miércoles, 23 de noviembre de 2011

?

Historia basada en la idea de Adrian Salvatori de Venezuela, Gracias.























Primera parte





Era su segundo día en Latinoamérica…

Tal parece que se aburre, no lo culpo, el tener que estar todos los días desde las 7 de la mañana en un aparente edificio abandonado a causa de un incendio, ideando planes absurdos y trampas inverosímiles para dar con mi captura no ha de ser algo muy lindo y agradable. Debes admitir que fui muy astuto en esconderme en este país y en esta ciudad tan opuesta a tu tierra…

Por favor, no me subestimes, me gustan las artes… todo tipo de artes, pero más la literatura. Mientras el cine te da a conocer el punto de vista de otra persona a través de imágenes, la literatura en cambio te da la licencia de imaginar lo que quieras en base a palabras, imaginar…

A muchos no les gusta imaginar, ni siquiera ponerse a pensar, para algunos eso es terrible… y buscan cualquier cosa que los aleje de correr ese peligro, ya sea yendo al mall, o a bailar a una discoteca, etc. No soportan ese silencio… ese monstruoso y mortal silencio que se hace presente en los momentos de soledad, donde tú única compañía… eres tú. Algunos no lo toleran, yo era uno de ellos sabes, pero poco a poco aprendí a enfrentar ese monstruo… fue algo gradual, nada que hubiera sido de golpe. Sin embargo recuerdo aquella noche como si hubiese sido hace 10 minutos…

Estaba solo en casa, mis padres se encontraban dormidos (sí, aún no me encargaba de ellos cuando esto sucedió) y cosa extraña, esa noche me costaba mucho dormir… tenía calor, mucho calor… me quité la remera con la cual solía irme a dormir y también los pantalones cortos… quedé desnudo tumbado sobre mi cama, sudando como pocas veces recuerdo haber sudado en mi vida tanto.

De pronto llegó,… el silencio, aquel silencio monstruoso del cual hablaba entró a mi habitación helándome por completo la sangre. Era el todo o nada, ya no quería seguir huyendo de él ni de nadie más… ¡nunca! Así que abrí mis ojos y temblando me incorporé en la cama, desnudo y sudando a causa del insoportable calor de aquella noche de verano. Allí estaba ese silencio, esa aterradora inspiración que nos lleva a pensar, ese mudo testigo de nuestras vidas que siempre permanece agazapado junto a nosotros y jamás lo notamos, pero créeme… allí está siempre… junto a nosotros, escondido, observándonos…

Se erigió como una medusa sacada del infierno a los pies de mi cama, me observaba desde la nada misma… yo sabía que estaba allí, en oportunidades anteriores habría intentado cerrar mis ojos, dormirme, encender la luz, encender la TV, volver al Internet, etc. Hubiera hecho lo que cualquier ser humano haría en una ocasión como aquella, pero yo no, YA NO MÁS. Sabía que aquella noche yo iba a dejar de ser el mismo chico de siempre… lo sabía, y me temblaba todo el cuerpo a causa de ese conocimiento.

Finalmente aquel monstruo, aquel silencio, aquel espacio vacío situado a los pies de mi cama se hizo inmenso, enorme, apenas cabía en las cuencas de mis ojos… ¡era aterrador! Y se arrojó sobre mí… quise luchar, quitármelo de encima, pero me di cuenta de que no era necesario hacerlo… el vacío y su monstruoso silencio no ofrecía mayor resistencia a mis movimientos, sorprendido volví a sentarme en la cama… en ese instante comprendí que no tenía porque tenerle miedo… era inerte, sumiso, y su mirada… su ausencia de mirada era algo tan especial, y lo más increíble, lo mejor de todo definitivamente… era su silencio.

Le abracé y comencé a acariciar… atraje su cuerpo ausente al mío, lo empapé con mi sudor corporal. Era primera vez que experimentaba una sensación así…me sentía con el control total de la noche, de la situación… y de él, mis caricias iban subiendo de tono…. Para cuando me di cuenta ya me encontraba besando su rostro. Lo agarré con todas mis fuerzas y le hice el amor.

Así es ¡le hice el amor aquella noche!, fue mi primera vez y fue sensacional, ¿alguna vez has hecho el amor con alguno de tus monstruos?, ¿alguna vez te has enfrentado al terror más absoluto y le has hecho frente?, ¡pues claro que no!... ¡porque eres un maldito cobarde!, ¡tal como todos los demás seres cobardes que habitan este asqueroso y mugriento planeta!... ¡¡no son más que un vil pedazo de mierda que se pudre en la planta de mi zapato!!





. . .






...perdón, suelo divagar mucho últimamente…







. . .



... bien, es chistoso te estaba hablando del arte y no sé como caí en mi anécdota adolescente… jaja, veamos… ¡ah si!, soy amante de la literatura… es por ello que sé perfectamente, tal como una novela policial, tus pasos. Estás realizando tu investigación en ese edificio en el que crees que nadie puede sospechar de tu presencia y ya a esta altura debes haber averiguado mi verdadero nombre, puedo imaginar tu cara de asombro cuando descubras que soy 10 años menor que tú

Sé también que te estarás preguntando qué cosas me han motivado a realizar mis actos que a tus ojos resultan ofensivos e indignantes… espero que no saques conclusiones tan autocompadecientes, en realidad te va a sorprender, pero no me considero más víctima que… mmm.. como decirlo… un juez que sentencia a alguien con la pena de muerte. ¿Lo ves?



Muero de ganas en saber que sigue… y como va a terminar esto…




No me tengas miedo, Leon...










Próximamente segunda parte y final.



Creative Commons License
El diario de Leon S. Kennedy by Marcelo Carter is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.

3 comentarios:

AdrianSalvatori dijo...

Wooow Marcello! Me llenas de Orgullo! *_* Le has dado vida a mi psicopata xD Muero por ver la segunda parte! Mil graciaas una vez mas :D

Anónimo dijo...

muy buena Marce!, espero la prox
saludines!

Marcelo Carter dijo...

Muchas gracias, Lady y amigo Adrian :), ya está la 2da parte. Un saludo.