jueves, 8 de noviembre de 2012

El panóptico




















SEGUNDA PARTE Y FINAL



 Todo en este lugar apesta, hasta respirar lo hace.

 Llevo ya dos días enfermo producto de un resfriado. El guardia me ha quitado las frazadas y ando desnudo de la cintura para arriba. No he podido dormir casi nada producto del frío… ni tampoco he comido. Los pasos de quien nos vigila a través de la mirilla sobre mi cama cada vez se han hecho menos frecuentes, los volví a sentir hasta hace un rato.

-¡Por favor!- exclamé casi cayéndome de la camilla.- seas quien seas… te pido por favor que me des abrigo… una manta… algo, por favor.

  Los pasos se detuvieron justo frente al orificio sobre mi camilla, como si quien estuviera del otro lado hubiese querido pensarlo durante unos segundos, pero luego simplemente me ignoró y continuó alejándose. Allí me quedé, acurrucado en un rincón junto a una fría pared de cemento de mi celda. De pronto vino el acabose… pasaron varios minutos, luego justo sobre mi celda se abrió una compuerta y dejó asomar un enorme boquete del cual cayó un enorme chorro de agua helada. Quedé completamente empapado al igual que mi colchoneta, paredes y todo el piso alrededor. “¿Qué clase de castigo enfermo es este?”, pensé totalmente abatido y sumido en el más grande de los desconsuelos. Mi situación era aterradora…, me encontraba, enfermo, hambriento y con insomnio y por si fuera poco además debía lidiar con la humedad total de mi celda.

  Unos gritos me despertaron. Había logrado conciliar el sueño, pero los gritos de unos niños me volvieron a la realidad, luego le siguió el sonido del agua cayendo al suelo en distintas celdas alrededor de la mía. Cada chorro que golpeaba el suelo era acompañado por el aterrador alarido de infantes, niños apenas cuya edad no podía comprobar. Supuse que yacían desnudos en las mismas precarias condiciones que las mías y eran torturados de la misma forma con el agua helada.

Por más que lo pensaba, no se me podía ocurrir como alguien pudo construir un lugar tan extraño y siniestro. El hambre me obligó a alejar mi mente de suposiciones tan desalentadoras,… temblando me acerqué a mi colchoneta y con asco volví a masticar más pedazos para ir tragando poco a poco…




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 Desnutrido, golpeado, mojado y sin poder dormir. Realmente verme así fue verdaderamente terrible y esta extraña pesadilla me sigue asombrando hasta el día de hoy… es por ello que la he apuntado aquí en mi diario. ¿Cómo y porqué fue que llegué a un lugar así de extraño?, ¿porqué alguien tendría niños encerrados allí?

Jamás lo supe y jamás lo sabré… así son los sueños, indescifrables.









LEON S. KENNEDY 00:21 A.M.


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