lunes, 1 de noviembre de 2010

Silencio (capitulo 5)


















El hombre cabeza de pirámide continuó su lento andar hacia nosotros acompañado por el chirriar del acero siendo arrastrado por el piso metálico. Llegó a pararse a un metro y medio distancia de Adam y yo. Su hedor era insoportable… de pronto se inclinó hacia atrás y levantó la enorme espada del suelo, yo sabía que contaba tan solo con una fracción de segundo para hacerme a un lado antes de que el filo de su mortal espada lograra matar a uno de los dos, Sussman se encontraba unos cuantos metros a la izquierda empuñando su arma.

En ese instante, el cabeza de pirámide levantó la enorme y pesada espada por los aires… justo antes de dejarla caer con todas sus fuerzas sobre nosotros…


-¡Ahora!, ¡A un lado, Raynolds!- grité.


Ambos saltamos a la derecha y logramos esquivar una muerte segura, de una patada alejé unos centímetros al cabeza de pirámide de su espada que había quedado enterrada en el metálico suelo… eso nos daría tiempo para que Adam y yo la cogiéramos.


-¡Sussman, dispárale al cuerpo!- le ordené, y así lo hizo. Esta vez las balas no rebotaban, sino que los disparos se incrustaban en su piel y no le daban oportunidad de moverse.


Me abalancé sobre la espada y traté de empuñarla, sin embargo tal como lo sospechaba, su peso era demasiado para un hombre común. Le dije a Raynolds que me ayudara y finalmente entre los dos logramos desatascarla del suelo y la hicimos a un lado.


-Bien, ahora a la cuenta de tres… la levantamos y la dejamos caer con todas nuestras fuerzas sobre el pecho del cabeza de pirámide, ¿entendido?, no a la cabeza, sino a su cuerpo.- Adam me respondió afirmativamente, dando a entender que se encontraba listo.- Vamos…a la una… a las dos…y a las tres!


Ambos levantamos una vez más la pesada espada y la dejamos caer con todo lo que teníamos acompañado de un grito de rabia contra el cuerpo de aquel repulsivo ser. El mortal filo cortó su abdomen como si fuera mantequilla y una asqueroso y hedionda sustancia parecida a sangre coagulada brotó por el gran corte. El cabeza de pirámide gritó de dolor y poco a poco se fue arrodillando hasta caer muerto al suelo, un enorme charco de esa sustancia repugnante se había formado bajo su cuerpo.


-Vaya, este cuchillo sí que funciona…- dijo de pronto Adam rompiendo el silencio.



Finalmente salimos de aquel cuarto, yo lamentaba el hecho de que la espada fuera tan pesada e incómoda de tomar como para haberla llevado con nosotros. Caminamos de regreso por el mismo lúgubre pasillo que nos había conducido hasta ahí. Llegamos al hall, que transformado se veía más tenebroso y siniestro que cuando llegamos, y nos dispusimos a salir del hospital. Una vez afuera he de reconocer que casi vomito otra vez por culpa del torbellino de sensaciones y temores que el maldito Silent hill me provocaba. Ya era de noche y todas las calles estaban sucias, el suelo se había convertido en una gigantesca rejilla metálica que ofrecía una vista a un abismo ciego y aterrador. Ya no habían casas ni edificios, solamente estructuras metálicas, de fierros oxidados con figuras realmente ilógicas. Creo que Sussman estuvo a punto de enloquecer y casi cae al suelo aterrado, pero logré sujertarle.


-¡Sussman, escúchame!, ¡controlate, lograremos salir de aquí!- le dije, pero él solo se límitaba a balbucear algo inentendible mirándome con ojos desorbitados. Debía evitar que entrara en shock, por lo que tuve que golpearle.

Finalmente el golpe le hizo reaccionar, había superado su ataque de pánico y se puso nuevamente de pié sobándose el mentón.


-Gracias…- me dijo.


-No hay de qué, supongo que hubieras hecho lo mismo por mí.- contesté.


-No quisiera interrumpirles, pero tenemos compañía….- habló de pronto Raynolds.


Por una “calle” se acercaba un grupo de mujeres, a primera vista al menos eso eran ya que vestían todas como enfermeras… caminaban encorvadas y en sus espaldas todas parecían tener una extraña joroba. Al vernos se precipitaron sobre nosotros dando grandes saltos. Quise sacar mi arma, pero me dí cuenta que ya no la tenía, seguramente la había perdido en el enfrentamiento anterior con el hombre cabeza de pirámide, así que solamente contaba con mi cuchillo de servicio.


-Bueno, muchachos… son ellas o nosotros.- dije.


En un abrir y cerrar de ojos me encontraba lanzando ataques con mi cuchillo a mansalva, nos rodearon, pero felizmente a Sussman aún le quedaban unas cuantas balas lo que ayudó a disminuir considerablemente el número de “enfermeras”. Recuerdo que ninguna de ellas tenía rostro… solo pude ver sus bocas, eran los seres mas extraños y complejos a los que pude haberme enfrentado, parecían lamentarse no sé… ahora que lo pienso puede tratarse de personas que fueron poseídas o algo así, que fueron transformadas por algo. No hablaré de Virus porque esto era algo totalmente distinto a lo que un virus puede hacer, pero en este instante no dejo de sentir un grado de compasión por ellas…

Finalmente la masacre había terminado. En el suelo había cerca de 10 de esas cosas muertas tiñendo de rojo todo el lugar, incluyéndonos a nosotros… y nuevamente imperó el silencio. Adam se fijó en una nota que había dejado caer una de esas criaturas y al leerlo palideció.


-¿Qué es?- le pregunté.


Me ofreció la nota y pude leer el mensaje: “En la iglesia, hermano mío… ayúdame”

-Es mi hermano. Debemos rescatarle…- nos dijo esta vez de la forma mas seria y madura que jamás antes había visto.


-No es buena idea… deberíamos intentar largarnos de aquí, ¿acaso no han tenido suficiente?- dijo Sussman cansado ya de todo.


-Llegamos hasta aquí por algo, ¿no?- dijo Adam.- ¿dejarán esto inconcluso?


-Leon, nada más óyelo hablar…- me dijo Sussman.- pareciera que nuevamente nos quiere tentar y meter en una cosa peor, hasta ahora no me extrañaría que quiera tendernos una trampa.


Raynolds me miró con sus particulares ojos amarillos y para mi sorpresa sacó una pistola y nos apuntó con ella… se trataba de mi pistola.


-Te la tomé prestada, Leon… cuando esquivamos la espada del hombre cabeza de pirámide.- me dijo.- pero no se asusten, no los mataré.


En ese instante disparó a la cadena de las esposas, la cual se rompió dejándonos libres el uno del otro.

















-Son libres de huir si lo desean, yo vine por mi hermano… y no me iré sin él.- nos dijo alejándose unos cuantos pasos. Luego se volvió para decirnos una última cosa.- La decisión es suya…


-Leon, no tenemos ninguna garantía… debemos salir de aquí…- me dijo Sussman al notar mi silencio.










... Debía tomar una sabia decisión...

LEON S. KENNEDY, 02:36 A.M.

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4 comentarios:

Brian dijo...

No que buena historia una de las mejores que lei Leon esta muy confuso y no sabe que hacer es algo complicado para el pero va a saber que es lo que tiene que hacer
un saludo Marcelo siempre excelentes historias

Marcelo Carter dijo...

Muchas gracias, amigo Brian. Ya se acerca el capitulo final de esta aventura de Leon.

Un saludo.

Sneider dijo...

Excelente historia sin duda la mejor el termor que que se vive con cada instante y el desafio por el que debe pasar leon para salir de tantos problemas es sin duda la mejor mezcla y hacen de esta un gran historia.

muy bien Marcelo

Marcelo Carter dijo...

Muchas gracias, amigo Sneider. Ya se encuentra listo el capitulo final. Un saludo enorme.