miércoles, 15 de agosto de 2012

Mi perseguidor




























El desierto africano…


Raras fueron las circunstancias que me obligaron a ir a ese lugar a causa de una razón militar, ligada naturalmente a un incidente bacteriológico desatado en una pequeña aldea de nombre extraño, tan extraño que ya no lo recuerdo. Una serie de hechos desafortunados y lamentables habían acabado con mi munición de armas y suministros de agua, me encontraba totalmente abatido e indefenso, sin contar también el hecho de que una herida producida por una esquirla de granada había roto mi rodilla… por lo cual no podía caminar, sino que a duras penas solo podía arrastrarme.

 Lejos de la aldea, y de todo contacto con algo medianamente “motorizado”, arrastrarme por la tierra, por el lodo, el follaje y la arena era todo lo que me quedaba por hacer, sin embargo… la vida me ha enseñado que todo siempre PUEDE SER MUCHO PEOR, así que ya el hecho de poder arrastrarme lo agradecía infinitamente. Me encontraba recostado bajo un árbol seco típico de la sabana africana cuando una llamada por radio me alertó, mi contacto y en ese entonces mejor amigo de infanteria me tenía una escalofriante noticia: La situación en la zona se había salido de desmadre y la orden desde los EEUU era retirar a todo el personal militar que había ido a la zona, no podían ir a recogerme, aún tras enterarse de mi paupérrimo estado, pero el helicóptero de mi amigo podía esperarme hasta 48 horas desde su posición a unos 20 kilómetros más al norte desde donde yo me encontraba. Así que sin perder más tiempo emprendí el agónico camino hasta el helicóptero, eran cerca de las 9 de la mañana y calculaba que a mi ritmo podía llegar poco antes del anochecer.

  A eso del mediodía salí de la agobiante humedad que me ofrecía la zona de árboles y abundante vegetación desde donde partí para encontrarme cara a cara con un desolador paisaje desértico. Comencé a arrastrarme por la arena y debí luchar contra toda clase de fantasmas que surgían en mi cabeza, todos ligados a la desesperación y al fracaso. En ese momento deseé haber aceptado la oferta de recibir entrenamiento de boina negra, pero ahora que lo pienso… para alguien que solo quería ser policía, y que duró un solo día en el puesto… como tal era mi caso, me reconfortó el hecho de salir airoso de varias situaciones igual de duras y extremas en el pasado. A eso de las tres de la tarde sentía que literalmente me estaba cocinando, me detuve y bebí un poco de agua de mi cantimplora, miré hacia atrás y pude ver el rastro que dejé con mi cuerpo al arrastrarme por la arena… me consoló el hecho de no ver la pequeña selva desde donde había partido, eso quería decir que había avanzado más distancia de la que yo imaginaba. Iba a reanudar mi marcha cuando un punto atrás a mi derecha llamó mi atención… me quedé mirándolo fijamente por unos minutos hasta que pude darme cuenta que se trataba de un hombre, un hombre que venía a mi encuentro. “Tengo dos opciones”, pensé, “esperar un poco más para ver si es alguien que me pueda ayudar… o perder minutos preciosos de escapatoria si es que se trata de un infectado”. Obviamente, me incliné por lo segundo, si se trataba de alguien normal correría hacia mí o me gritaría algo.

Fingiendo que no vi nada, reanudé mi camino y comencé a arrastrarme nuevamente. No fue hasta unos 15 minutos después que giré mi cabeza para mirar hacia atrás y allí, con horror descubrí que se trataba de un infectado, se había acercado cientos de metros… caminaba de forma torpe y lenta, pero aún así era más rápido que yo arrastrándome. Lo que más llamó mi atención fue que el infectado no era ningún desconocido, se trataba del piloto del avión que nos había llevado a la aldea… su apellido era Dwight, y habíamos charlado un poco sobre deportes, me contó que había hecho una fortuna apostando en un juego de los Lakers. Un golpe de terror impactó mi pecho y comencé a arrastrarme, esta vez redoblando mis esfuerzos para ir más rápido. Cada tanto iba mirando hacia atrás y comprobé que a ese nuevo ritmo podía mantener la distancia entre el zombie y yo, que eran unos 35 metros aproximadamente. Aún ante lo realmente terrible y trágica que era mi situación… no pude evitar sonreir un par de veces, era hasta cierto punto cómico verme a mi mismo escapando de un infectado a paso de tortuga, arrastrándome en el desierto. Al cabo de unas horas, y al sentirme un tanto cansado me detuve y decidí regalarle a Dwight un par de metros. En ese momento hice algo que de un comienzo supe que no resultaría, pero no podía dejar escapar la chance de experimentar…

-¡Hey, Dwight!- grité.- ¿Me recuerdas?... ¡soy Leon!, ¡Leon Scott Kennedy!

  El infectado continuaba acercándose a un temible paso lento.

-¡Dwight!, ¿recuerdas que me hablaste de los Lakers?- volví a insisitir-¡Por favor, no me comas, hombre!, ¡soy tu amigo Leon!

Pero era inútil, el infectado continuaba su marcha con una mirada perdida, reflejo de la muerte misma y una bilis repugnante chorreando de su boca.

-¡Como quieras!... pero te aseguro que no te va a ser fácil atraparme…, maldito idiota.- dije y comencé de nuevo a arrastrarme por la arena.

   Contrario a lo que la gente quizás pueda pensar, las noches en el desierto africano son igual de calurosas que en el día, sin embargo la luz del sol ya no me quemaba ni dañaba mis ojos, eso ya era bueno. La noche había llegado, y allí bajo la luna… yo luchaba por mi vida arrastrándome por la arena huyendo de un zombie, totalmente desarmado y malherido no podía darme el lujo de detenerme para regalarle más metros a Dwight. Obviamente erré mis cálculos, quizás durante la mañana lograría llegar al helicóptero, pero para ello no debía detenerme ni un solo segundo. Era ya entrada la madrugada y el cansancio no me daba tregua, sin embargo era mi vida la que estaba en juego así que solo debía preocuparme de no bajar tanto el ritmo.

-¿Hasta donde me piensas seguir?- grité de pronto hacia atrás.-Te tengo malas noticias, Dwight… estoy seguro que me ves y se te hace agua la boca por probar este bistec, pero tengo otros planes… y en esos planes no estoy incluido yo como plato de fondo.

Finalmente llegó el día otra vez. La distancia entre el infectado y yo se había acortado, pues forzosamente tuve que detenerme en algunas ocasiones para descansar y con ello Dwight avanzaba algunos metros… quedamos a unos 20 metros de distancia. A eso de las 10 de la mañana pude ver una edificación de baja altura en el horizonte, esa visión fue como un bálsamo para mi espíritu…. Continué arrastrándome con más fuerzas aún hacia ella. Al cabo de dos horas la distancia entre el zombie y yo era poco menos que de 10 metros… ya no me quedaban fuerzas, apenas y podía seguir arrastrándome. Mi mente estaba intacta, pero mi cuerpo… sobre todo mis brazos ya no daban abasto… más de 24 horas llevaban ya librando una dura batalla para mantenerme con vida. De pronto el sonido de un vehículo motorizado llegó a mis oídos, del recinto militar al cual yo arribaba, enviaron un jeep en mi auxilio…. Tardó solo segundos en llegar hasta donde yo estaba, yo me detuve, no tenía ya más fuerzas… hundí mi rostro en la arena. No me había percatado de cuan cerca se encontraba el infectado a mis espaldas, solo sentí un disparo y Dwight cayó a mi lado.

-Hola, Leon… ¿feliz de vernos?- me dijo mi amigo bajando del jeep con un rifle. Él había eliminado al infectado.

-Solo denme agua… luego vendrán los agradecimientos.- contesté dándome vuelta en la arena.

-Te vimos con los binoculares, ¿Cuánto tiempo llevabas huyendo del zombie?

-Lo suficiente como para tener pesadillas con él durante una semana…

-OK, ¿qué te pasó en la rodilla? No me digas que te mordieron… si es así el protocolo dice que debo balearte aquí mismo.- me dijo con cierto dejo de ironía.

-Muy gracioso…- contesté mientras me depositaban sobre una camilla.- lo recordaré, para cuando me convierta serás tú el primero al que voy a morder… después de tu esposa.



  Ese mismo día regresamos a EEUU. Aún me estoy recuperando de la rodilla, uso bastón, pero al menos no debo arrastrarme.





… todo siempre puede ser mucho peor.

LEON S. KENNEDY, 00:27 A.M.


2 comentarios:

Mery dijo...

Qué desesperación! Como si no fuera ya para volverse loco que a uno lo persigan, encima hay que tener la rodilla destrozada!
Este Leon y su mala suerte! pf!
De todas maneras me sorprende que no llevara un arma encima... Aunque eso le quitaría la gracia al relato, jaja.
Tal vez hubiera estado bien si había por allí una Green Herb... :P
Leon hubiera dejado de cojear al instante, jaja!

Saludoss!

Marcelo Carter dijo...

jeje, hola Mery. Pues Leon si iba armado, solo que sin munición =/

Tenía su cuchillo de servicio, pero bueno, mejor no arriesgarse xd

Seh, hierba verde, spray o los huevos que salieron en RE 5 u.u