sábado, 11 de mayo de 2013

B.E.K.








 
 
 
 
 
 
 
 
Hacía mucho que no pasaba tiempo con mi amigo Brian Bethel, actual oficial de policía ascendido a capitán. Esa fría noche de lluvia me hizo el enorme y caprichoso favor de trasladarme desde la biblioteca de la ciudad hasta mi departamento en su patrulla mientras cumplía la guardia, sin embargo en el intertanto… ocurrió un suceso tan extraño y singular que no puedo dejar de contar aquí en mi diario.

-¿Qué tal la biblioteca?- me preguntó mientras me subía a la patrulla empapado y protegiendo el maletín con libros.

-Aburrida… siempre llena de libros.- contesté.- Brian te dije a las 8 y quince y ya son las nueve… mejor hubiese cogido el taxi.

Arrancamos finalmente y  fuimos en dirección a mi departamento, mas durante el trayecto y mientras charlábamos de cosas sin mayor importancia la radio comunicó una alerta, una mujer había llamado para pedir auxilio en un barrio reconocido por su alto índice de delincuencia y criminalidad. Brian era quien estaba más cerca y se dispuso a ir a chequear la dirección.

-¿Tienes tiempo?- me preguntó.

-Oh, Brian por favor no jodas… estoy empapado y llegaste media hora tarde a recogerme ¿no puedes dejarme en mi departamento y luego irte a trabajar?- le pregunté un poco fastidiado.

-Hey, hey, hey… ¿Qué te pasa, Leon? Es solo un momento… ya ves que ese barrio es peligroso y no quiero ir solo. Ten un poco de consideración conmigo…

-No seas pesado, Brian. Por favor.

-No lo puedo creer, trabajar para el gobierno te ha hecho mal, ¿eh?- insistió sin ánimos de querer dejarme ir.- ¿Acaso no te da nostalgia hacer un patrullaje de policía? Recuerda que te metiste a la academia y nunca ejerciste como oficial de policía…

-Claro que sí, estuve un día trabajando como oficial de policía en la peor ciudad del mundo… Raccoon city. Eso ha de bastar ¿no crees?- contesté.

Finalmente me ganó por cansancio, accedí a acompañarle pero como venganza le pedí a cambio que durante la siguiente semana me hiciera el mismo favor de hacer de “taxi”.

Bueno, al cabo de unos minutos nos adentramos en aquel barrio deprimente y solitario. Apenas unos faroles amarillentos de luz débil iluminaban las oscuras calles de departamentos sucios y desvencijados. Todos permanecían oscuros… ninguna luz se dejaba ver en las ventanas, salvo en una sola, una perteneciente al cuarto o quinto piso de un edificio si mal no recuerdo.

-Bien… llegamos.- dijo Brian estacionando el patrulla.- La dirección es aquí en este edificio. Según la información una mujer llamó a la policía aterrada, pedía ayuda. En la central dijeron que ella ya había llamado días antes denunciando que alguien la merodeaba constantemente… uf, dios quiera que no haya pasado algo malo.

-Sí, eso dejaría muy mal parado al departamento de policía. ¿Quieres que suba contigo a ver?

-No, mejor espérame acá… en una de esas le pueden robar las ruedas al patrulla.

 Brian Bethel entró al edificio de apartamentos y yo me quedé ahí, sentado sin saber qué hacer en medio de la desolada calle. Luego de unos segundos la lluvia se detuvo y yo aproveché de salir de la patrulla para estirar un poco las piernas. Una vez estando afuera una voz me llamó desde la esquina de un oscuro callejón.

-Oiga…

Me di vuelta y comprobé que se trataba de un niño de unos 10 años de edad el que me llamaba. Traía unos gastados jeans azules por lo que pude distinguir y llevaba una campera con capucha cubriendo su cabeza.

-¿Dime?- pregunté sin saber muy bien que decir… su presencia me tomó por sorpresa la verdad.

-¿Puede venir conmigo?... ¿anda usted solo, verdad?- me preguntó.

¿Qué clase de pregunta era esa?, me confundí bastante en un principio y me mantuve callado mientras ordenaba mis ideas. De pronto un segundo niño apareció tras él, este llevaba una gorra sobre la cabeza. Ambos estaban muy pálidos y tanto la gorra como la capucha proyectaban una sombra que les oscurecía los ojos hasta la mitad de la nariz. El segundo chico parecía ser un poco mayor y recuerdo que constantemente miraba para los lados… como vigilando por si alguien fuera a aparecer de repente.

-¿Se encuentran ustedes bien?... este no es un lugar como para que anden solos a estas horas de la noche.- dije de pronto.

-Estamos bien…- me contestó el menor.- Solo queremos que nos acompañe… ¿es posible?

-¿Acompañarlos  adonde?

-A nuestra casa… es que estamos asustados…- me dijo con un particular tono de voz difícil de describir. Algo no me cuadraba en toda esta extraña situación que de pronto se estaba desarrollando. Esos niños no parecían tener miedo de nada, ¿por qué me decían que estaban asustados? Algo había en ellos pero no era temor… era más bien impaciencia… pude advertir una leve impaciencia del chico con quien estaba hablando, como si intentara convencerme de algo lo más pronto posible.

-Lo lamento, solo estoy esperando a alguien…- dije aún un tanto incómodo.- si quieren puedo llamar a sus padres para que…

-No, eso no sirve… por favor, acompáñenos… venga con nosotros.

El segundo muchacho, aquel que parecía mayor, continuaba observando de vez en tanto de un lado a otro, como si estuviera vigilando. Algo muy extraño sucedía… pero no sabía qué. Esos niños se comportaban de forma muy inusual, tan inusual que me pusieron realmente incómodo. Me inspiraban mucha desconfianza y por un instante… no se a título de qué, pero sentí un cierto temor. En eso la lluvia nuevamente comenzó a caer sobre nosotros. Casi agradecido por la divina providencia me subí nuevamente a la patrulla y les dije:

-Vayan a casa pronto, aún es temprano.

Estando arriba encendí la calefacción, y justo cuando me disponía a olvidarme de todo el asunto una silueta oscureció la débil luz del lado de mi ventana, alcé mi vista y eran los dos muchachos que se habían aproximado hasta la ventanilla de la puerta.

-Señor, déjenos entrar…- me dijo con exasperación.- ¿Qué no ve que está lloviendo?... déjenos entrar y llévenos a casa, por favor.

-Lo lamento…- contesté aturdido por la confusión.- mi amigo va a regresar ya… no puedo hacer nada.

Muchos a esta altura del relato pensarán y con justa razón ¿por qué no tuvo el buen corazón de prestarles ayuda, o de subirlos a la patrulla?, bueno es raro, pero he aquí la explicación: No me inspiraban confianza, es más, su actitud distaba mucho de ser la de un par de niños desprotegidos y asustados… más bien parecían ser desafiantes, a esto agreguemos que la sombra de la gorra y la capucha no me dejaban ver sus ojos… no podía hacerme una idea de qué clase de intención había en ellos, esto podrá parecer estúpido y puede que lo sea… pero me infundaban cierto nerviosismo.

-Escuche… se lo preguntaré una vez más… ¿va a dejarnos entrar al automóvil sí o no?- me preguntó de pronto de forma bastante seca.

En ese momento, el muchacho que hacía de vigilante le dio un codazo al menor y ambos observaron al edificio desde donde finalmente salía mi amigo Brian Bethel de regreso a la patrulla. Solo allí pude ver algo que hasta hoy no me explico muy bien… y es que ambos niños tenían sus ojos completamente negros. Es decir, esa parte blanca que todos tenemos… no existía, sus ojos eran completamente negros.

Ambos chicos retrocedieron decepcionados y se perdieron en la oscuridad de uno de los callejones. Brian subió a la patrulla y me dijo:

-Kennedy, no vas a creerlo… el apartamento se encontraba con la puerta abierta, pero no había nadie en el interior… hay indicios de que hubo un forcejeo, pero la mujer no estaba en casa. Pediré apoyo.

Tras esta extraña anécdota hice mis averiguaciones y pude enterarme de que hay varios reportes alrededor del mundo de gente que ha visto a chicos y chicas jóvenes con los ojos completamente negros. Suelen aparecer en las carreteras o miradores y según algunos testimonios siempre piden que les ayuden a ir a casa. Las siglas con las que se les denomina es B.E.K. (Black eyed kids)

Me alegra no ser el único en haber experimentado esta singular clase de anécdota, y es que si bien me he enfrentado a zombies, criaturas y monstruos repugnantes… estas cosas de una u otra forma las conozco y puedo entenderlas.

Pero siempre he guardado otra clase de temor…

Temor a lo desconocido…








FIN



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El diario de Leon S. Kennedy by Marcelo Carter is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.
 
 
 

5 comentarios:

Unknown dijo...

Intrigante es la palabra correcta quien sabe que cosas eran esos chicos que buena historiaa!

Marcelo Carter dijo...

Gracias, amigo Denzel! un gusto siempre leerte por acá. Bien también por participar en

www.historiastenebrosas.com

Te lo agradezco enormemente :)

Unknown dijo...

je si eres una inspiracion yyo soy el llamado Dastan saludoss!

Unknown dijo...

una historia atrapante e intrigante, con razón se me hacia algo conocido la historia, y es porque ya había oído historias relacionadas con este tipo de niños paranormales y como era de esperar, pobre León le tenia que tocar vivirla, jajaj, buenas historias Marcelo, un saludo. :)

Marcelo Carter dijo...

Gracias, Maular. Que gusto leerte por acá de nuevo :)

Por supuesto estas invitada a

www.historiastenebrosas.com

saludin n.n