lunes, 12 de diciembre de 2011

Sobrevivir

















Segunda parte y final.




Comencé a realizar el trabajo sin siquiera saber por donde demonios empezar. Cogí una caja de cartón y me dediqué a darle forma. De pronto nuevamente hizo su aparición aquel avión maldito. Los demás hombres se amontonaron a la escotilla cuales niños pequeños y observaron hacia el cielo con extraña emoción.

“¿Cómo diablos me metí en esto?”, recuerdo haber pensado en ese instante.

Posteriormente mis acompañantes formaron un pequeño y preocupante grupo a un rincón. Cuchicheaban entre ellos y era evidente que no deseaban invitarme. Decidí ignorar los pensamientos angustiantes en aquel momento mientras continuaba trabajando en la caja de cartón. Luego de un rato y sin saber cómo, levanté la mirada y los tres hombres se encontraban de pié, observándome de forma extraña… me quedé en silencio y sostuve la mirada, al cabo de unos segundos Svenson levantó su pistola y me apuntó a la cara. Suspiré… realmente pensé que podía morir en ese momento, pero al menos quería saber porqué.

-Svenson… ¿Qué estás haciendo?- pregunté dejando la caja de cartón a un lado.

-Eres tú… tú eres la causa por la que ese avión viene a cada rato.- me contestó de forma seria.- Tú eres el blanco.

-Pero… ¿qué estás diciendo?, ¿porqué?, ¿porqué dices eso?

-No hay otra explicación… tú me habías contado que trabajas para el gobierno, tú eres el único vínculo que hay entre nosotros y ese avión.

Las palabras de Svenson no dejaban de asombrarme. Si bien era algo absurdo, tampoco podía dejar de ser algo relativamente probable.

-Espera, ¿tú crees que para matarme el gobierno deba gastar sus recursos en enviar un avión a cada rato para envenenar una y otra vez esta ciudad?- no sé cómo fue que lo dije, pero hasta la pregunta a mí me sonó posible.

-No lo sé, Leon… pero no nos vamos a arriesgar. Dame tu arma, solo queremos confiar en ti.

Los otros dos hombres permanecían en silencio tras Svenson. No sé hasta que punto podía yo confiar en ellos, sin embargo, en aquel momento yo no tenía el sartén por el mango… no tuve más remedio que obedecer, le dí mi arma aún sintiendo que algo me parecía extraño…

-Bien.- me dijo recibiendo el arma.- Es bueno saber que estás cooperando, ahora debes hacer otro sacrificio por nosotros y entregarte al avión.

-¿Qué?...- pregunté sin comprender.

-¡El avión te está llamando, maldito imbécil!- me dijo uno de ellos.

-¡Te entregaremos como ofrenda, solo así nos dejará en paz!

-Así es, Leon…- me dijo Svenson observándome con unos ojos que me aterraron, solo ahí pude comprender el error que cometí al darle mi arma, sus ojos… sus ojos estaban impregnados de locura.- el avión nos ha hablado, ¡el avión fue, es y será por siempre!, ¡tú eres la ofrenda que nos pide para dejarnos salir!

Los otros dos hombres comenzaron a vitorear y a aplaudir con exaltación. Tragué saliva… me encontraba aterradoramente solo, en una situación de lo más compleja. Aquellos hombres habían perdido hasta el último ápice de cordura…

-Eres un niño muy guapo…- me dijo uno de ellos acercándose a mi de un salto, luego me abrazó.- Serás el intercambio perfecto.

-Por favor… reaccionen, ¿Qué diablos les pasa?- pregunté con mi voz quebrada. De verdad me encontraba muy asustado, pues jamás había “olido” a la muerte tan de cerca.

-No nos pasa nada, nene…- me dijo el otro desordenando mi corta cabellera militar.- nos acompañarás al exterior, a dar un paseo.

Me llevaron afuera, quise defenderme pero Svenson presionó su arma contra mi nuca cohibiendo así mi voluntad. El acero frío del arma en mi (en ese entonces) escaso cuero cabelludo hizo que temiera por mi vida. ¿Porqué?, ¿porqué morir así?, junto a unos desconocidos dementes, en una ciudad que no conocía… lejos de todo el mundo, ¿porqué?, la situación me parecía realmente absurda, no quería que mi muerte fuera absurda… siempre imaginaba una muerte distinta, pero en ese lugar… ¡no podía ser!

Arriba, el aire estaba limpio… todo normal y absolutamente respirable, yo creía que iba a sentir de inmediato el virus en la atmósfera, pero cosa extraña, no se sentía.. Salimos de la alcantarilla y me empujaron al suelo junto a un par de automóviles volcados, el panorama de la ciudad era totalmente apocalíptico. Svenson continuaba apuntándome mientras observaba al cielo… esperanzado en ver al avión nuevamente.

De pronto, tal como ya se había hecho familiar, el ruido de los motores del avión llegaba a nuestros oídos, aquellos orates comenzaron a reír y a aplaudir nuevamente como celebrando algún culto pagano. Finalmente el avión apareció sobre nosotros, enorme, intimidante, oscuro, su silueta negra recortaba aquel cielo gris lleno de nubes…

El primero en caer fue Svenson, que me apuntaba con el arma

Luego fue el sujeto que estaba a mi izquierda, y posteriormente el de mi derecha. Los tres atravesados en sus cráneos gracias al francotirador que se encontraba en aquel avión.

Llevaban buscándome durante días, no rociaban veneno, era vacuna… vacuna para el virus que horas antes había destruido la ciudad y que había contagiado a Svenson y a los otros dos hombres. Milagrosamente yo no me contagié gracias al avión y a su vacuna que rociaban a cada rato con la esperanza de verme en algún lado con vida. El virus provocaba locura y severas alucinaciones… de no haber sido por el contagio de Svenson y los otros dos, el avión no me hubiese rescatado aquel día y yo hubiese continuado viéndolo como un ángel de la muerte.










Creo que el corte de cabello me trae malos momentos, me lo dejaré crecer otra vez...

LEON S. KENNEDY 01:22 A.M.


Creative Commons License
El diario de Leon S. Kennedy by Marcelo Carter is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno Marce!, me encanto ese final :D

saludines!

Marcelo Carter dijo...

jeje, gracias, Lady B. saludos y gracias por comentar :)

Mery dijo...

Que bueeeeen finaaal, LPM!!
Me gustó mucho la historia, una de las mejores ;)

Saludos,

Mery :)