miércoles, 9 de junio de 2010

Volverte a ver

Historia envíada por Karen Lorena Wohlmuth desde México (gracias! ^^)

















Jamás creí que alguna vez fuera a trabajar como mesero en un restaurant, pero siempre hay una primera vez para todo…

Asi ocurrió hace unas semanas atrás en donde tuve que hacer de agente encubierto. Según investigaciones preliminares una droga nueva había ingresado al mercado y esta circulaba de manera bastante ingeniosa camuflada en platos de comida. El restaurant en cuestión había sido monitoreado cerca de un mes, pero era necesario determinar pronto quienes eran los supuestos “clientes” que luego la procesaban y distribuían. El contacto tuvo muchos problemas en hacer que el dueño me contratara, pero finalmente bajo una identidad falsa, mucho maquillaje y un eficaz delantal de mesero, logré pasar por un muchacho mas joven y quedé trabajando.

Yeri Abraham fue mi nombre por aquellos días. No pasó mucho tiempo hasta que un viejo conocido para nosotros (los federales y policias) se presentó en el lugar para almorzar, se trataba ni más ni menos que de David O`donnahue, un sucio, pero inteligente mafioso de poca monta. Recuerdo haber tomado varias ordenes hasta que le tocó el turno a David.

-Oye tú, mesero.- me dijo al pasar junto a él.- dile al chef que me traiga lo de siempre.

-¿Lo de siempre, señor?

-Así es.

-Cómo no.- le respondí y me fui raudo a la cocina.

Le dije al chef el recado tal cual y este me entregó una bolsa con una hamburguesa y distintos condimentos. En un acto torpe me dirigí primero al baño de empleados para hurguetear en la bolsa. A primera vista nada se veía fuera de lo normal, pero al abrir el sobre de ketchup un polvo amarillento se esparció por el aire y lo inhalé casi en su totalidad. Fue solo cosa de segundos para que comenzara a sentirme mareado, por lo que salí del baño en forma rápida y entregué el pedido a David.

-Su hamburguesa, señor.- le dije al depositar la bolsa en su mesa.

-Oh, que bien…- contestó.- gracias, Leon.

-¿Disculpe?...

-Ya sabes de que hablo…- me dijo observándome fijamente.- no engañas a nadie…

Pensé cuanto tardaría en alcanzar mi arma que llevaba oculta en el calcetín, antes de que él quizás me volara los sesos primero. Y no era algo como para sorprenderse tampoco, pues el restaurant estaba repleto de mafiosos, si se le antojaba podía liquidarme ahí mismo. Sin embargo, tras observarme fijamente por unos segundos pareció reaccionar y luego dijo:

-Lo lamento, chico…. Discúlpame. Te confundí con otro sujeto…

Luego de eso se dedicó a mordisquear su hamburguesa. Yo no me fié al instante, bien podía estar fingiendo, asi que decidí alejarme rápidamente. Fue tal mi apuro que choqué con una mujer de lleno al darme vuelta, ambos nos quedamos mirando por unos segundos hasta que abrió la boca.
-¿Leon?...- me preguntó, mientras acariciaba mi rostro suavemente.- ¿no me recuerdas?... ¿”mi héroe”?

Se trataba de Lady, una amiga de mi infancia de la cual creo haber escrito algo en mi diario. Nuevamente irrumpía en mi vida, mas una extraña confusión se apoderó de mi al notar que David observaba la escena atentamente y esperaba impaciente por mi respuesta, no podía responderle que sí a Lady en ese momento. Entonces me puse en medio del restaurant y dije a todo pulmón:

-Mire, no sé quien diablos es ese Leon, no sé si es actor o estrella de rock o galán de telenovela, pero ¡no soy él!, ¿Qué nadie sabe leer? Aquí en mi delantal dice: Yeri Abraham.

Lady retrocedió apenada y se disculpó:

-Lo siento mucho…- dijo, y se fue.

Vi que salió del restaurant y en el acto corrí hasta la cocina para salir por la puerta trasera que daba a un callejón. Al llegar me quité el estúpido delantal. Quise sacarme un poco de maquillaje, pero el horror fue indescriptible al descubrir que tras pasar mis dedos por el rostro una capa de piel se desprendió, sin duda la droga estaba haciendo efecto… aquel polvo amarillo que inhalé en el baño. De prisa avancé por el callejón hasta doblar en un esquina que conducía a la avenida principal, ahí me topé con Lady, ella me miró y dijo:

-Eres Leon…, sé que eres él.

Quise hablarle, pero no pude, no me salían las palabras, todo comenzaba a darme vueltas y extraños colores aparecían en el cielo y alrededor nuestro, ella me hablaba, mas yo solo sentí que me caía al suelo, caí, caí…y jamás toqué fondo.

Desperté en una sala de desintoxicaciones, en un par de días obtuve la alta médica y regresé a casa con un profundo rechazo al ketchup. Lo peor de todo es que Lady desapareció… una vez mas de mi vida.




Una hamburguesa sin ketchup, no es hamburguesa.

LEON S. KENNEDY, 01:23 A.M.

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