lunes, 25 de marzo de 2013

Evil Leon





 
 
 
 
 
 
 
CAPITULO 2
 
La camarera ha venido a trabajar al bar en su día libre, es un trato que ha hecho con su empleador… un tipo llamado Stan, ambos salen beneficiados… ella gana dinero extra y él  no debe preocuparse de buscar otra persona para el día sábado. Ya es tarde y no queda ni un solo cliente en el lugar.

-Bien, Stan. El piso ya está limpio… solo quedaron unas copas en el fregadero, mañana me encargo apenas llegue, ¿bien?- dijo la camarera apoyando el trapeador en una pared.

-Muy bien, Lucy. Muchas gracias por venir hoy, ¿Cómo estuvieron las propinas?- le pregunta su empleador dejando el libro de ventas y la calculadora a un lado.

-Pues ha habido días mejores.- contesta la mujer poniéndose una chaqueta color gris.- No sé qué ha pasado hoy que ni se compara con otros sábados… la clientela bajó demasiado.

-Sí, también lo noté. Bueno, Lucy… ve a casa con cuidado. En la tele han informado sobre riñas y disturbios en los pueblos aledaños al desierto, dicen que es más o menos grave… no lo sé.

-Quizás por eso anda poca gente.- comenta Lucy acercándose a la salida.- Bien, Stan. Nos vemos mañana, buenas noches.

La mujer sale del bar junto a la carretera en medio de un silencio y una tranquilidad casi sepulcral. Con cierta prisa se acerca a una camioneta, al parecer es de su pertenencia… está a punto de llegar a ella, pero yo salgo de mi escondite oportunamente y la empujo contra el vehículo. Con mi mano izquierda tapo su boca y con mi derecha le destrozo el pecho hasta llegar a su corazón.

-Tranquila… vamos, déjalo ir… exhala…- le susurro mientras clava en mí una mirada de horror totalmente indescriptible.

Con mi mano busco su corazón hasta que doy con él, finalmente se lo arranco con violencia. La mujer aún vive, aún está consciente… con un terror mortal ella puede ver su órgano muscular entre mis dedos, destapo su boca… pero ella apenas puede emitir sonido alguno.

-Vamos, Lucy… exhala… déjalo ir de una vez.- le digo, y ella obedece. Sus ojos se tornan blancos y finalmente cae al suelo desvanecida. Su corazón aún está caliente… me lo llevo a la boca, el primer bocado siempre es exquisito.

Han pasado ya algunas horas y me doy un festín con su abdomen. Ya no necesito ocultarme pues el lugar se ha repletado de personas con mi misma enfermedad, de cualquier edad y sexo. Stan, el empleador de la camarera no logró huir a tiempo y en estos instantes está siendo devorado por unos 6 sujetos, tres de ellos son apenas unos chiquillos.

-¿Me convidas una pierna?- me pregunta de pronto un hombre negro con una fea cicatriz en su cabeza calva. El cadáver de Lucy es mucho para mí, por lo que no vacilo mucho antes de acceder a su petición.

 El hombre de color se sienta junto a mí y comienza a comer de la extremidad de la mujer. Tras algunos minutos este me entabla una conversación.

-¿Cómo te llamas?- me pregunta con la boca llena. En este punto acabo de darme cuenta que no recuerdo ya muchas cosas sobre mí… solo sé que me llamo o me identifico con el nombre de Leon… solo eso, sé que la palabra Leon se relaciona conmigo.

-Creo que es Leon…- contesto de forma sorprendida.- pero no estoy muy seguro… ¿el tuyo cuál es?

-El mío es Peter, lo he grabado en la solapa de mi traje, ¿ves?- y me enseña un montón de letras mal escritas con tinta en la solapa de su traje.- Me lo aconsejó una mujer que conocí en el pueblo de más arriba. La memoria se va ir borrando de forma evidente… cada vez con más prisa, por eso es mejor que escribas tu nombre mientras lo recuerdes en tu brazo, o en tu traje o donde te parezca mejor.

-Lo tomaré en cuenta…- respondo aún aturdido por tal revelación.

-¿Y hacia donde te diriges?

Hago el esfuerzo para poder recordar algo, pero me es inútil. No sé de dónde vengo ni hacia donde voy… solo sé que tengo mucha hambre, el hambre es el que me mueve.

-Ahmm… la verdad es que no lo sé.- respondo casi con vergüenza.

-Ya veo…- me contesta pensativo.- tenemos suerte de poder aún articular algunas palabras. Sé que al hablar apenas se me entiende… y tú, la verdad es que difícilmente se te entiende lo que hablas. He visto a otros en un estado más avanzado que el nuestro… se mueven lento… no hablan, sino que gruñen. Son torpes y débiles. No quiero llegar a ese estado, pero no hay que ser un genio para darse cuenta que para allá vamos.

-¿Y qué sugieres?- le pregunto.

-Bueno, me he estado fijando en nuestro comportamiento y en lo que sucede… y he llegado a la conclusión de que la respuesta no la tenemos nosotros, es decir, míranos… un montón de hediondos con piel grisácea que se pelea por un poco de carne tibia. Eso es todo lo que hacemos…, sin embargo, los de “carne tibia” parecen tener una mejor idea de lo que está pasando. Ellos tienen la respuesta y quizás la solución de todo, pero apenas nos ven huyen despavoridos… no los culpo, ¿sabes? Pero si tan solo hubiera una forma de que nos puedan escuchar…

-Es difícil… - le contesto con pesadumbre.- todos salen huyendo, y los que no… pues, es difícil no resistirse la carne tibia. Los que no huyen terminan convirtiéndose en cena.

De pronto un sonido familiar llega a mis oídos, algo que apenas puedo reconocer. Como en cámara lenta me fijo que una por una las demás personas van cayendo al suelo heridos y otros sencillamente muertos por algo invisible que los golpea en sus cuerpos y cabezas. Al instante reconozco que se tratan de balas, me abalanzo sobre Peter y lo empujo al suelo para salvarle.

-¿Eh?, ¿pero qué sucede?- me pregunta confundido.

-Nos están disparando balas. No me preguntes, pero sé que son peligrosas… ven, escondámonos.

Con Peter me escondo tras unos barriles que hay junto al estacionamiento del bar. La ráfaga de tiro continúa siendo disparada contra nosotros.

-¿Esas balas nos matan?- me pregunta sin comprender.

-Temo que sí, no sé aún porqué, pero las reconozco.- le respondo mientras observo a otras personas igual que yo caer inertes al suelo.- Son los “carne tibia”… han venido a vengarse, nos hemos comido a muchos de ellos.

-Leon, ¿sabes qué significa esto?- me dice de pronto Peter entusiasmado.- Es nuestra oportunidad… debemos intentar comunicarnos con ellos. Ponme atención, tú no te ves tan mal… de no ser por tu ojo izquierdo te verías igual que un “carne tibia”, solo que estás más hediondo y con un color de piel más gris. ¿Tienes con qué taparte ese ojo?

-Sí… creo que sí… unos anteojos oscuros- le respondo con nerviosismo.

-Perfecto. Debes ser valiente, sé que tú puedes… debemos aprovechar que aún conservamos cierta inteligencia. Te pones esos anteojos y sales del escondite con tus manos en alto, debes fingir que eres uno de ellos… ¿entiendes?

 Los disparos no cesan, el sonido me marea, me da náuseas… apenas y puedo entender el plan de Peter.

-Leon, por favor, ¿entiendes lo que te digo?- me vuelve a preguntar con exasperación.

-Sí… está bien… lo haré a la cuenta de tres…- le contesto invadido por el temor.

Peter asiente, yo me pongo los anteojos oscuros y comienzo a contar….
 


























proximamente CAPITULO 3








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3 comentarios:

Unknown dijo...

que increíble historia Marcelo :o , interesante y digamos un poco extraña, aunque es interesante ver lo que pasa desde la perspectiva de los zombies infectados, me gusta esta nueva sugerencia dentro de tu repertorio de historias, esta excelente, espero con ansias el prox cap,saludos

Marcelo Carter dijo...

Gracias, Maular me alegro que te guste jej. Me siento bastante cómodo con esta historia la verdad, creo que es una de las más interesantes desde "Arkleys" -.-

Unknown dijo...

Ps me sorprendió su argumento i es geniaal. Veremos como continua :)