domingo, 28 de octubre de 2012

La muerte






















CAPITULO FINAL


Ya habían pasado 10 horas desde que el caos se había desatado en la ciudad. La terrible y falsa alarma de que un virus se había propagado llenaba los noticieros e informes de prensa haciendo que la gente temiera por sus vidas y provocaran un colapso sin precedentes. El estado iba a enviar a los militares, pero esto era sinónimo de más personas, por ende mas posibilidades de muertos, y todo eso daba como resultado a más títeres de Spencer Grimm. Aún malherido, salí de mi habitación del hospital y fui por ayuda, en ese momento… la única ayuda a la cual podía acudir.

 Hunter Headen es un extraño caso de bipolaridad y trastorno de personalidad.severo. El FBI tiene 10 páginas sobre él y su caso es digno de ser lo más parecido a Hulk. Un tranquilo e inteligente hombre alberga en su cerebro a un ser enajenado y descomunal que clama por liberación y por sangre. Según los antecedentes, este otro grotesco personaje asesina y bebe sangre humana para no deteriorar los órganos internos de su cuerpo… también podría tratarse de un singular caso de vampirismo, pero mientras Hunter Headen no permita que su sanguinario “otro yo” salga a la superficie, todo en su vida es color rosa.

-Lo lamento, Leon… pero no puedo ayudarte. Tú sabías eso antes de venir acá.- me dijo Headen tras escuchar mis requerimientos.

-Si no eres tú, ¿entonces quien?- pregunté.- Nos hicimos buenos amigos… sé que puedo confiar en ti, pero… por enésima vez en mi vida no sé que hacer, esto realmente me supera…

-Lo sé…- me dijo con amabilidad mientras guardaba ropa en su maleta, pues estaba a punto de marcharse de la ciudad.- Pero si libero a “tu sabes quien”, solo tendrás un espectáculo grotesco y totalmente inútil en estas circunstancias. Necesitas a alguien que sea más que un caso de bipolaridad, ¿comprendes? Ahora dime… ¿esto se trata de un virus nuevo? Al menos eso dicen por TV.

-Si, pero no,… no es un virus. Un sujeto desquiciado controla las células muertas, ¿puedes creerlo? Justo cuando creía que no podíamos ser más idiotas, venimos y creamos nuestra propia pesadilla. Los muertos, tanto animales como personas se están levantando y atacan a los vivos, si estos mueren, pasan a ser parte de aquel ejército…, por cada tipo que muere, se suma uno más a la horda de zombis… lindo, ¿eh?

-Interesante…- me dijo Headen pensativo.- ¿Qué es de aquel sujeto… Adam Raynolds? ¿Aún es una especie de Dios cósmico?

-Raynolds se cambió de nombre hace bastante tiempo, ahora se llama Kevin Grayson…- contesté.- En lo personal no quiero saber nada de ese orate, sería la última persona a la cual acudiría, y ni aún así…

-Pero, este problema es serio… Leon...

-Hunter, olvídalo. Dejemos a Kevin Grayson fuera de esto.- sentencié.

    La cosa se estaba poniendo fea. El tiempo estaba en nuestra contra y la única forma de parar esto era encontrando a Spencer. Aún estaba en la ciudad, pues su habilidad psíquica solo respondía hasta cierta distancia, si se encontraba al otro lado del mundo el desmadre se hubiese detenido. Hunter Headen abandonó la ciudad, así que con Sussman y otro oficial llamado Ferchetti solo pudimos hacer una sola cosa: Llegar hasta Spencer siguiendo los pasos de la vieja escuela. Para ello decidimos comenzar en el origen de todo este problema: Jonás. Gracias al caos en la ciudad no fue gran problema tener acceso a su celda en la cárcel del condado, allí se encontraba escondido como una rata bajo la camilla vistiendo ese pintoresco uniforme naranjo común en todos los reos.

-Hola… ¿nos extrañaste?- le dije a través de los barrotes.

  Sacamos a Jonás arrastrándolo sin mayor consideración de su celda y los llevamos hasta el sector de baños. El tipo no sabía que diántres sucedía y solo gritaba por ayuda. Finalmente lo senté sobre un sucio retrete.

-Escúchame, quiero que quede claro que no me importas en lo absoluto.- le dije.- Pero me vas a decir que fue lo que le dijiste a Spencer allá en el cuartel, si eres listo… hablarás.

-Oh, ya entiendo…- dijo con una singular sonrisa.-todo esto es por el desmadre de ese fenómeno desquiciado…

 Saqué mi arma y presioné el cañón fuerte en su cabeza.

-Si no quieres formar parte de sus títeres, entonces habla… ¿Dónde está Spencer?

-No sé nada, Leon… lo juro.

-¡Respuesta equivocada!- acto seguido golpeé su rostro con el mango de mi arma y fracturé su tabique nasal. Lo cogí de sus ropas y le obligué a agacharse frente al retrete para hundir su rostro en el fondo de toda la porquería y el agua. Luego cuando creí que habían pasado los segundos suficientes… lo saqué rápidamente.

  Su rostro estaba cubierto de excremento, cayó al suelo tosiendo y tomando grandes bocanadas de aire.

-Te lo repito, Jonás… no me importas en lo absoluto. Si no cooperas simplemente te liquido y busco a otro que sea un poco más listo que tú.- le dije y desenfundé mi arma nuevamente, esta vez con decisión.

-Espera, espera…- me dijo mientras botaba agua sucia por la boca.- ese monstruo va a asesinar a su hermano, todo es parte de un plan… solo dame un segundo…

-¿Cuál plan?, maldito miserable.

  En cosa de segundos Jonás nos contó de qué se trataba todo aquello. Jonás y Alexander Grimm colaboraban juntos en una operación criminal. Alexander iba a rescatar a su “socio” en la cárcel aprovechando la confusión por el caos desatado por Spencer, sin embargo… Jonás tenía planeada una segunda jugada y esta era traicionar a Alexander Grimm. Fue por ello que le contó a Spencer sobre su hermano para que este le asesinara una vez reunidos, así Jonás se libraría de Alexander Grimm sin siquiera ensuciarse las manos. 

-Hmmm… una jugada muy viva, ¿no, Jonás?- le comenté mientras a nuestros oídos llegaba el inconfundible sonido de las hélices de un helicóptero.- Utilizar a Spencer para liquidar a tu socio Alexander Grimm… y de paso enviaste esta ciudad al infierno solo por tus entupidos intereses.

-Hey… le dije al grandulón que se cobrara venganza, pero no creí que armaría un embrollo como este.- contestó Jonás mientras el helicóptero ya se escuchaba muy cerca.- de todas formas puedo persuadirlo, ese es el helicóptero de Alexander  que me viene a rescatar… no te preocupes, lo convenceré.

-Tú no irás a ningún lado, rata.- sentencié.

  Dejamos a Jonás atado cómodamente dentro del baño de la prisión y ocupamos su lugar en  el rescate. La escalera fue tendida en la azotea de aquel recinto penal y los hombres de Alexander no supieron a quien rescataban hasta que abordamos el helicóptero y vieron nuestras credenciales. Les obligamos a que nos llevaran donde Alexander tal como si el plan de Jonás hubiese continuado regularmente. Al cabo de unos minutos llegamos a una lujosa instalación, en una de sus habitaciones se encontraba Alexander Grimm esperando por Jonás. Se trataba de un hombre de unos treinta años, cabello rubio vestido elegantemente,… observaba con impaciencia a través de un gran ventanal hacia fuera, sin embargo no esperaba  nuestra presencia.

-Hola, Alexander…- le saludé al entrar en la habitación junto a mis compañeros.- soy Leon S. Kennedy y ellos son Ferchetti y Sussman, ambos oficiales del FBI.

-¿Eh?... ¿Dónde está Jonás?- preguntó confundido.

-Está cómodamente maniatado en prisión, cual debiera de ser. Relájese… no hemos venido a arrestarle, sino a protegerle.

-¿Porqué?, ¿qué diablos sucede?

-Usted no ve los noticieros, ¿eh, Alexander?- le dije acercándome unos cuantos pasos a él.- su hermano Spencer Grimm está furioso, sabe que usted vive, sabe donde se encuentra y en este momento viene para acá a asesinarle…

-¡Demonios!- exclamó.- se suponía que el gobierno no iba a dejar que esto sucediera.

-Lo sé, pero a veces estas cosas pasan… no contábamos con que Jonás le traicionaría y le contaría toda la verdad a Spencer.

-Ese infeliz hijo de perra…

-Bueno, Alexander.- le interrumpí bruscamente.- nos podemos quedar aquí maldiciendo toda la vida o podemos sacarle de aquí, le advierto que será enviado a una corte de justicia…

-Está bien… larguémonos.

    Mas en ese instante una ruidosa explosión sacudió los cimientos de la instalación. A un costado, una pared se derrumbó y de allí emergió la imponente figura de Spencer… en sus manos sostenía un arma.

-Temo que nadie irá a ningún lado…- dijo con su voz reptante.- Alexander, ¡cuánto tiempo! Seguramente has de ser un zombie… como yo, pues supe que estabas muerto…

-Spencer… qué, ¿qué diablos han hecho contigo?- preguntó Alexander aterrado.

-Tan solo me ejecutaron y luego me revivieron, ¿lindo no?... pero basta de sandeces, he venido a salvarte, hermanito.- Acto seguido Spencer apuntó con su arma a un secuaz de Alexander y le asesinó. Al cabo de unos segundos su cadáver se levantó del suelo y se paró junto a Spencer tal como lo haría una mascota entrenada.- ¿Ven?, una vez muertos todos serán tan obedientes y productivos como él…

 Era horrible. Si moríamos en aquel momento ni siquiera podíamos contar con el consuelo de descansar y ya no ser parte de todo esto, sino que además pasaríamos a ser esbirros de Spencer, es decir, ni la muerte podría salvarnos. De pronto una fuerza extraña entró en la habitación y golpeó con violencia a Spencer azotándolo contra uno de los muros dejándolo muy malherido. Pude distinguir una figura femenina aparecer por la improvisada entrada que había hecho Grimm momentos antes, se trataba de Caroline Bateman.

-Hola, no hay tiempo para explicar… vayan al helicóptero ¡rápido!- nos dijo.

  Antes de huir… Spencer sonreía desde el suelo, al pasar junto a él llevó su mano a su garganta y pasó su dedo índice por ella, haciendo el gesto de “morirás”. Luego en el trayecto al helicóptero comprendí que le había ordenado a su legión de cadáveres ir hacia nuestra posición, era cosa de minutos para que aparecieran. Una vez a bordo comencé a pensar en cómo detener todo esto y la única forma era que Spencer lo deseara… miré hacia el edificio y antes de que pudiera siquiera reaccionar, este estalló en mil pedazos en medio de una estruendosa explosión, algo lo había hecho estallar, ¿pero quien…?, ¿Caroline? A los pocos segundos llegó ella al helicóptero y le pregunté sobre la explosión y cómo nos había encontrado.

-Fui por ayuda…- me dijo secamente y me hizo un gesto para que mirara hacia atrás, al asiento trasero que hasta ese instante no me había percatado. Allí vi a un niño de unos 13 años que me costó reconocer, luego… con un escalofrío recorriendo mi espalda supe que se trataba de Joseph, el niño solitario que lleva a cuestas un ángel destructivo.

   Supusimos que Spencer había muerto definitivamente pues la horda de cadáveres se detuvo y todos, absolutamente todos cesaron su avance y cayeron desplomados en el lugar en el que fueron sorprendidos por el deceso de su amo y señor. Alexander Grimm fue llevado a salvo y posteriormente fue encarcelado, pero dudo que reciba sentencia alguna… hay muchos intereses que le protegen. Los verdaderos criminales no pagan, sino que dictan leyes y ordenan experimentos abominables y terribles tal como el proyecto GRIMM. Spencer a las finales solo ha sido un sujeto al cual se le negó su muerte para convertirle en una criatura repugnante., ¿pero que culpa ha tenido él? Hasta por un lado entiendo su soledad y su sed de venganza. Sin embargo hasta el día de hoy ruego para que al fin haya desaparecido de este mundo… y es que tras la explosión en aquel edificio… no pudieron encontrar el cadáver de Spencer.










... y nuevamente Caroline desapareció antes de que pudiera agradecerle...

LEON S. KENNEDY 00:01   A.M.



Creative Commons License
El diario de Leon S. Kennedy by Marcelo Carter is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

oooooh fue geniaaal!!
me encanto como el final inconcluso las piezas faltantes la accion estuvo buenisimooo!!
yo soy el del otro comentario
imael ruiz en el facebook soy de argentina y lei todas tus historias sos un genio..!!

Anónimo dijo...

Hola, Ismael. Muchas gracias por comentar y me alegro que te gustara. De nuevo mil gracias por tus palabras :)

saludos.

-Marcelo Carter