jueves, 8 de abril de 2010

Arkleys






















Primera parte





Dicen que la escuela es lo más parecido a una prisión cuando uno es niño.

Lamento no poder opinar lo mismo ahora que he probado lo que es una prisión de verdad…

Mi experiencia en la prisión de Arkleys tuvo altos y bajos. Momentos de profunda frustración y angustia, y otros un poco menos ingratos en los que comprobé el real valor de la libertad humana. Sin embargo no dejo de calificar mi experiencia en ese lugar como algo que no deseo volver a repetir jamás.

Llegué a Arkleys en pleno invierno, nos encontrábamos todos los reclusos esposados de pies y manos, y unidos uno al otro por un cordel que se enganchaba a unas hebillas que se encontraban en nuestras cinturas. El bus que nos trasladó a la penitenciaría tenía sus asientos dispuestos en un orden vertical, todos ubicados a ambos costados. Así que el grupo de reos que se sentaba de lado derecho se quedaba viendo de frente a los del lado izquierdo y viceversa.

Ya en el camino pude analizar mas o menos que clase de criminales me esperaban en Arkleys, y es que para un policía los estereotipos de de presos son algo mas que común.
El primer grupo que logré detectar en el camino a la prisión fue el de los criminales “reincidentes”, es un grupo de hombres fácil de reconocer puesto que muchas veces, o al menos en la gran mayoría, suelen saludar a otros presos que han ido conociendo a lo largo de sus estadías en distintas penitenciarias. Para ellos la cárcel no es la gran cosa, su vida se reduce a delinquir y a hacer grandes alardes de su peligrosidad, este último punto es algo clave en la vida criminal y el miedo lo es todo, por lo que no es raro para mí saber que muchos de estos hombres son solo la mitad de lo que dicen ser.

El otro grupo es el de los “aspirantes a”. Para mí esta clase de reos se hace un poco mas molesta que los reincidentes por el hecho de que lo único que desean es ser aceptados por los mas temidos y sueñan con formar parte del círculo de amistad de algún preso. También suelen exagerar sobre su pasado y se auto-atribuyen una peligrosidad a veces irrisoria, los “reincidentes” suelen adoptar a algunos de estos tipos como sus mascotas.

Y el tercer grupo fue el de los “principiantes”, en este grupo hay hombres de todas las edades, jóvenes, adultos, uno que otro anciano, pero todos aún conservan en su espíritu el valor y la esperanza de encontrar algún día la libertad. Generalmente sus crímenes corresponden a errores forzados o a descuidos lamentables y desafortunados, la culpa les corroe y el arrepentimiento es su pan de cada día. Sin embargo, no lo demuestran para nada, esa es la ley máxima entre los presos, jamás mostrar debilidad alguna.

Luego de ingresar a la guardia, nos reunieron a todos en el patio. Ahí fuimos liberados de nuestras esposas en las manos, mas no de la de nuestros pies, debíamos llevarlas obligatoriamente, no eran tan incómodas, pero no nos permitían correr puesto que nos impedían abrir nuestras piernas mas allá de 80 centímetros. Luego de esta ceremonia apareció el gendarme superior, hombre de barbilla cuadrada, con nariz de pliegues anchos y labios encorvados hacia abajo. Su aspecto se asemejaba al de una pared. Habló un buen rato, un discurso atemorizante en donde recalcaba una y otra vez que nos haría la vida imposible. A estas alturas yo ya estaba curado de espanto, fue un poco menos terrible que mi instrucción policial.
Hubo un instante en el que el gendarme superior se paseaba de un extremo al otro mientras hablaba hasta que finalmente e detuvo frente a mí, me miró de arriba abajo y leyó una línea del tablón informativo que llevaba en su mano.

-Kennedy, Leon- rugió con voz ronca.- homicidio simple, condenado a 8 años.

Luego de eso hizo una pausa, se me quedó mirando y acercó su rostro al mío.

-Acá sufrirás mucho, niño guapo…- me dijo.


Yo ni me inmuté, todo estaba saliendo de acuerdo a lo planeado…




(Continuará)


Esto da para largo, haré una segunda parte...
Leon S. Kennedy, 01:35 A.M.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Marcelo me llamo jose y soy de
PAnama soy un gran fan de leon kEnnedy desde hace rato Leo el diario y me parece muy bueno me gusto el ultimo relato sigue asi

Marcelo Carter dijo...

Hola, Jose, muchas gracias por comentar. Un saludo enorme y que bueno que te esté gustando la historia, ya está colgada la 2da entrada.

salu2