jueves, 28 de abril de 2011

¿Jugamos?

Historia enviada por Karen Wolmurth desde México (Gracias Karen ^^)
















Antes solían gustarme los juegos… ahora los aborrezco…


A ella le encantaban los juegos…


Me encontraba en un cyber revisando unos informes de unos asesinatos por petición de un amigo de la policía, todo parecía tan común… tan normal, tan cotidiano…, de pronto por la pantalla del ordenador divisé una silueta de alguien que al parecer se había puesto justo atrás de mí para espiarme, sin embargo al darme vuelta… ví que no había nadie, “¿habrá sido mi imaginación?”, pensé, “de seguro estoy muy cansado”. Cobijándome en ese último pensamiento, continué con mi tarea frente al computador dejando de lado cualquier clase de paranoia. Luego, una chica pasó rápidamente junto a mí y me dejó una servilleta junto al teclado, quise detenerle, pero ya había salido a la calle y se había mezclado con la multitud. Regresé a mi asiento y no tuve más remedio que leer lo que había en la servilleta:

“¿Juegas?... resuelve esto en menos de 5 minutos o lo lamentarás…
¿Qué se vuelve apestoso y se lo llevan en un abrir y cerrar de ojos?
Ve hacia ello y salvarás tu trasero.”

Me levanté de la silla otra vez y salí del café hacia la calle. Miré para todos lados mientras intentaba encontrarle algo de lógica a lo que estaba sucediendo, pero me sobrepasaba, no entendía nada. De pronto en la esquina un camión de basura estaba vaciando los botes en el contenedor, corrí hacia él y le enseñé mi identificación de agente federal a los operadores y les pedí que por favor me ayudaran a revisar en la basura algo extraño, ni siquiera yo sabía que estábamos buscando, el resultado tal como mas o menos lo sospechaba fue nulo. Me sentí como un completo idiota… casi tanto como cuando un niño me embaucó con 80 dólares, pero esa sensación no duró demasiado al ver cómo el cyber en donde minutos antes me encontraba trabajando explotó en mil pedazos causando una gran conmoción en plena calle…

Los pensamientos iban y venían… tengo muchos enemigos como para poder atribuirle esto a alguno de ellos, bien podían tratarse de todos juntos. Esto era algo personal, había salvado mi trasero gracias al mensaje en la servilleta, pero tristemente muchas vidas perecieron en el lugar… eso último me enfureció por completo, ¿qué culpa tiene la gente inocente de los problemas o enemigos que yo pueda tener? Los candidatos que podían estar tras esto eran mucho, pero me quedé solamente con dos, uno de ellos podía ser la monstruosa asesina ligada a B.L.O.O.D. inc. Llamada Lilith, pero ella me creía muerto…, la otra posibilidad era Adam Raynolds, el excéntrico genocida que acostumbraba cambiar de identidad, este último tenía más chance de ser. Como sea que fuere, la posterior llamada que habría de recibir me disiparía todas las dudas… y es que en estos casos siempre, absolutamente SIEMPRE existe una llamada de alguien jactándose por el atentado cometido.

Anochecía cuando recibí la tan esperada llamada:

-Diga…- contesté.

-¿L-Leon?...

-Si,… ¿Quién habla?

-Leon, por favor ayúdame… soy yo… Ángela… ¿me recuerdas?- me decía entre sollozos. La única Ángela que se me vino a la mente fue una chica de la secundaria con la cual compartimos una linda amistad, pero que luego por sus incursiones en el satanismo y cultos diabólicos nos dejamos de ver.

-¿Ángela?... pero… ¿qué… que ha pasado?- pregunté golpeado por la confusión.

-Hola, Leon… ¿qué te parece si jugamos un poquito?- me preguntó de pronto una voz chillona y evidentemente fingida que irrumpió en la charla.

-¿Quién diablos eres?

-Soy quien te ha salvado el trasero esta tarde… como ves me gusta mucho jugar….- me contestó.- Tengo un lindo juego para ti, si ganas me entrego y ya no habrán más victimas inocentes, entre ellas… Ángela, y si yo gano pues… jejeje…

-Ahórrate tu teatralidad y dime exactamente que quieres.

-En la carretera 62, alrededor del kilómetro 124 hay un pequeño bosque… no traigas a la policía porque lo sabré y perderás…- me dijo y posteriormente colgó.

Tal como era de suponerse no dudé en pedir refuerzos para exactamente 45 minutos después de yo haber llegado al lugar, no me gustan los psicópatas y jamás sentiré simpatía por ellos, pero sería muy feliz estando 5 minutos a solas con este… mano a mano.

Llegué al lugar de madrugada y mi desconfianza aumentó a un 200% al divisar de forma tan fácil a un muchacho tirado en el suelo con sangre en su cuello y a unos pocos metros más allá a Ángela amarrada a un árbol con una mordaza en su boca. Intentó hablarme, pero la mordaza se lo impedía


Le hice un gesto de “silencio” mientras me acercaba pistola en mano al chico que yacía moribundo en el suelo. Al estar lo bastante cerca lo moví con mi mano izquierda y pude ver una cicatriz horrible en su cuello, tal parecía que había muerto degollado. Sin embargo, había caído en la trampa más absurda del mundo… el chico no estaba muerto y de una patada arrojó mi arma lejos para luego intentar clavarme una cuchilla en mi pecho, por suerte estoy entrenado, solo mis reflejos me salvaron de una muerte segura y logré esquivar el mortal filo del arma blanca. Retrocedí unos pasos para recuperarme de la impresión, pero el chico no me dio tregua y volvió a abalanzarse sobre mí lleno de ira.

-¡Muereee!- gritó, pero esta vez le recibí con una llave y un fuerte golpe en la nuca que lo durmió por completo.

-¿Cuántos son?- le pregunté a Ángela mientras la desamarraba y le quitaba la mordaza.

-¡Dos!, ¡es él y una muchacha!... por favor, Leon… ¡ayúdame!... me han ocupado para llegar a ti… no sé que quieren…

-Ni yo lo sé…- respondí desanudando las sogas.- a este ni siquiera le conozco, para cuando despierte tendrá que responderme muchas preguntas.


Iba a utilizar la soga para amarrar al muchacho que yo creía inconsciente, pero nuevamente me confié demasiado y se dio vuelta rápidamente para apuntarme con una pistola desde el suelo. Era el fín, iba a morir en manos de un desconocido y lo que es peor, sin saber porqué… a lo lejos las sirenas de unas patrullas le distrajeron y aproveché esa fracción de segundo para irme con todo sobre él.

-¡Llamaste a la policía!... ¡ha hecho trampa!- gritó el muchacho a su cómplice que debía estar oculta por algún lado.

-¡Ángela corre!- grité y ella obedeció al instante, yo mientras tanto me encargaba de neutralizar al agresor.- y tú, vil pedazo de mierda… ¡dime quien eres!

-Jajajaja…. De todas formas vas a morir…jajajaja… tú y tu amiga…- me contestó dándome a entender que la muerte esperaba a Ángela en medio del bosque y yo prácticamente le había ordenado ir hacia ella.

-¡Maldito!- exclamé y le cerré la boca con un golpe que le voló un par de dientes, ahora sí podía estar tranquilo…, lo até con las sogas y esperé a que los primeros policías llegaran al lugar para entregarlo.

-¡Leon!, ¿estás bien?- me preguntó uno de ellos.

-Sí, llevense a este, hay una mujer más por ahí armada y puede ser peligrosa. Tengan cuidado- les advertí.- voy por una civil secuestrada.

Anduve unos minutos por el bosque hasta que me topé nuevamente con Ángela quien permanecía acurrucada junto a un árbol con cara de loca y en actitud de “escucha”.

-Trampas… trampas… - repetía una y otra vez.

-¿Ángela?...- pregunté acercándome a ella.

-Ssshhhht- me dijo.- Escucha…

Me quedé en silencio y al cabo de unos segundos una explosión llegó a nuestros oídos, luego supe que el chico a quien había amarrado estaba cargado con un explosivo bajo sus ropas, había volado en mil pedazos llevándose con él a una decena de policías que había llegado al lugar. Logré recuperarme del susto y tomé a Ángela del brazo.

-Vamos, debemos irnos. Quien sabe cuantas trampas hay en este lugar- le dije llevándomela.

Alcanzamos a avanzar dos metros y Ángela no pudo contener más su risa, estalló en carcajadas que retumbaron en medio del silencio de la noche.

-¿Qué te ocurre?, ¿te han drogado o qué?- pregunté.

-Jajajajaja… no…jajaja

-Entonces cierra la boca, ¿no has dicho que había una chica junto al psicópata ese?

-Si, soy yo.- me dijo con un tono de voz que me heló la sangre.

A esas alturas yo esperaba que fuera a volar en pedazos tal como el muchacho, pero en vez de eso me apuntó con una pistola mientras intentaba calmar su sonrisa nerviosa.

-Jejeje… como ves, Leon…. Las terapias psicológicas no funcionaron muy bien conmigo…jejeje, pero siempre quise volverte a ver, desde aquella vez en el antiguo cementerio, ¿recuerdas?

-Como olvidarlo…- le contesté.- yo también esperaba verte algún día, pero no de esta forma.

-Alex Astromonov me habla por las noches, ¿sabes? Y me pide venganza… y qué mejor venganza que esta…

Si no se me ocurría nada, iba a morir y la verdad es que nada se me ocurrió asi que lleno de ira y de rabia contenida por estar metido en jueguitos como este me fui contra ella, disparó dos veces y una de las balas me dio en el brazo derecho. Pero ya era tarde para ella, logré quitarle el arma y descargue toda mi furia apretando de su cuello, apreté con todas mis fuerzas, sus ojos me observaban aterrados y algo me quería decir, pero yo no le dejaba, estaba cegado.

-¡Mueree!,¡ todos estos años planeando esto!, ¡muere de una vez!

De pronto unas manos me jalaron hacia atrás, habían llegado al lugar los demás policías e intentaron controlarme, finalmente lo hicieron. Me senté sobre un tronco mientras los demás policías iban a esposar a Ángela, en ese momento lo recordé…
-¡Esperen!, ¡tiene explosivos!- grité.

Y en efecto, la muchacha solo alcanzó a descubrir su blusa antes de activar la bomba, ya que el certero disparo de un policía novato le voló la tapa de los sesos a Ángela… la dulce, extraña y única Ángela.


No lo recuerdo muy bien, pero creo que esa noche lloré… ¿Quién iba a decirme en secundaria que una de mis mejores amigas iba a morir 17 años después frente a mis ojos?


Adiós, Ángela.







Otro oscuro día en la aldea global...

LEON S. KENNEDY 02:22 A.M.

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lunes, 25 de abril de 2011

El fin del principio

Historia envíada por Lady Bateman desde Argentina (Gracias, Lady!)




















Desde niño mi madre solía decirme que yo iba a llegar a hacer algo grande y que estuviera desde donde estuviese, se sentiría orgullosa… un mes después ella murió.
Papa era bueno conmigo, si me portaba bien, salíamos a matar animales. Una vez mate a un conejo, blanco, con un rabo peludo y con forma de Pompon. Decidí llamarlo así… Pompon. El era una buena mascota, pero era muy perezosa, casi ni se movía, y odiaba esas vetas rojas que tenia. Papa decía que no podría tenerlo por mucho tiempo, que no seria bueno para la higiene de la casa… así que esa misma noche la cocino para mi, la acompaño con una buena cacerola de verduras… esas que te hacen fuerte y activo, según decía mi madre.

Pero el tiempo pasó, yo me sentía encerrado, enjaulado como un animal de circo. Le dije a papa que me iría de casa pronto… el no lo tolero. Trato de retenerme, pero cuando me di cuenta, el terminó igual que Pompon. Acostado de lado, con esas mismas vetas asquerosas y deformadas que tanto detestaba.Lo arroje al bosque… y luego de cenar, tome mi mochila y me fui.

Al llegar al asilo, una niña que caminaba por el borde de una barandilla fue lo primero que vi. Se veía tan indefensa, sabia que iba a caer, así que la sujete de un brazo y le dije que estaba mal lo que hacia. Ella me tomo de la mano y me dijo que la acompañara en su juego.Las hamacas me resultaron un reto muy divertido y peculiar, las constantes subidas y bajadas me daban la ilusión de que podía volar… eso me gustaría… volar.Se hizo tarde y la niña debía partir hacia a su casa, la acompañe y cuando llegamos al umbral de la puerta comenzó a llorar. Le tendí un regalo, lo único que me quedaba de Pompon, su pata exhumando vetas rojas. Ella lo tomo feliz y pronto se desvaneció en la noche.

Me dirigí a la parte mas baja del abismo y divisé muy a lo lejos, un edificio, enorme, casi parecía tocar las nubes. Entre sin apuro, salude a un amable caballero de traje que esperaba junto con su difunta mujer contemplando su vacío ataúd. Apenas lo vi, tome el primer elevador que se abrió.Un timbrazo anuncio mi llegada al fin del mundo, el frío me calaba los huesos, pero no se sentía mal… de hecho curaba las múltiples heridas que aun supuraban esa tibia sangre.
Mi madre me llamo apenas toque el borde, mire hacia arriba, a pocos metros mío, una sombra radiante de luz me observaba… alcé una mano, pero no la alcanzaba… madre, por que te alejas de mi?. Volví hacia atrás, tal vez algo de impulso me ayudaría a llegar hacia ella. Corrí con todas mis fuerzas, sintiendo como el frío y el viento me cortaban la cara y al llegar al borde salte como nunca antes, estirando los brazos para llegar hacia ella… pero… no pude tocarla, sus manos se apartaron de las mías con asco… por que mama?. Será por que yo fui el que curo tu sufrimiento?, el me dijo que lo hiciera… tu sufrías y yo quería verte bien.
Mama… por que me dejas?.Mi cuerpo flotaba sobre un paraíso de nubes, donde pequeñas hormigas lo habitaban. El fuerte viento casi me dejaba desnudo, hasta que algo duro y firme me detuvo. Se sentía tan bien… la sangre tenia un gusto delicioso y la textura de ella en mis dedos era mas que extasiante.Mama me llamo esa misma tarde, su rostro estaba empapado en lagrimas. Se sentó junto a mí y me dijo que había sido un mal hijo y que allí me iban a curar de la enfermedad que asesino a mi padre… “perteneces aquí”, me dijo antes de desvanecerse entre la horrible sombra del sombrerero.

Al llegar a mi habitación, me recosté sobre la suave pared de terciopelo rojo, pase mis dedos por ella, no se sentía como el terciopelo fresco… era mucho mas áspero, mas coagulado, hasta mi lengua lo siente distinto. Me pare y me dirigí a la ventana enrejada, que esta a lo alto del piso, apenas pude sentir el calor proveniente de la chimenea, donde dicen que dios quema a sus muertos. Allí la vi a mama, caminando lentamente hacia las llamas. No quería verla sufrir, así que lleve mi uña del dedo anular a mi ojo y me lo arranque… la risa de mama se opacaba con los gritos del infierno.Pase mi mano por mi rostro… era suave, su textura era casi orgásmica. Caí de rodillas al techo con placer… Pero ese día no morí, por que aunque lo intente una y otra vez, el sombrerero no me lo permite.



La enfermera me dijo que ya no lo intentara, por que Pompon se volvería a enojar conmigo.


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jueves, 21 de abril de 2011

Un bebe recién nacido apuñalado 44 veces y arrojado por la ventana

Sin nombre, ni créditos.




















Hacía varios días que deseba un tiempo para descansar y finalmente sucedió. Recuerdo haber salido de la escuela una hora más temprano que de costumbre un extraño día de otoño hace varios años atrás, me encontraba particularmente agotado aquella vez. Al andar un par de cuadras pude notar que alguien me seguía… solo ví a través del rabillo de mi ojo que se trataba de un hombre de mediana estatura con abrigo largo y negro, casi sacado de alguna película de misterio. Comencé a apurar el paso y me abrí camino a través de la gente que a esas horas infestaba las calles. Corrí y corrí hasta que logré llegar a casa sano y salvo. Fui hasta mi habitación y decidí cambiarme de ropa para antes de cenar, sin embargo tuve que quedarme con las ganas ya que justo un perro con alas me observaba desde afuera por la ventana hacia dentro…
… opté por ignorarle así que baje nuevamente para cenar y mi esposa ya me tenía el plato servido en la mesa, todo bien, supongo pero a la mitad de la cena a ella no le gustó que yo reclamara por la falta de sal en la sopa así que se puso bastante violenta conmigo e intentó golpearme… por poco lo logra, sin embargo logré clavarle un destornillador en el cuello antes de que la cosa pasara a mayores. Luego la enfermera vino y se enojó conmigo por haber dejado tal desastre en el salón y se puso a limpiar la sangre que salía del cuerpo de aquella desconocida….

Mientras limpiaban el piso me senté a esperar para que me atendieran así que me instalé junto al antipático perro con alas que momentos antes observaba mi desnudez a través de la ventana de mi cuarto… mientras esperábamos jaja… jajaja… me contó un chiste muy gracioso jajajajaja…

… esperen jajaja… era… era algo así como “¿saben que le dijo a su mamá un bebé recién nacido apuñalado 44 veces arrojado por la ventana….?” Jajaja

Jajajaja ¿no saben lo que le dijo?... jajajajaja jajajajajajajaja jajajajaja

Jajajajajajajaja…






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SIN NOMBRE, NI HORARIO.


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viernes, 15 de abril de 2011

Fool me once...

Historia envíada por Mery Grimm desde Argentina (gracias ^^)
















Acostumbro redactar los hechos más relevantes de mi vida (aunque a veces tan sólo garabateo lo que me pasa por la mente al momento de tomar el bolígrafo), pero en ésta ocasión recordé casi por casualidad una de los días más bizarros de mi existencia. Pocas veces me he sentido un completo imbécil… y ni que decir que me suceda en dos oportunidades durante el mismo día. Así que paso a contar cómo fue que me recibí de Mr. Arrebatado sin ningún motivo…

Había pasado poco más de un mes desde el incidente de Raccoon City y, aunque me avergüenza un poco admitirlo, no se me daba muy bien cuidar de Sherry. En un principio Claire había decidido quedarse con ella, pero debido a su contienda interminable para encontrar a su hermano me había pedido de favor que tomara bajo mi custodia a la niña hasta dar con sus familiares lejanos. Motivos más que suficientes, si me preguntan, para justificar que tuviera la cabeza en cualquier lado: es sorprendente que pueda patearle reiteradas veces el trasero a un zombie pero no pueda recordar que una pequeña debe alimentarse al menos cuatro veces al día.

De todas maneras creo que cualquier persona en su sano juicio implementaría todas sus facultades mentales (y, de hecho, físicas) en medio de una misión, así que en mi defensa diré que mi concentración era admirable aquella noche. Si hubiera sabido lo que me aguardaba… Creo que aún así hubiera ido hacia Winter’s Wood. Soy estúpido e inevitablemente impulsivo y tengo el complejo del héroe, lo reconozco. Así que cuando me llegó el dato de que allí se estaban llevando a cabo pruebas biológicas con niños ya estaba andando antes de acabar de atar mis borceguíes. Sabía que los científicos de White Umbrella habían sido inmundamente creativos a la hora de erigir sus monstruos y de sólo imaginar a pequeños angelitos mutando en…

Y aquel pensamiento me hizo voltear el rostro hacia atrás antes de salir de mi apartamento. En medio de mi sofá estaba durmiendo Sherry. La promesa que le había hecho a Claire era de suma importancia para mí, la pequeña era pura y exclusiva responsabilidad de Leon Scott Kennedy, pero aún así…

-Hey, hey –le susurré a Sherry mientras le acariciaba el hombro-… Despierta.

-¿Qué…?

-Escucha, tengo… unas… cosas que hacer ésta noche, así que…

-Puedo quedarme sola –me respondió tragando saliva, pero con la voz firme.

-Sé que sí, pero no es necesario –me encogí de hombros-. Te dejaré en la jefatura de camino. Iré por ti antes de que te des cuenta, lo prometo.


Sherry me observó dubitativa por unos segundos pero entonces reconoció la prisa en mi mirada. Independiente y autosuficiente como siempre había demostrado ser se acomodó la ropa y tomó una pequeña mochila antes de asentir con el rostro indicándome que ya estaba lista. Y en menos de quince minutos había detenido el coche en frente de la comisaría. Era cerca de la medianoche y allí no había mucho movimiento, pero le encargué a casi todos en el edificio, en especial a mi compañero Ryan, que tuvieran un ojo puesto en ella porque era muy hábil para escabullirse.

La misión era peligrosa en más de un sentido. En primer lugar nadie más que yo sabía la ubicación de Winter’s Wood, una pequeña villa en las afueras de la ciudad (qué conveniente, ¿verdad?) que en realidad por ahora eran varias hectáreas colmadas de materiales de construcción y maquinaria pesada destinados al proyecto de un empresario acaudalado que pretendía crear una metrópolis. Desconocía la identidad del mencionado en aquellos momentos, pero tiempo después me enteré de que no era otro que Ozwell Spencer. Sí, mi vida está llena de ironías obvias. La obra había comenzado hacía poco tiempo por lo que todavía no había cobertura para mi teléfono y era muy probable que ninguno de los empleados de Spencer quisiera prestarme su laptop para enviar un e-mail de emergencia si necesitaba back-up. Así que estaba solo.

El sólo hecho de conducir mi coche hasta allí hubiera sido un poco reconfortante, pero en su lugar tomé una motocicleta que había sido confiscada de la estación de policía. Llevaba días reconsiderando mi profesión como un simple poli, pero qué va, no tenía nada mejor que hacer por el momento. Bueno, a excepción de misiones secretas en las que meterme puerilmente en la boca del lobo era la figurita repetida. Así que en cuanto avisté los tractores y demás máquinas de excavación a medio kilómetro aparqué y comencé a peregrinar hacia allí con paso sigiloso. Con lo rápido que había sucedido todo a penas había recordado tomar mi arma, así que sonreí levemente al comprobar que el cargador estaba lleno. De todas maneras hubiera deseado llevar puesto mi chaleco de Kevlar, pero supongo que todo en la vida no se puede.

Me tomó algunos minutos recorrer el camino empedrado hasta adentrarme en la villa, pero eso me dio tiempo de evaluar mi entorno. No había ningún sonido particular que evidenciara lo que supuestamente estaba sucediendo allí, pero tampoco reinaba el silencio sepulcral que me hubiera alertado. Cada grillo acompañaba mi caminata con su canto melancólico y la ventisca noctámbula me despeinaba el flequillo con sumo cuidado. Todo era completamente uniforme, lo que me hizo considerar que tal vez había sido más impulsivo de lo normal. Después de todo inclusive a Umbrella debía parecerle atroz realizar experimentos biológicos en niños… Aún así ya estaba allí, así que no me costaba nada echar un vistazo por los alrededores.

La luz que desprendía la luna era suficiente como para reconocer las siluetas de los artilugios y las montañas de material… Pero en general no hallé nada que pudiera contener un laboratorio. Aquello realmente estaba en construcción y aunque la tentadora opción de que hubiera algún compartimiento secreto que llevara a un subsuelo me daba vueltas por la cabeza decidí ser prudente y sensato por una vez. ¿Cuáles eran las chances de que saliera con vida por mi cuenta de allí si la cosa se ponía seria? Lo mejor era trazar un plan, comprobar las fuentes, tomar mi chaleco antibalas antes de salir…

Así que enfundé mi arma y desanduve el camino hasta donde había dejado la motocicleta, pero cuando llegué hasta allí mi vehículo ya no estaba. Lo que implicaba que definitivamente había al menos una persona más que yo en la penumbra. Antes de tragar saliva volví a sacar el arma y apunté hacia todos lados, presa de la confusión. Pero era inútil, si lo que querían era liquidarme estaba a su merced.

-Señor Kennedy –me habló una voz masculina que no reconocí-… No se ha tardado nada.

-¿Quién eres, maldita sea? –me enfurecí- Enséñame tu rostro.

-No creo que sea necesario, tan sólo soy el mandatario. Además no confío en lo que lleva entre las manos, sabrá disculparme.

-¿Mandatario de quién? –pregunté intentando mantener la calma y forzando la vista a mi alrededor.

-Tampoco es necesario que lo sepa –respondió la voz y ésta vez sonó más cerca de mí, lo cual me puso algo nervioso.

-¿Entonces, qué? –le quité el seguro a la pistola en señal de amenaza.

-Entonces, nada –se rió-… Como habrá visto la villa está vacía. Así que su presencia aquí no es necesaria.

-Devuélveme mi motocicleta y me iré con gusto –declaré.

-Me temo que no será posible… Pero le deseo un buen viaje de regreso hacia la comisaría… Adiós.

-¿Hacia la…? ¿Cómo sabes que…?

No tenía idea de a quién pertenecía la voz de mi interlocutor, ni el paradero de la motocicleta… y francamente no me importaba. Había caído en la trampa de quien fuera que estuviera detrás de la farsa de Winter’s Wood por culpa de mi arrebato. Mi complejo de héroe volvía a jugarme una mala pasada.

Ya no sentía calor y la transpiración se había vuelto imperceptible en mi cuerpo para cuando aquel coche se detuvo en la carretera. Había estado corriendo más de cinco kilómetros y era la primera señal de vida con la que me encontraba. El conductor era un hombre adulto que se sorprendió un poco cuando le enseñé mi placa y le pedí que me llevara hasta la jefatura de la ciudad, pero sin emitir sonido dejé en claro que llevaba un arma, así que no lo pensó demasiado y en menos de una hora llegué a destino. No hizo falta adentrarme en las oficinas para darme cuenta de que allí había sucedido algo. Desde lo de Raccoon City había desarrollado un sexto sentido que me anunciaba el peligro… y aunque allí ya había sucedido lo peor, había algo en el aire que me hacía fruncir el entrecejo. Mi chofer piso el acelerador y desapareció a la vuelta de la esquina sin que pudiera darle las gracias, y apenas puse un pie dentro de la jefatura tuve un dejá vù. Me sentí nuevamente en mi primer día como policía. Frente a mis ojos todo lucía como si un torbellino hubiera devastado todo el amoblado y había papeles que todavía volaban por los rincones por la insistencia de los ventiladores de techo. Había varias manchas de sangre derramada recientemente en el suelo y aquel silencio sepulcral que tanto me había sugerido mi cerebro desde hacía rato como prueba de que algo andaba mal. Di algunos pasos hacia la habitación en la que había dejado a Sherry y tan sólo avisté su pequeña mochila sobre el escritorio de uno de mis compañeros, Ryan Palmer. Y para mi sorpresa él también estaba allí, en posición fetal detrás del reclinatorio.

-Ryan, ¡Ryan! –vociferé acercándome a toda prisa y chequeando sus signos vitales. Aún tenía pulso, pero muy débil- ¡Ryan, vamos, vamos! –lo tomé entre mis brazos manchando de sangre mi chaqueta y pantalón, ya que tenía varias heridas de balas alrededor del chaleco de Kevlar.

-Leee-ee-on –a penas abrió los ojos pero fue suficiente para que tomara el teléfono de mi bolsillo y llamara a una ambulancia.

-Descuida, Ryan, la ayuda viene en camino –mentí-, ¿qué ha sucedido?

-La… la-a-a niña-a-a –y entonces tosió sangre.

-¿Dónde está Sherry? ¡¿Dónde?!

-Era u-u-u-una tram-m-m-mpa, Le-e-e-on.

-Lo sé, ¡maldito teléfono! –me enfurecí porque daba ocupado- ¡¿No tienen otra línea en un sucio hospital?!

-Ken-ken-kentu-tu-tucky –balbuceó antes de perder el conocimiento.

-¿Kentucky? ¡¿Qué hay en Kentucky?! –grité y entonces Ryan volvió a abrir los ojos.

-Cum-cumberland Mounta-ta-tains… Spen-n-n-n-ncer…

Y entonces dejé de sentir el pulso de Ryan. Nada de lo que había dicho tenía sentido para mí, pero parecía tenerlo para él… lo cual ameritaba que le prestara atención. Al fin respondieron del hospital y en menos de cinco minutos varias ambulancias arribaron a la comisaría. En total había cinco oficiales muertos, incluyendo a Ryan, y dos novatos que estaban cubriendo sus horas como cadetes. El reporte oficial dijo que dieron batalla pero el enemigo era superior en número, lo cual confirmé en cuanto fui por el video de la cámara de seguridad. En los trajes de cada uno de los hombres enmascarados que habían llevado a cabo aquella masacre estaba dibujada una pequeña sombrilla roja y blanca y no tuvieron ninguna duda a la hora de asesinar a quemarropa a todos los que se interpusieron en su camino hasta Sherry. Y entre gritos, disparos y blasfemias… oí a uno de los mercenarios mofándose sobre el renacer de Umbrella en la mansión Spencer. En respuesta Ryan decía que la mansión había explotado, pero entonces, y luego de descargar un cartucho entero de balas en él, el agente volvió a reír mencionando a Cumberland Mountains.

Luego de una búsqueda rápida en Google di con la ubicación de las montañas, al este de Kentucky, y haciendo algunas llamadas se me confirmó la sospecha de que allí sucedía algo extraño. Desde Europa algunos de los ex miembros de S.T.A.R.S. continuaban con sus investigaciones para acabar con Umbrella y por pura suerte tenía en mi poder el teléfono de Jill Valentine. No creí que respondería, pero tres tonos después oí su voz. Ella me confirmó que el doble agente Albert Wesker aún necesitaba muestras del G-virus y se corría el rumor de que la hija del difunto Birkin podía conservar en ella un embrión… Así que me envió los detalles por fax y me deseó suerte antes de cortar la comunicación. Pero que un mercenario de Umbrella cometiera la estupidez de soltar la lengua en un lugar colmado hasta la coronilla de cámaras era algo inaudito… Aún así si había la más mínima posibilidad de que hubieran llevado a Sherry hacia donde él había dicho era mi deber comprobarlo. ¿El complejo de héroe otra vez? ¿O más bien la culpa del cuasi héroe? Todo había sido una trampa desde el principio para secuestrar a la niña cuando yo estuviera fuera del radio… ¿Ahora querían que fuera a Kentucky? Con mucho gusto. Engáñame una vez, ¡qué vergüenza por ti!; engáñame dos veces…

Iban a ser las cinco de la madrugada en cuanto me subí al coche y comencé a conducir en dirección a la universidad. A penas me había percatado de que estaba lloviendo. Me había prometido que no volvería a poner en peligro a nadie por culpa de mis errores, pero esto excedía mi autosuficiencia… Claire tenía que saber lo que había sucedido. Así que le envié un mensaje de texto poniéndola en aviso, pero unos minutos después me llamó por teléfono y acordamos encontrarnos a mitad de camino. No estaba seguro de cuál sería su reacción cuando me viera, en especial porque las cosas entre nosotros habían quedado algo extrañas, pero lo más importante por el momento era encontrar a Sherry.

Estaba hablando por teléfono con Kevin Ryman, un viejo amigo, en cuanto avisté la motocicleta de Claire por la carretera. Y unos momentos antes también había telefoneado a la persona más confiable para mí en todo el mundo. Algo me decía que íbamos a necesitar toda la ayuda que pudiéramos conseguir…





¿El peor enemigo de un escritor?... el sueño.

LEON S. KENNEDY, 04:33 A.M.


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lunes, 11 de abril de 2011

Navideath















El asesino Navideath llevaba matando desde el día 05 de diciembre.


Asesinó a 3 familias completas, compuestas generalmente por ambos padres y un niño, los escabrosos detalles que se filtraron a la prensa no ayudaron para nada a controlar el alarmante grado de temor que se había desatado entre los habitantes de la ciudad. El asesino actuaba disfrazado de santa claus y en vez de traer un saco lleno de juguetes traía una metralleta oculta con la cual asesinaba a sus víctimas. No parecía seguir un patrón determinado lo que vino a hacer más difícil aún las cosas para la policía.

Ya se acercaba el 25 de diciembre y la policía había hecho un comunicado público en donde para la semana de dicha fecha se prohibía cualquier acto, servicio o tarea en la que cualquier persona se disfrazara de santa claus. La paranoia y el terror era absoluto, todo esto alimentado por la mastodóntica campaña en los medios sobre su persona y los crímenes, mas el auge que la prensa le estaba otorgando al asesino Navideath. Todos imaginaban un monstruo, nadie podía dar con algún retrato hablado coherente dado por testigos, nadie podía dar con su identidad, nadie podía detenerle…

No sabría describir muy bien el sentimiento que me hizo salir de casa para ir en busca del asesino, muchos podrán haber pensado que se trataba meramente de autocomplacencia, o de querer demostrarle algo a alguien, etc. Pero yo estaba seguro de que el día 25 de diciembre por la mañana Navideath volvería a matar… no podría resistirse a la ocasión.

Con la policía en alerta máxima supuse que el escenario más propicio para el asesino sería un sector mas bien modesto, ubicado en los suburbios de la ciudad, lugar que lamentablemente no cuenta con la misma atención ni protección policial que en los sectores mas acomodados, al menos así lo pensé poniéndome en el lugar del enigmático asesino. La nieve caía sin mayor consideración aquella gris mañana de navidad…, eran ya las 6 de la mañana y me encontraba camuflado con un grueso abrigo blanco con gorra sobre un destartalado edificio en construcción. Los binoculares me ofrecían un nítido panorama de lo que sucedía alrededor mientras los copos de nieve cada vez se hacían más gruesos. De pronto, un leve ruido llegó a mis oídos desde abajo, me acerqué a la orilla y miré hacia la calle y fue ahí que vi a santa claus deslizarse con mucha dificultad a través de la nieve bajo aquel frió y gris paisaje. Una brisa helada caló hondo en mi corazón, estaba completamente seguro que se trataba de él, mi corazonada había sido correcta, no habían policías cercas… éramos solo él y yo.

Al fin tenía a aquel monstruo frente a mí...

-¡Hijo de puta!- grité arrojándome desde la altura sobre él. Caímos sobre la nieve y no le di chance alguna de darse cuenta de lo que ocurría hasta no dejarle inconsciente. Sin embargo, le subestimé por un segundo y me respondió con el mortal filo de un puñal oculto bajo sus guantes, y yo completamente desarmado. Mal, Leon, muy mal.


-¡¿Quién diablos eres?!- exclamó mientras intentaba pararse, yo jadeaba apenas con el dolor del corte recibido en mi mejilla izquierda.


-Soy Santa claus y vengo a darte tu regalo.- le respondí conectándole un gancho en la mandíbula que lo volvió a arrojar al suelo, en ese momento comenzó a hurguetear en el saco que había caído junto a él, en busca de su arma y solo alcanzó a dar tres disparos con su metralleta antes de que me arrojara encima para intentar arrebatársela.


Mientras forcejeábamos en medio de la espesa nieve comencé a reflexionar que esta no era la navidad que los niños de aquel barrio merecían tener… todo era un maldito círculo vicioso de violencia y de tiros que se repetía una y otra vez de forma constante…, a la distancia pude ver a un pequeño de 5 años que nos observaba pelear desde la ventanita de su habitación en el 2do piso de una casa, seguramente los tiros de la metralleta le habían despertado. Intenté terminar lo antes posible con Navideath, quien gracias a su precaria condición física cedió ante mis golpes y pude noquearlo al cabo de unos segundos.

Ya no había más monstruo…

Ya no había más Navideath…

Ante mi solo tenía el cuerpo inconsciente de un hombre flacucho y desquiciado, disfrazado de santa claus, que por llevar quizás que clase de vida había decidido truncar la de los demás. Sin embargo aún no terminaba la historia, me quedaba algo por hacer… algo para salvar la navidad y mantener la ilusión de quienes eran inocentes.

La familia ya había bajado al primer piso cuando santa claus tocó a la puerta aquella mañana de navidad, una mujer abrió.


-Feliz navidad, dulce señora.- le saludó santa.- por favor no tema usted, he aquí que soy el verdadero santa claus y he venido a regalarle este caramelo al pequeño de la casa.


El niño que momentos antes se había asomado por la ventanita de su cuarto a ver la pelea ahora con curiosidad se acercaba a la puerta. Le regalé los caramelos, mis binoculares y él a cambio me dio su sonrisa y una nueva esperanza.







No recibí regalo alguno aquel día de navidad...

LEON S. KENNEDY, 00:02 A.M.

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lunes, 4 de abril de 2011

Una luz en la penumbra

Historia enviada por Lady Bateman desde Argentina (Gracias Lady B :) )















Treceavo día del mes, para ser exacto un viernes, y justo nieva… que hermoso día.
En este momento estoy pensando seriamente en tomarme vacaciones luego de esta tortura. Hace ya un mes estamos metidos hasta el cuello con Chris Redfield en esta misión en Europa, en un pueblo cercano a una supuesta cede de White Umbrella.
Observando por la ventana de nuestra cabaña sentí un escalofrío recorrerme de arriba abajo en cuanto sentí la respiración de mi compañero golpear mi cuello.

-¿en que andas Leon?.-


-ahm, nada. Tal vez... disfrutando el paisaje. – dije en un suspiro, admirando el interminable camino de nieve y las montañas luchando por tener un lugar en las nubes.


-ya veo. Por que no te vas a recostar?, hace rato que estas ahí parado chupando frío.


-supongo que tienes razón – di un pequeño bostezo mientras observaba a Redfield por el reflejo de la empañada ventana. – me recostare un rato en el sillón. Despiértame si me necesitas para algo.


-De acuerdo. – dijo con una extraña sonrisa en su rostro.


Lentamente y arrastrando los pies, me acerque al calido fulgor de la chimenea, la admire un rato, viendo como las llamas crecían y se achicaban, hacían formas en el viento, me hipnotizaban lentamente. Hasta que el sueño volvió a mí y me recosté en el cómodo sillón de cuero, dándole un último vistazo al fuego y cerrando los ojos.


-¿que carajo estas haciendo aquí?.


Estaba en algo que parecía un galpón y hacia mucho, mucho frío. Estaba solo en ese vacío oscuro en el que solo una tenue lámpara iluminaba el cerrado lugar, al parecer hecho de alguna madera, muy gastada y hecha trizas… el olor a muerte no se hacia esperar. Desenfunde mi arma de Kendo y comencé a caminar, apuntando a todo lo que parecía moverse.


-Sr. Kennedy… esta solo Sr. Kennedy. – parecía la voz de… Salazar.


-¿quien ha dicho eso?.


Nada, el silencio se hacia tan presente como mi temor a nunca jamás salir de allí.


-Sr. Kennedy… están muertos Sr. Kennedy.


Un destello blanco me hizo soltar mi arma y taparme los ojos, los cuales parecían no tener protección a tal brillo. Despacio los fui abriendo, mi vista era demasiado borrosa y solo podía distinguir varias bolsas raras colgadas y exhumando un líquido oscuro.


-Sr. Kennedy… que ve Sr. Kennedy?.


Afrontando el dolor, mis ojos empezaron a adaptarse a la potente luz. Subí de a poco la vista y…


-oh por dios no…


Caí de rodillas al piso al ver de qué se trataba todo… mi familia, mi familia entera, mis amigos… todos colgados, algunos con grandes pedazos de piel faltante, otros en los huesos. Todos estaban muertos, todavía soltando las últimas gotas de sangre de su sistema.


-Su corazón Sr. Kennedy… su corazón.


Un crujido horrible anticipo la caída de los cuerpos, sus sogas se cortaron e hicieron que todos chocaran con fuerza el piso, haciendo que a varios se les reventara la cabeza, bañándome en sesos y sangre.


-no, no, no… esto no puede ser. – sollocé observando mi sucio reflejo en un charco de sangre, de mis padres.


-Su corazón, Sr. Kennedy…


Subí la vista con miedo… Claire, estaba colgada en medio de la habitación, al parecer muy golpeada y con sangre cubriendo la mayor parte de su semidesnudo cuerpo, todavía sufriendo algunos espasmos.

-no… Claire no!.


Me levante de un golpe y corrí hacia ella, resbalándome con sangre ajena en el camino.Saque mi cuchillo de combate, mientras intentaba que Claire se recargara en mí para no perderla, hasta que la cuerda cedió y su delicado cuerpo cayó rendido en mis brazos.


-vas a estar bien Claire, por favor, no me dejes.


Sus ojos pronto encontraron los míos, una lágrima se desprendió de ellos y luego… comenzó a reír, a reír muy secamente como burlándose.


-Esta muerto Sr. Kennedy… esta muerto.


Claire comenzó a convulsionar de la peor manera, trate de sujetarla con fuerza, hundiendo mi cara en su hombro para calmarla. De pronto todo quedo en silencio, su cuerpo ya no se movía. Lentamente me separe de ella y cuando la observe era… era una versión descuidada de mi, con una sonrisa pegada en su rostro, la mirada perdida y las muñecas cortadas.


-Leon… Leon!, despierta. –


-ahh!. – me senté de un sopetón en el sillón. Chris estaba sentado en frente de mí, sorprendido.


-¿Que paso?. –


-Yo… yo… - estaba tan agitado que las palabras no salían como deberían.


Chris pasó su pulgar por mi mejilla, aun con esa mueca de preocupación.


-estabas llorando… -


Aparté su mano y lo mire fijo, nunca había visto tal mirada en el.


-¿tuviste una pesadilla?. – dijo en voz baja, como hablándole a un niño pequeño.


Comencé a llorar, intentando secarme las lágrimas mientras iban cayendo. Chris me detuvo y me tomo de los hombros, haciendo que mi cabeza se recargara en su fuerte pecho.


-todo esta bien Leon, no paso nada. – decía mientras apenas se movía de un lado a otro, acurrucándome.


Me sentí tan indefenso, tan triste, pero Chris ignoro las lágrimas en un hombre y en vez de alejarse despacio y nunca más dirigirme la palabra, simplemente me abrazo y me contuvo como nadie lo había hecho y… ya no me sentía solo.

Mientras el pequeño arrullo de Chris calmaba mi llanto, me quede dormido.








...

LEON S. KENNEDY, 03:34 A.M.


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viernes, 1 de abril de 2011

Hermanos

Historia enviada por Jose Batista desde Panamá (gracias, José! ^^)



















Hace unos días me toco ser testigo de uno de los más grandes actos de sacrificio que haya hecho alguna persona por el bienestar de otra. Personas con la determinación y valentía de Lott Klein le hacen bastante falta al mundo, teniendo en cuenta que él ya había vivido en carne propia los horrores provocados por Umbrella cuando tenía tan solo 12 años.

Eran las cuatro de la madrugada y me encontraba ya afeitado, duchado y abrigado en la sede de la B. S. A. A. en espera de una reunión con agentes militares en la sala principal. La última experiencia que tuve con ellos en Europa donde se me engañó para ir en busca de una niña, y hasta donde Hunnigan estuvo metida, me hizo jurar que jamás volvería a aceptar ninguna oferta de esta organización al menos por un largo tiempo, sin embargo las circunstancias muchas veces… cambian. Al ingresar en la sala principal me encontré con una curiosa escena donde un hombre rubio de melena larga estaba siendo reducido por dos soldados mientras este intentaba golpear a un oficial de rasgos africanos que observaba al joven de forma condescendiente, tal parecía que el joven ya había recibido lo suyo por parte de uno de los soldados. Ese oficial de rasgos africanos era ni más ni menos que Josh Stone de la subdivisión de la B. S. A. A. en el continente negro.

-Leon, gracias por venir.- Me saludó un oficial estrechándome la mano.- Mi nombre es David Foreman, te presento al oficial Josh Stone.- dijo señalándome al oficial africano, este último se limitó a hacerme un gesto con la cabeza.


-Caballeros, siempre es un placer… aún cuando sean las 4 de la madrugada…- respondí.


-Muchas gracias por venir, esperábamos que hicieras entrar en razón a este jovencito…


-¡No soy ningún jovencito!- respondió el sujeto aludido gritando a todo pulmón, acto seguido logró propinarle un codazo en el rostro a uno de los soldados que le sujetaba, provocándole una hemorragia nasal.


-Leon, hace tan solo unas horas un ex empleado de Tricell amenazó con esparcir el G-virus a través del sistema de alcantarillado en la ciudad de Detroit…- comenzó a explicarme Josh mientras el soldado golpeado era atendido.- El sujeto en cuestión se llama Giovanni Gionne…- dijo ofreciéndome una fotografía en la cual aparecía un hombre calvo de chaqueta negra.- Es primo de la antigua directora de la sede de Tricell en el continente africano, Excella Gionne, quien se encuentra actualmente bajo arresto, si no liberamos a su prima infectará todo Detroit. Nosotros ya hemos rastreado su ubicación.

En ese momento me percaté de que el hombre pelirrojo me observaba fijamente esperando alguna respuesta de mi parte.


-Comprendo… ¿pero porqué no acudieron a Redfield?... ¿exactamente que desean de mí?- pregunté.


-Que por favor me ayudes a salvar la vida de mi hermana.- Habló finalmente aquel joven.-Mi nombre es Lott Klein y mi hermana se llama Lily. Cuando yo era apenas un niño, un amigo tuyo nos salvó la vida a ambos en medio del desastre de la isla Sheena… esto ocurrió hace más de 10 años atrás, esa vez nos dijo que no dudáramos en contactarte a ti si es que nos encontrábamos en peligro alguna vez. Mi hermana tiene ahora 21 años y está atrapada por ese loco de Giovanni allá en Detroit. Ella es la única familia que tengo… la única familia que me dejó umbrella y su manto de terror…, y no estoy dispuesto a perderla. Te suplico por favor, que me ayudes y ratifiques la confianza que un día aquel amigo tuyo depositó en ti.


-Bueno… ahí está la respuesta a tu pregunta…- comentó Foreman.


Por alguna razón en particular la mirada de Lott y sus motivos me hicieron recordar a Claire. Finalmente acepté ir a Detroit junto a él en busca de su hermana Lily. Cuatro helicópteros equipados mas un contingente militar por tierra en caso de que no hubiera más remedio que bombardear el lugar para detener el foco de infección nos acompañaban a la ciudad. Durante el trayecto me fijé que Lott observaba en silencio siempre una fotografía que supongo era de su hermana Lily.


-¿Te puedo hacer una pregunta?- me dijo de pronto justo cuando llegábamos sobre el objetivo.


-Por supuesto.


-En la B. S. A. A. hay personas que hablan mucho de ti…


-¿En serio?- le pregunté con curiosidad.


-Así es, creo que llevan un buen tiempo sondeando tus acciones y dicen que le salvaste la vida a la hija del presid…

En aquel punto la frase fue interrumpida por un ensordecedor estruendo acompañado de una cegadora luminosidad salida prácticamente de la nada, luego supe que nos habían dado con un misil. Caíamos a una velocidad desgarradora mientras en el interior todo era un caos, recuerdo haber cogido a Lott de su chaleco antibalas y lo arrojé fuera de la nave, luego me dispuse a hacer lo mismo con Foreman, pero este me empujó hacia fuera antes de que yo lograra hacer algo. Finalmente pude ver como el helicóptero detonó en mil pedazos al caer encima de una antigua fábrica a tan solo metros de nosotros, mientras Lott y yo aterrizábamos como podíamos gracias a los mini-paracaídas. Todo era metal retorcido y achicharrado por el fuego, en medio del humo y la destrucción pude escuchar una carcajada que a primeras luces pude identificar como las de Giovanni.


-Vamos… es Giovanni…- le dije a Lott intentando reanimarlo, ya que se encontraba herido producto de su mala caída.- se encuentra cerca… vamos, ¡arriba!

Levanté al muchacho como pude y al cabo de unos segundos logró recuperarse. Entramos a la fábrica que se trataba de un lugar enorme con todo tipo de maquinarias pesadas, la familiaridad del ambiente me armó de valor para lo que sucedió después. De pronto un leve olor que rezumaba desde la segunda planta captó mi atención y de inmediato le hice una seña a Lott para que desenfundara su arma, el muchacho lo hizo y pude apreciar una nueve milímetros marca BERETTA, la antigua arma reglamentaria de S. T. A. R. S. Al llegar al 2do piso escuchamos un chirrido espeluznante que remeció todo el complejo, alcé mi cabeza y vi a una criatura verde de forma humanoide que hubiera pasado por un gorila deforme de no ser por las extrañas escamas en su piel y la garras de 10 cms. que adornaban su brazo derecho. En ese mismo instante Lott, con una puntería sorprendente, disparó dándole entre ceja y ceja al bicho atravesando limpiamente su frente y matándole de inmediato.

-Vaya… ¿quién te enseñó a disparar así?- le pregunté felicitándolo con una palmada en su espalda.


-La experiencia… acabemos con esto de una buena vez, Leon.


Posteriormente entramos a un salón totalmente oscuro. Estuvimos a tientas durante unos segundos al no poder distinguir nada hasta que mis pies dieron con algo duro y ovalado, con mi linterna pude comprobar con horror que se trataba de una jeringa con restos de sangre y de un liquido morado. Aún no podía asimilar las ideas en mi cabeza cuando súbitamente las luces se encendieron y ante nosotros aparecieron montones de cadáveres tanto de soldados de la B. S. A. A. como de criaturas que reconocí como “lickers”. Lott se abalanzó entre los cuerpos para correr en dirección a uno en especial, acto seguido le tomó el puslo para chequear sus signos vitales.


-Leon, es mi hermana y está herida…- me dijo Lott con su rostro desencajado.- debemos sacarla de aquí.

De pronto el rugido de una bestia nos volvió a la realidad sacudiéndonos el cerebro, Lott recogió a su hermana y la alejó llevándola en brazos inconsciente. Giovanni se dejó caer en medio con su apariencia totalmente transformada, la mitad de su cuerpo había mutado al punto de que su brazo izquierdo no era más que una extremidad latiguda con una garra de treinta centímetros de largo, su hombro enseñaba un enorme ojo que se movía constantemente de lado a lado.


-Lo que faltaba…- murmuré con rabia. Lott y yo abrimos fuego al unísono, pero aún no le dañábamos lo suficiente como para detenerle. Giovanni se acercaba peligrosamente hacia nosotros abanicando una mortal varilla de metal. Entre los cadáveres pude distinguir un bonito y lustroso lanzagranadas el cual no tardé en coger, sin embargo el monstruo se abalanzó contra Lott quien con una fuerza y determinación sorprendentes arrojó a su hermana hacia mí para poder recibirle entre mis brazos, luego embistió al repugnante Giovanni, pero este le atravesó fácilmente el torso con la varilla de metal. Ante tal escena no hice más que disparar el lanzagranadas que gracias a dios le dio de lleno en el rostro repartiendo sus sesos y sus entrañas por todo el lugar. Cubierto de sangre me dirigí a asistir a Lott quien tenía su riñón y pulmón derecho prácticamente destrozados.

Lily y Lott fueron hospitalizados en el centro médico de la ciudad de Detroit donde les dieron un diagnóstico estable, pero de sumo cuidado. Josh me acompañó en todo momento aquella noche y yo también a él, de alguna manera pude comprender porque Chris Redfield y él eran tan amigos.

-Me habría gustado ver a David aquí con nosotros…- me dijo con una voz profunda evidenciando su pesar. He perdido tantos amigos…


-Conozco absolutamente lo que sientes…- le respondí apoyando mi mano en su hombro para consolarle.


-Mira quien viene a verte…- me dijo de pronto Josh observando por sobre mi hombro.

Me di vuelta y un hombre de cabello castaño de rasgos relativamente familiares me miró con detenimiento y luego estrechó mi mano.

-Cuanto tiempo, Leon… soy Ark Thompson.







El día más largo de mi vida….

LEON S. KENNEDY, 01:46 A.M.


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