lunes, 19 de abril de 2010

Arkleys

Cuarta parte













Aquella noche tuve un sueño muy extraño…


Yo era niño y caminando por un parque me encontré con una multitud de gente que rodeaba un perro pastor alemán, el animal ya estaba viejo y débil, observaba a la multitud con ojos brillosos, llenos de temor, en ellos parecía clamar por misericordia. El perro tenía dos de sus patas heridas, como si se las hubieran cercenado, por lo que le era casi imposible caminar o desplazarse, yo sentía mucha pena por él y poco a poco me abrí paso entre la multitud hasta que logré acercarme. Fue en ese momento cuando apareció su dueño, era un hombre gordo y calvo con un rostro que evidenciaba una repugnante falta de escrúpulos. Se acercó al perro y le ordenó que andáse:


-¡Levántate, estúpido animal!- le ordenó vociferando. El perro intentó pararse, pero tal era el dolor por sus extremidades heridas que no lograba sostenerse en pié.- ¿Eh?, ¿acaso te quieres reír de mí?, ¡he dicho que camines!


El animal lo miraba con pena y miedo. Intentaba pararse, pero no podía hacerlo, llegaba incluso a aullar de dolor. El dueño, en aquel instante, sacó una vara de hierro y la blandió en el aire, en la multitud se escuchaban algunas risas.


-Yo te enseñaré, perro estúpido ¡camina!


Diciendo esto golpeó al pobre perro en su espinazo y este se tumbó en el suelo aullando de dolor, la multitud enloqueció, estaba eufórica, le pedían que siguiera golpeando al animal, “¡se está burlando de ti!” le decían algunos,”¡dale mas duro para que aprenda!” le decían otros. El hombre volvió a alzar la vara y la dejó caer dos veces mas sobre el pobre perro, quien lloraba de dolor. Yo comenzaba a desesperarme, toda esa gente adulta alrededor mío clamaba por mas golpes, y como yo era niño, pues nadie me prestaba atención. El castigo seguía, el hombre golpeaba al animal una y otra vez en su lomo y en sus costillas, el pastor alemán intentaba pararse, pero le llegaba otro golpe mas que lo tumbaba al suelo ”¡estúpido animal!” gritaba el hombre, hasta que en un momento dado le dio un golpe tan fuerte en su columna que se escuchó perfectamente el romper de los huesos, el perro quedó en el suelo…y de ahí no se movió más. La multitud que reía y vociferaba enmudeció y uno a uno comenzaron a dispersarse hasta que finalmente solo quedé yo. El perro botaba sangre por su hocico entreabierto y sus ojos, ya muertos, pero aún brillosos miraban lastimosamente la nada misma.


En ese momento desperté empapado en sudor.


Después del desayuno, llegó la hora de ejercicios, que tan solo consistía en sacar a los reos al patio durante dicha hora. Muchos de ellos solían caminar en círculos, otros aprovechaban y levantaban pesas (de fabricación propia, pero bastante efectivas) Hacía frío aquella mañana, por lo que salí bastante abrigado al patio, metí las manos en mis bolsillos y me dispuse a caminar, hubiese preferido haber trotado, pero las cadenas que unían nuestras piernas se nos hacían bastante incómodas para dicha acción. Al poco andar se unió a mi caminata Alexander, el tipo de la noche anterior que me había entregado papel de periódico y se había presentado como mi contacto en Arkleys.


-¿Cómo va eso de la nariz?- me preguntó de inmediato al percatarse de mi absurdo parche.


-Mejorando.- contesté.- quizá hubiese sido distinto de habernos reunido antes.


-Jejeje, era inevitable que algún reo quisiera buscarte pleito.- me dijo mientras sacaba una cajetilla de cigarrillos de su bolsillo izquierdo del pantalón.- siempre le buscan pleito a los nuevos y a los cara de “niños guapos”, ¿fumas?


-Francamente ya me tiene cansado ese asunto de “niño guapo”, ojala y me hubiese quedado una cicatriz bien fea en la nariz para cortarla ya con eso, y no, no fumo, gracias.


Continuamos avanzando un rato en silencio hasta que finalmente pregunté:


-Así que Matt Marshal está en el ala de alta seguridad, ¿Cómo son los guardias en ese sector?


-Bobos, como casi todos en este recinto penal.- me contestó exhalando humo de su boca.- pero lo que no tienen de inteligencia les sobra en violencia, son intimidantes, con un grado de astucia por sobre lo normal es fácil engañarlos.


-¿Ah, sí?- pregunté un poco incrédulo.- ¿tú has intentado escapar?


-No, la verdad no tengo donde ir. De poder huir, lo haría, pero… ¿dónde?, para qué?... sin familia, ni amigos, ni nada…


De pronto se calló, sintió que me estaba entregando más información de la necesaria, recordó que estaba en una cárcel y una de las reglas máximas de los convictos es “jamás demostrar tus sentimientos o algún grado de debilidad”, ser sincero y honesto en una cárcel es prácticamente un suicidio, pero creo yo que eso depende de con quien uno hable. Volví al tema central para no incomodarle.


-Bueno, si los guardias son fáciles de engañar, no deberíamos tener mayor problema. ¿Dónde ocultas las armas?


-¿Mmm?, ¿qué armas?- me preguntó con cara de cómo si yo le estuviera preguntando por un OVNI.


-Tengo entendido que los federales lograron infiltrar armas, que te dieron a ti para ocultarlas hasta que yo llegara.


No sé que tan graciosa podía sonar mi voz, o que tan gracioso podía verme con el parche en mi nariz, pero apenas dije eso, Alexander estalló en carcajadas.


-Jajajajaja…ay, chico…jajajaja ¿qué sabias tu de Arkleys antes de llegar?- me preguntó una vez que pudo controlar su risa.


-Pues que es una prisión con celdas y barrotes. He visto muchas en mi vida y esta aún no me impresiona.


-Pues, déjame decirte que esta no es como las que veías allá en casa, Leon… amnistía internacional no sabe que esta prisión existe, los defensores de los derechos humanos jamás han pisado este lugar. Acá los errores y las faltas se pagan con castigo corporal, las cadenas en las piernas son ilegales en toda cárcel del mundo ¿habías pensado en eso? Acá no es llegar y meter algo porque las autoridades no le hacen favores a nadie, ningún país mete sus narices aquí, ¿comprendes?


-Si fuera tan terrible así como dices… ¿de donde sacaste esa cajetilla de cigarrillos?- pregunté.- ¿o eres amigo de los guardias acaso?


-No, no lo soy.- me contestó medio enfadado.- el contrabando de cigarrillos y tripas de alcohol es común en toda cárcel y hasta en esta se da el caso, es fácil para los reos que hacen trabajos forzados, pues salen al exterior y las consiguen, luego las traen escondidas al regresar. Pero si los descubre algún guardia… la última vez golpearon tanto a un contrabandista que lo dejaron inválido… así es este lugar. Y tus federales te dejaron aislado y solo.


Hubo un silencio, breve, pero incómodo diría yo, luego finalmente pregunté:


-¿Has visto a la muerte alguna vez?


-¿Eh?, ¿Qué clase de pregunta es esa?


-Contéstame, ¿has visto a la muerte acorralarte y abalanzarse sobre ti en medio de la oscuridad?, o dime… ¿le has disparado a la muerte y ésta se te ha levantado desde el suelo una y otra vez para seguir atacándote?


Alexander me miró raro, pero no dijo nada.


-Pues yo sí.- le dije.-, he sido atacado por la muerte muchas veces y de muchas formas, la he visto en rostros conocidos y desconocidos, en rostros de mujeres y de niños, LA HE VISTO. Me ha perseguido a través de pasillos y callejones subterráneos angostos y claustrofóbicos, he sentido el aliento de criaturas repugnantes respirando en mi nuca. Cosas que harían que cualquier hombre con ametralladora y armado hasta los dientes se hiciera en los pantalones.


Alexander me miraba en silencio y con los ojos muy abiertos.


-Así que ninguna historia de hombres malos en una cárcel desconocida me asustará y me impedirá cumplir con mi misión y mi deber.


-Pero si no tenemos armas, ¿acaso estás loco?- me preguntó al fin reaccionando.


-Oh sí… la locura, la muerte y yo hacemos un gran equipo.- contesté.







Quinta parte y con ello entro a la recta final...

LEON S. KENNEDY, 01:27 A.M.



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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Weeeeeeeee yA viene el final

Jose

Anónimo dijo...

Marcelo ya te envie la historia la recibiste
Saludos
Jose

Marcelo Carter dijo...

José, gracioas por comentar. Te respondí en tu comentario en la entrada anterior. La verdad es que solo recibí una invitación de Windows live, la cual luego arrojó error y no puede acceder, jej. Envia tu historia como archivo adjunto o bien copiala y pegala en el mail que escribas a: amigosdeldiariodeleon@gmail.com

Un saludo y espero tu historia.

Mery dijo...

Me tienes pegaaaadííísima a la computadora!!

Esto se pone cada vez mejorrrr!!!

OMG!!!

Améé el final
"Oh sí… la locura, la muerte y yo hacemos un gran equipo"

Awesome <3

Besoos,,

Mery ;)