Uno…
Dos…
Tres!
Me levanto
de forma pausada con mis manos en alto. Mientras me pongo de pie consigo tener
una mejor perspectiva del panorama, se trata de un hombre que se ha subido a la
parte posterior de un vehículo a dispararnos con una enorme arma montada sobre
un arnés. El sujeto está como loco.
-¡Malditos
zombis!, ¡¡coman plomo idiotas!!- grita a todo pulmón mientras sigue descargando
balas a diestra y siniestra.- ¡¡Jajaja, babosos idiotas!!, ¡¿qué les parece
esto eh?!
De pronto el
enardecido sujeto se fija en mí, sin embargo algo parece delatarme pues
descubre el engaño y me lanza toda su artillería a quemarropa. Las balas me atraviesan
y se incrustan en mi cuerpo, puedo sentir que algunas trituran varios de mis
huesos en mi pecho,… otras en cambio rompen mi espalda y salen por el otro
lado. Peter me jala del brazo y me arroja al suelo de nuevo.
-¡Cuidado!-
me dice.- ¿qué no ves que te puede liquidar?
-¿De qué
estás hablando?... sus balas no hacen nada. Me han atravesado y ni siquiera
siento dolor.- le contesto estableciendo un hecho.- Fíjate en el resto de las
personas acá, algunas han caído al suelo, pero se vuelven a poner de pie.
-Sí, pero
fíjate tú en esas otras personas que han caído al suelo y se han quedado ahí…
¡muertas!
En efecto,
mi vista se clava hacia donde él me señala y puedo ver a varios de los “nuestros”
tirados en el suelo totalmente inertes, con sus sesos desparramados y cráneos
absolutamente reventados.
-Si te
dispara a la cabeza estás muerto… ¿comprendes ahora?- me pregunta Peter.
La situación
es compleja, el sujeto loco con su enorme metralleta no nos da tregua y si no
hacemos algo acabaremos realmente muertos. De pronto se me ocurre algo.
-Peter… aún
somos inteligentes, tú mismo lo dijiste, y también aún somos rápidos. Si nos
acercamos a la camioneta donde está el sujeto aquel con su metralleta, ambos
por caminos distintos, tú por la izquierda y yo por la derecha… probablemente
podamos derribarle.
-Bueno… es
posible.- me contesta sopesando la situación.- pero aun así es un riesgo…
debemos protegernos.
Al cabo de
un instante estamos listos ya para realizar nuestra movida. Cada uno ha cogido
el cuerpo de algún compañero caído por alguna bala en la cabeza y lo hemos de
utilizar como escudo. Nos miramos, asentimos y comenzamos. Corro con todas mis
fuerzas, pero el peso de mi “escudo” me hace ir un poco más lento de lo que yo
esperaba. Puedo sentir y oír las balas impactando contra la piel y la carne del
chico muerto que me protege. Algunas atraviesan y me alcanzan en el torso, pero
no con la suficiente fuerza. De pronto la ráfaga se detiene y la oigo más
lejana… supongo que ahora el sujeto está descargando la artillería contra Peter
del otro lado, eso me da una chance… es ahora donde debo correr con más
fuerzas. Ya queda poco… solo unos pasos más.
Arrojo mi
escudo al suelo, de un salto subo a la parte posterior de la camioneta y me
abalanzo contra el sujeto demente, quien no alcanza a girar la metralleta.
Grita de forma desesperada y manotea torpemente, lo cual no me es mayor
obstáculo. Peter sube ahora por el otro lado y lo derriba al suelo. Lo cojo de
la garganta y con todas mis fuerzas trato de arrancar su cabeza, el hombre
grita producto del horror de ser decapitado, Peter lo sostiene firmemente y de
pronto su cuello se rompe… su carne es blanda, cede ante la fuerza de mis manos
y su garganta termina por cercenarse. Levanto su cabeza como si fuera un trofeo
y me bebo la sangre que emana de su cuello cortado.
Hemos
desnudado el cadáver del hombre y con Peter comenzamos a devorarle entre los
dos, arriba del techo de la camioneta con la intención de no compartir ningún
trozo con nadie, nosotros le hemos derribado, nosotros merecemos comerlo
completamente.
-Leon, es
inútil…- me dice de pronto Peter.- no puede haber tregua entre nosotros y
ellos, ¿recuerdas que nos íbamos a intentar comunicar con él para ver si nos
podía ayudar?
-Lo sé…-
contesto chupando los dedos de una mano mutilada.- pero el hambre apremia…
además el tipo estaba loco, difícilmente iba a querer ayudarnos.
-“Nosotros o
ellos”… “nosotros o ellos” , el eterno dilema que parece nunca acabar.- nos
dice de pronto un anciano al cual le falta parte de su cráneo y su nariz se encuentra totalmente podrida.-
¿hay algo que sobre para este pobre anciano miserable?
Peter me
mira y luego le arroja al anciano el pie derecho de nuestra malograda víctima,
supongo que aún conserva algo de generosidad.
-Ustedes son
jóvenes… ya quisiera yo tener algo de esa juventud…- nos dice mientras come
afanosamente. Su modo de hablar es casi gutural, seguramente su estado es
avanzado pues apenas se le entiende lo que quiere decir.-… estoy débil y me
muevo con dificultad. A duras penas puedo luchar por mi comida… hace ya varias
noches que no probaba un bocado.
-Escucha,
viejo- le dice de pronto Peter un tanto molesto.- estamos ya bastante
preocupados en querer evitar convertirnos en algo como tú, así que come tu
bocado y mejor piérdete…
-Ahh… pues
lamento decirles que no hay nada que puedan hacer para evitarlo.- nos dijo con
cierto dejo de ironía.- yo solo quiero comida y tranquilidad para mis días de
agonía… conozco de un sitio donde los “carne-tibia” abundan y no nos esperan,
por lo que será fácil tomarlos de sorpresa a todos.
-¿Qué lugar
es ese?- le pregunto.
-Ahh… no
queda muy lejos de aquí.- contesta levemente entusiasmado.- es una zona que
conozco gracias a lo que me dijo una mujer que se dirigía hacia allá,… me lo
dijo todo antes de ser alcanzada por un proyectil en la cabeza.
Con peter
nos miramos y sonreímos, no damos mayor crédito a su historia.
-Los puedo
llevar hasta allí si lo desean, lo único que pido a cambio es protección. Estoy
débil y cada vez más podrido….- nos dijo.
-Eso es
verdad…- le respondo.- eres el que más apesta de todos. ¿Cómo te llamas?
-… ya no lo
recuerdo a estas alturas.- me contesta con voz cavernosa.- desde que tengo
memoria estoy así… vagando y comiendo lo que encuentro.
He hablado
con Peter un poco y hemos accedido acompañar al anciano podrido al lugar donde
dice que hay mucha carne tibia, una vez allí nos separaremos de él, mientras
tanto le cuidaremos y compartiremos con él cualquier comida que consigamos.
Ahora somos
tres, me pregunto si algún día esto se detendrá y si es así, me pregunto cómo
será. Tengo miedo de no recordar más mi nombre… lo he anotado en mi mano
izquierda con letra bien grande… LEON.
Así es, ese
soy yo… LEON.
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