Falta poco para navidad… La compañía Tricell ha iniciado una
maquiavélica operación genocida y Leon Scott Kennedy ha sido arrestado.
Mi nombre es William F. Waylong, tengo 24 años de edad y
pertenezco a la brigada roja de las fuerzas especiales,… bueno, al menos
pertenecía a ella hasta antes de que la conspiración de Tricell se pusiera en
marcha. Unos oficiales del FBI (amigos cercanos de Leon) me contactaron durante
esta tarde. Interceptaron mi automóvil en la carretera y me obligaron a subir a
una camioneta negra. Fue el susto de mi vida… después de lo de Tricell no
confiaba absolutamente en nadie.
-¿De qué se trata todo esto?... no creo ser tan importante.-
dije una vez a bordo.
-William Waylong. Ex-oficial de las fuerzas especiales… si
no nos equivocamos ¿desertaste esta mañana, no es así?
-¿Quiénes son ustedes?- insistí. No tenían apariencia de ser
fiscales militares.
-Agentes Thomasson y Meredith del FBI. No te preocupes,
chico. Estamos de tu lado. Queremos proponerte un trato.
-Después de lo sucedido con Tricell esta mañana… no deseo
formar parte de ningún trato, solo quiero largarme lo más lejos posible…
cabezas rodarán, ¿entienden?
-Lo entendemos perfectamente… es por ello que te necesitamos
a ti.- me contestó uno de ellos.- Un amigo nuestro, Leon Scott Kennedy ha sido
arrestado. Necesitamos de tu ayuda.
No lo podía creer,
el asunto de Tricell era aún más espeluznante de lo que mi mente pudo haber
concebido hasta el momento. Estaban desbaratando a todos sus principales
enemigos y planeaban un ataque bío-terrorista en los principales aeropuertos
del país, soltarían una toxina que se alojaría en los organismos de la gente,
cualquier turista, de cualquier color de piel, edad y sexo. Luego ellos
viajarían a sus respectivos destinos siendo el principal vehículo de contagio.
Leon Scott Kennedy trabajaba en el caso juunto a un reducido grupo de
oficiales, tenía unos contactos en el bajo mundo y se habían enterado de la
primera fase del plan, pero Tricell ya había hecho su movimiento…habían puesto
en marcha la operación “viaje a las estrellas” donde miembros importantes del
“bando contrario” caerían uno por uno como fichas de dominó. Leon fue el
segundo en ser arrestado y enviado a un oculto calabozo. Los demás miembros
fueron muertos mientras intentaban huir. No lo pensé mucho, ni tampoco me hice
de rogar. Estaba claro desde un principio que al saber del actual estado de
Leon mi respuesta sería positiva.
Finalmente fui a mi
departamento, los federales me habían dado un teléfono móvil color gris por el
cual se contactarían conmigo. Mis cosas las había dejado en la base militar por
lo que solo debía confiarme de lo que poseía en mi departamento. Fui hasta mi
cama, levanté el colchón y allí estaba mi revolver calibre 22 envuelto en una
tela oscura. Deseé haberme robado algún miserable chaleco anti-balas de las
fuerzas especiales, pero no lo hice, jamás siquiera me robé una maldita bala…
¡estúpido!, yo y mi absurda ética moral. Ahora se venía una guerra en mi contra
y yo la recibiría en las más precarias condiciones. Deseé llamar a los agentes
Thomasson o Meredith para pedirles equipo, pero me detuve al recordar que me
prohibieron estrictamente el intentar comunicarme con ellos… serían ellos los
que me llamarían. Era ya cerca de la medianoche cuando aquel teléfono gris
comenzó a vibrar en la mesita de centro de mi sala.
-Diga.
-A las doce y media, callejón Parknight. Un sujeto mal
vestido te estará esperando… estará esperando a Leon.- me dijo la corrosiva voz
tras la linea telefónica, luego de eso… simplemente cortó.
Aún un poco atolondrado por la súbita llamada, fui hasta el
baño y me mojé el rostro para espantar cualquier asomo de miedo. Me miré
directo al espejo.
-Vamos, Will…- me dije mirándome directo a los ojos.- no te
acobardes…. todos te necesitan.
Me puse una gorra y
salí de casa cual policía encubierto que va a reunirse con su contacto. El
callejón Parknight quedaba no muy lejos de mi departamento así que me apresuré
en llegar. Llegar varios minutos antes a una cita peligrosa es una ventaja, sin
embargo, al otro sujeto se le había ocurrido lo mismo… yo había llegado 15
minutos antes y él ya estaba allí. El lugar no estaba muy bien iluminado, a
medida que me acercaba solo advertí una figura encorvada que encendía un
cigarrillo junto a los vapores de la alcantarilla. Caminé y me detuve hasta
quedar a unos 10 metros
de distancia… luego pensé: “¿qué se supone que debo hacer ahora?”…
Afortunadamente él habló primero.
-¿Dónde está, Leon?- me preguntó.
-No pudo venir, hubieron problemas…- contesté.- yo estoy
ocupando su lugar…
El sujeto me observó
por unos segundos y luego exhaló el humo de su cigarrillo.
-Esperaba a Leon…- sentenció.
-Deberás conformarte conmigo… Leon ha sido arrestado. Soy un
rostro nuevo…
-Demasiado nuevo…- me dijo.
Falta poco para Navidad….
Y aquí estoy… intentando ser un héroe…
El diario de Leon S. Kennedy by Marcelo Carter is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.
El diario de Leon S. Kennedy by Marcelo Carter is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.
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