jueves, 22 de abril de 2010

Arkleys

Quinta parte






















Mi encuentro con Marshal sucedió durante la noche, por la tarde Alexander me había conseguido un puesto como recogedor de lavandería en el ala de máxima seguridad. Esta era una zona aislada dentro de Arkleys con cuatro filtros de inspección para cualquier visitante, en todo momento me debía acompañar un guardia, quien se quedaba aguardando en la entrada de cada celda mientras yo entregaba las sábanas y ropa de cama recién lavadas. Después de pasar el detector de metales y dos exhaustivas revisiones en las cuales tuve que desnudarme por completo para que los guardias examinaran mi ropa y sus costuras, por fin pude llegar al pasillo que conducía al sector de criminales peligrosos. Era un lugar sombrío y tenebroso, las frías y húmedas paredes se desplegaban a cada lado, tras ellas el testimonio de hombres enfermos y crueles que han arruinado su vida y la de otros para siempre. Ingresé finalmente a la celda de Marshal, Matthew con mi carrito de lavandería, el guardia abrió la puerta de la celda, echó una ojeada al interior y luego me señaló que podía entrar.

Grande fue mi asombro al ver a Marshal. Se trataba de un tipo delgado, con tez pálida en vez de blanca, tenía ya una larga cabellera negra que caía sobre sus hombros y sobre su flaco y cadavérico rostro. Lo tenían de pié sobre una plataforma, atado de pies y manos. Al verme me sonrió.


-¿Y que le pasó a Alexander?- me preguntó a modo de querer entablar conversación.


-Enfermó.- le contesté.- lo estoy reemplazando en esto de la lavandería.


-Oh…


-Parece que eres un tipo muy peligroso.- le dije tomando la precaución de hablar en voz baja para que el guardia que esperaba en el pasillo no escuchara.- ¿estás inmovilizado las 24 horas del día?


-No, solo me inmovilizan cuando viene el de la lavandería, o cualquier visita en general… creen que mis impulsos homicidas pueden explotar en cualquier momento.


-¿Y es así?


-No- me dijo.- la muerte… es parte de la vida. Pero algunas personas no lo entienden.


-Yo sí- le respondí mientras cambiaba las sábanas de su cama.-la muerte siempre ha estado presente en mi vida, creo que siempre me ha rodeado…


-¿Cuál es tu nombre?... tu cara me es bastante familiar.


-De seguro me conoces.- le dije finalmente.- mi nombre es Leon… Scott Kennedy.


De pronto su cara se transformó y de la tranquilidad pasó al asombro.


-¿Eh?... pero tú… ¿tú no eres un S.T.A.R.S?…. ¿Qué haces aquí?


-No, no tengo nada que ver con S.T.A.R.S. ni nada de eso- le respondí.- he venido aquí a ayudarte.


-¿Ayudarme?, ¿y como? ¿porqué?


-Alguien te desea muerto, Matt. Así que debemos fugarnos de este lugar.


-¿Pero porqué razon?, soy un asesino…


-Escucha, no te puedo explicar todo en este instante, porque tengo un determinado tiempo para cambiar la lavandería. ¿te dejan salir alguna vez de este celda?


-Solo para ir al baño, cuatro veces al día.


-Bien, ¿Cuántas veces has ido hoy ya?


-Tres, la última me toca justo antes de la hora de dormir y del cierre de pasillos. Eso es como a las 10 de la noche.


-Bien, debo irme ahora.- le dije mientras metía la ropa sucia al carrito.- te mantendré informado… y con tus sábanas limpias.- quise bromear sarcásticamente, pero dudo si me habrá resultado.


Ya de regreso en mi galería y en mi celda compartí un té con Alexander quien fue a verme. Razkiel permanecía sentado junto a la luz de una lámpara de aceite, también tomaba té y comía un pedazo de pan dulce recién robado de la cocina.


-El elemento sorpresa, siempre es importante.- me decía Alexander.- durante la noche, mientras todos duermen y la guardia es baja, podrías huir con Marshal.


-A veces… ese tipo de sorpresas se hacen bastante predecibles.- le respondí mientras revolvía el azúcar en mi taza de té.- Por un lado, siempre alguien espera que sucedan cosas cuando el resto cree que nadie lo espera, no sé si me explico.


-Sí, sé a que te refieres. Pero, ¿Qué otra opción hay?


-En el día, mientras va al baño.- le contesté.- es de los pocos momentos en los que le es permitido salir de su celda.


-Eso es verdad, no tiene derecho a salir al patio para estirar las piernas, debe hacer ejercicios isométricos en su celda todo el día. Pero intentar fugarse a plena luz del día en el ala de máxima seguridad es prácticamente un suicidio, Leon… si algo sale mal, la pagarás muy caro y dudo que tu gobierno venga a darte una mano, negarán que te conocen y se alejarán lo más posible de todo esto.


No dije nada, el silencio me ayudaba a pensar. Luego de unos instantes una especie de chispa iluminó de pronto mi mente y con ello una idea comenzaba a tomar forma.


-¿Quién corta el cabello aquí?, ¿hay un peluquero?- pregunté.


-Un gendarme corta el cabello los fines de semana, solo a la población de baja peligrosidad, ¿porqué?


-¿Lo conoces?, ¿tienes trato con él?


-No mucho, no me agradan los cortes de cabello., ¿porqué? ¿Cuál es tu plan?- me preguntó finalmente.








Se viene una suerte de penúltima parte, siempre me vence el sueño a esta hora de la madrugada... intentaré escribir mi diario mas temprano.

LEON S. KENNEDY 02:12 A.M.


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