sábado, 10 de julio de 2010

Días grises













CAPITULO 3





La lluvia no paraba...



Al día siguiente me sentía muy enfermo. Desperté por la mañana con mareos y una angustiosa sensación de náuseas, creo que debí haber comido algo en mal estado. Al llegar a la estación de policía por la mañana lo primero que hice fue preguntar dónde estaba el baño. Pasé unos 15 minutos ahí vomitando. Luego, tras haberme recuperado un poco, salí del WC y afuera en el lavamanos se encontraba Max esperándome, parecía haber estado de hace un buen rato ahí.


-Tranquilo… no he muerto aún.- le dije al verme tan pálido en el enorme espejo.


-¿Qué te pasó?, me avisaron que andabas enfermo…


-Debió haber sido la cena… pero no es nada grave,… espero.- contesté mientras mojaba mi rostro.


-Tenemos a un sospechoso identificado ya en el caso de las desapariciones.- me dijo de pronto Max.-hoy iremos a arrestarle, esperaba que fueras con nosotros.


-¿Ya lo encontraron?, ¿tan pronto?- pregunté.


-Sí, se trata de un homicida drogadicto que fue atendido una vez en la clínica de rehabilitación donde trabajaba una de las víctimas: Natasha Thomasson. Una vez hubo un altercado y Natasha llamó a la policía para que se lo llevaran, esto enfureció a nuestro amigo y le juró venganza. Por otro lado, algunos vecinos de la casa donde vivía Joshua Damon vieron a un tipo merodeando el barrio, y la descripción se asemeja con la de este tipo.


-¿Y que hay con la tercera víctima, el anciano Ronnie Wyatt?, ¿alguna relación?


-No, hasta el momento ninguna, esperamos encontrar una cuando le interroguemos- contestó Max.


Me quedé en silencio mientras me contemplaba en el espejo. No me parecía que esto fuera obra de un drogadicto en busca de venganza, me parecía algo mucho mas elaborado, no sé… o al menos eso deseaba yo creer.


-¿Sabes?, ayer la hija de Ronnie nos contó que su padre había soñado con que un hombre iba y le ofrecía “libertad”…- le dije.- ¿no te parece que eso arroja luces de algún tipo de lazo entre el anciano y su victimario?


-¿Eh?, pero si solo ha sido un sueño… ¿como puedes considerarlo siquiera?


-Ronnie desarrolló una enfermedad que comprometió sus piernas…- expliqué de forma tranquila.- eso le causó cierto trastorno que a sus años hizo que su mente dejara de funcionar… se volvió senil, ya sabes… quizás a él le pareció que soñaba…


-Ya con padecer cierto trastorno mental le quita mucha credibilidad, a lo que sea… ven con nosotros, te repito que este sujeto… es nuestro hombre.


Fue un gran contingente policial el que se desplegó hacia la dirección del sospechoso. Las calles se encontraban húmedas, algunas rebosantes de agua de lluvia, de una lluvia que no se detenía nunca. Bajo el angustioso cielo gris nuestra caravana policial se dirigía a arrestar a un solo hombre.


-Es un enorme operativo para atrapar a un solo sujeto, ¿no?- me dijo de pronto Max.


-Tú pediste todo este contingente.- le respondí mientras apartaba mi vista de la ventanilla del patrulla.- es tu sospechoso…


Max es un buen tipo, pero su megalomanía es un problema muy grande en este trabajo. Yo comprendía que Max deseaba desde el fondo de su corazón que este sospechoso fuera el culpable, y no precisamente para que se hiciera justicia, sino para que su nombre fuera el que encabezara la lista de premios y condecoraciones, y por eso es que de alguna manera armó todo ese show con la brigada de fuerzas especiales para ir en busca de un drogadicto.


Finalmente arribamos al lugar, se trataba de una casucha semi-abandonada que quedaba tras un bloque de departamentos antiguos. Todos los agentes descendieron de los vehículos rápidamente y avanzaron hasta el frontis de la casa. Nosotros (Newendyke, Max y yo) íbamos de los últimos dejando todo el trabajo de irrumpir en la morada a la brigada de fuerzas especiales. La orden fue dada y los agentes derribaron la puerta de un solo golpe para luego entrar todos de prisa y vociferando órdenes. Luego fue nuestro turno, tras el aviso de que estaba “todo despejado”. Entramos, el interior de la casa era frío y húmedo… también había un pestilente mal olor como a comida podrida. No había mucho en que fijarse, pero si me llamó la atención un montón de fotografías con desnudos de mujeres en distintas poses que estaban sobre una mesa. Al menos parecían haber sido sacadas con el consentimiento de quienes aparecían ahí. Continuamos avanzando por la casa en medio de la penumbra, tal parecía que el sospechoso no se encontraba en la morada en ese momento. Llegamos luego a la habitación donde en la cama había otro montón de fotografías con chicas desnudas. Los demás agentes inspeccionaban la cocina, otros los armarios, etc. Yo me fijé en una puerta media escondida que se encontraba junto a la habitación., me acerqué a ella cuidadosamente mientras los demás abandonaban la estancia, desenfundé mi arma y con la otra mano empujé suavemente la puerta. Era el baño, y ante mis ojos apareció un hombre extremadamente flaco, recostado en una tina llena de agua con sus ojos cerrados. Llamé a los demás oficiales creyendo que el tipo estaba muerto, sin embargo no lo estaba…




Continúa en el capitulo 4


No hay tercera sin cuarta...

LEON S. KENNEDY 00:22 A.M.


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