- ¿Eh?, ¿qué sucede?... ¿callado?

-Me duele la cabeza.- le digo y con alivio encuentro al fin los cinco centavos en uno de los bolsillos de mi chaqueta.- Ese ese ruido, ¿sabes?... eso que canta Sarina. ¿Has escuchado “Purple rain” de Prince? Esa es una buena canción, buenos tiempos… lo de hoy la verdad es que no me va.

 Jackson baja la cabeza y esboza una leve sonrisa. Me va a cortar, lo sé. Francamente no me importa… no aguanto un día más de gira.

-Como quieras, perdedor.- me dice.- Tomate tu gaseosa y luego cubre tu puesto. Trabajas solo hasta hoy… buena suerte cuando estés en la fila de desempleados.

Se va, y la gaseosa sale de la expendedora. Fría, inerte… húmeda. La destapo y llevo su contenido a mis labios. De fondo sigue ese ruido y la voz chillona de Sarina haciendo que sus fans caigan en éxtasis. Con toda la calma del mundo regreso tras el escenario solo para que me paguen el día y no sea un despido justificado.

Desde mi posición tengo una vista privilegiada. Sarina y sus bailarines dando un gran espectáculo para otros chicos casi de su misma edad quienes gritan, cantan, lloran y se desmayan. Un mar adolescente se extiende por el recinto bailando y coreando ritmos envasados y letras que no dicen absolutamente nada. Me pregunto si yo en mi adolescencia fui igual, lo más probable es que sí.

Falta 1 hora para que el show de Sarina Torres termine, seguramente será la hora más larga de mi vida. He tenido muchas de esas, parado, bajo la lluvia… o muerto de calor, completamente solo o con la más tediosa de las compañías, ¿porqué si he tenido tantas siento que esta será tan tortuosa?, ¿porqué esta será tan condenadamente maldita? Casi deseo que algo suceda… que algo me salve del…

 

 


 

 

Entonces sucede…

 

Me costó distinguir los alaridos de éxtasis de los alaridos de horror… una a una las caras fueron transformando su alegría en muecas terroríficas. El rojo carmesí de la sangre fue salpicando cuerpos y esa mancha fue creciendo considerablemente entre la masa del público. Los pobres chicos no sabían hacia donde arrancar… comenzó el caos, la música se detuvo…

Sarina Torres por fin se calló la boca.

En el escenario los bailarines huyen, todo el mundo corre tras bambalinas, pero yo avanzo… firme y decidido. Salgo de mi posición y camino hacia el escenario preguntándome cómo y porqué… preguntas estúpidas, pero que por una extraña razón nunca me he dejado de hacer.  Aquí estoy, en el escenario… dueño del show, saco mi revolver y voy hacia el borde para enfrentarme al público, miles de chicos infectados… muy pronto lo entiendo:

Los infectados… los zombies… la muerte es mi público, y yo….

Yo soy la estrella.





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