sábado, 31 de marzo de 2012

Aquel hombre


















Aquella noche sí que corrí… mi amigo Svenson y yo jamás habíamos corrido tanto en medio de una noche tan tétrica, helada y tan extraña como aquella.

-¡Ya tengo 35 años, Svenson…. No estoy para este tipo de cosas!- le dije mientras a toda velocidad nos metíamos por unas callejuelas desoladas

-Sigue corriendo, Kennedy. Ni un maldito automóvil en 3 cuadras a la redonda ¿puedes creerlo?

Finalmente nuestra alocada carrera nos condujo a una casucha de apariencia abandonada, a lo lejos ya podíamos oír el frenesí de la multitud infectada que venía tras nosotros.

-Por dios, necesito respirar….- dije exhausto mientras contemplábamos la casucha.- No podemos seguir corriendo, escondámonos aquí. ¿Cuántas balas te quedan?

-Solo una, ¿y a ti?- me preguntó.

-Cero. Es probable que hayan hediondos en el interior, así que cuida esa bala.

Entramos a la casucha de madera. Adentro había un aroma muy fuerte a algo que podría describir como amoniaco, sin embargo ya no estoy seguro a estas alturas. Como pudimos corrimos una enorme biblioteca vacía para bloquear la puerta, luego gritamos un par de veces para saber si había sobrevivientes al interior, pero no, el lugar estaba deshabitado. Rápidamente subimos al segundo piso y entramos a una salita que era la única que parecía estar mas limpia en comparación con el resto de la casucha. Había una estrecha litera para descansar, un armario medio desvencijado, una biblioteca de mediana estatura (esta sí se encontraba llena), una enorme ventana que dejaba ver el exterior, una mesa y una lámpara de aceite. Sin cruzar mayor palabra me metí debajo de la litera y Svenson se ocultó dentro del armario,… y allí, en silencio… aguardamos.

Me despertaron unos fuertes y pesados pasos que subían por la escalera de madera, tan cansado había quedado con la huída que inevitablemente me quedé dormido, observé al armario en busca de la mirada alerta de Svenson y éste me respondió el gesto de la misma forma, ambos aguardaríamos hasta no estar seguros de quien o qué cosa entrara a la habitación. Finalmente la puerta se abrió, la figura de un hombre alto, muy alto recorrió la estancia. Llevaba abrigo y un sombrero achatado que le daba un extraño aire a… no sé, a alguien elegantemente misterioso. No dejaba de sorprenderme lo extremadamente alto del sujeto, creo que eso impidió cualquier intento por nuestra parte de hablarle o preguntarle quien era, su cabeza casi rozaba el techo…. Definitivamente algo no andaba bien. Se quitó su sombrero achatado y lo dejó sobre la litera dejando entrever unas orejas estrechas y puntiagudas que en comparación con su cabeza de cabello corto lucían bastante desproporcionadas, no pude verle el rostro muy bien desde mi posición, pero una ojeada a Svenson me permitió comprobar que él sí lo estaba mirando directo a la cara, oculto hay en el armario. El hombre posteriormente se quitó el abrigo y lo dejó también sobre la litera, su figura era delgada y amorfa, pues sus manos eran considerablemente grandes.

El extraño sujeto se quedó observando por la ventana que comunicaba con el exterior por unos instantes y luego dirigió sus firmes y lentos pasos a la biblioteca que se encontraba allí. Sacó un singular libro color púrpura (o al menos ese color me permitió distinguir la oscuridad de la noche) que había en la primera repisa, era un libro bastante singular con pequeños caracteres impresos en oro, y luego lo llevó hasta la mesita donde encendió la lámpara de aceite. Una tenue luz inundó de pronto aquella habitación y con ello otros detalles escabrosos fueron asomando… como por ejemplo las enormes manos de aquel sujeto eran de color azul, del mismo color que adquieren los cadáveres que mueren ahogados. Disparé una mirada a Svenson y éste se encontraba observando detenidamente los rasgos faciales de aquel hombre que yo desde mi posición no podía advertir, le hice una señal y él me contestó con un gesto de “silencio”, dándome la pavorosa sensación de que él estaba observando y notando algo que yo hasta entonces no podía hacerlo. El hombre abrió el enigmático libro sobre la mesa y buscó entre sus páginas amarillas, arrancó una de las hojas y la acomodó junto a la ventana… en aquella hoja se encontraba un retrato monstruoso, era un rostro repugnante y lo que más me estremeció no era el rostro propiamente tal, sino que el retrato parecía mas bien ser una fotografía.

Luego de acomodar aquella hoja comenzó a recitar extrañas palabras extraídas de aquel libro, no puedo reproducirlas porque las he olvidado y aunque las recordara… jamás me atrevería a copiarlas acá en mi diario, bastante me ha costado ya decidirme si debiera o no estar escribiendo lo que estoy contando. Aquel sujeto hablaba con una gruesa y extraña voz… eso no lo he olvidado. En medio de su singular plegaria, fui testigo de cómo las variaciones de colores que provenían de la noche y del exterior iban cambiando a través de la ventana. Colores azules, violetas, rojos, verdes comenzaban a entrar en la habitación, a esta altura no podía imaginar que era lo que estaba sucediendo afuera hasta que de pronto todo pareció cambiar en la atmósfera. Una tenue luz amarillenta se quedó fija afuera en el exterior e iluminaba el cuarto, como si de pronto de un segundo a otro se hubiese hecho de día. Comprendí que la plegaria había terminado y aquel enorme sujeto cerró su libro. Justo cuando iba a mirar a Svenson sobrevino lo terrible, la litera salió volando dejándome totalmente expuesto en mi escondite y aquel hombre amorfo me tomó del cuello y me levantó por los aires, su rostro era extraño… era el de un hombre, pero a la vez se asemejaba con el de los orangutanes. Sus enormes ojos inyectados en sangre me miraron con desprecio y del cuello me acercó a la ventana para observar hacia fuera, y por dios, jamás debí haber observado hacia fuera…

Allí, en el exterior otro mundo se emplazaba en el horizonte. Era una ciudad, pero una ciudad extraña… un mundo totalmente ajeno al que conocemos todos. El cielo estaba infestado de repugnantes seres alados que iban de un lado a otro, acompañados por extraños artefactos voladores de lógica totalmente desconocida. Abajo se erigían tenebrosas torres de piedra hasta lo más alto del cielo, con terrazas infestadas de arbustos color violeta. Y más abajo se encontraban los terribles habitantes de aquella macabra ciudad que reptaban por callejuelas y por caminos pavimentados con extrañas rocas negras. Todo esto se desarrollaba bajo un cielo de triste color amarillo. Comencé a gritar, y a retorcerme en el aire, pero aquel sujeto no me dejaba ir, conseguí mover mi cabeza hacia el armario donde se encontraba Svenson y allí estaba él, pero ya no era Svenson… su rostro se había transformado en el de aquel repugnante ser de la fotografía del libro.


Ahí fue cuando desperté por segunda vez, y esta vez si fue real. Svenson me movía y me anunciaba que los Infectados habían desistido su búsqueda y se habían marchado lejos. Salí de debajo de la litera sin siquiera pensar en zombies, ni en virus, ni en nada de eso, en mi mente todavía tenía el amargo recuerdo de la pesadilla. Cosa rara, jamás por muy cansado que estuviera me hubiese permitido dormir en una situación de escape, digo, jamás lo hice en mi vida hasta aquella única vez. Una vez en casa y a salvo le conté a Svenson sobre la pesadilla y tal como lo suponía… no le prestó mayor interés e importancia, aunque a decir a verdad yo tampoco lo hubiera hecho, de no ser porque meses después tuve muchas ganas de volver a ese pueblito y a esa casucha en particular, y no es que no me hubiese sentido aliviado de que todo resultara ser una pesadilla, pero hay veces en que siempre quedan preguntas…. Sobre todo si tomamos en cuenta que justo cuando Svenson y yo abandonábamos esa habitación, mi mirada involuntariamente alcanzó a posarse sobre la biblioteca de mediana estatura y allí pude distinguir un curioso libro color púrpura con caracteres de oro.










Malas noticias... el pueblito fue "purgado" hace una semana, todo se ha quemado.

LEON S. KENNEDY, 02:26 A.M.




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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Wooooow! X un momento creí qe Leon había enloquecido jajajajajaja
Muy buen final, qe el pueblo ya no exista implica una duda existencial para Leon....... Y para todos los lectores de su diario,jaja!
Imaginé a "aquel hombre" como Mr X al principio :p pero luego se volvió una cosa medio rara salida del señor de los anillos en mi mentee!
Excelente, Marce :D


Mery :)

Marcelo Carter dijo...

jaja, muchas gracias, Mary... por cierto ¿quien es Mr. X? me suena.

Un saludo y mil gracias por pasar y comentar ^^

Anónimo dijo...

PORDIOS! tienes 30 segundos para buscar en google y no manchar la perfecta imagen que tengo de ti marcello! xd

MrX es la version PostTyrant y PreNemesis de resident evil. Aparece en re2, y leon debe pelear con él (:

A exepcion de esto, MAGNIFICA HISTORIA! :D

AdrianSalvatory

Marcelo Carter dijo...

jaja ok, temo que ese detalle lo habia pasado por alto xD, grax por la aclaración Adrian, y deja eso de la imagen perfecta a un lado, pues no lo soy para nada jeje, que bueno que te ha gustado la historia también. Un saludo.

Anónimo dijo...

Eh venido leyendo tus historias desde hace ya un tiempo, son muy buenas . quisiera que una historia mia sea publicada en tu post, pero no se como[?]
"fullrage69@hotmail.com"
posdata: soy el que aniquilo Raccom City (Oops!!!)