Hacía mucho que no pasaba tiempo con mi amigo Brian Bethel, actual oficial de policía
ascendido a capitán. Esa fría noche de lluvia me hizo el enorme y caprichoso
favor de trasladarme desde la biblioteca de la ciudad hasta mi departamento en
su patrulla mientras cumplía la guardia, sin embargo en el intertanto… ocurrió
un suceso tan extraño y singular que no puedo dejar de contar aquí en mi diario.
-¿Qué tal la
biblioteca?- me preguntó mientras me subía a la patrulla empapado y protegiendo
el maletín con libros.
-Aburrida…
siempre llena de libros.- contesté.- Brian te dije a las 8 y quince y ya son
las nueve… mejor hubiese cogido el taxi.
Arrancamos
finalmente y fuimos en dirección a mi
departamento, mas durante el trayecto y mientras charlábamos de cosas sin mayor
importancia la radio comunicó una alerta, una mujer había llamado para pedir
auxilio en un barrio reconocido por su alto índice de delincuencia y
criminalidad. Brian era quien estaba más cerca y se dispuso a ir a chequear la
dirección.
-¿Tienes
tiempo?- me preguntó.
-Oh, Brian
por favor no jodas… estoy empapado y llegaste media hora tarde a recogerme ¿no
puedes dejarme en mi departamento y luego irte a trabajar?- le pregunté un poco
fastidiado.
-Hey, hey,
hey… ¿Qué te pasa, Leon? Es solo un momento… ya ves que ese barrio es peligroso
y no quiero ir solo. Ten un poco de consideración conmigo…
-No seas
pesado, Brian. Por favor.
-No lo puedo
creer, trabajar para el gobierno te ha hecho mal, ¿eh?- insistió sin ánimos de
querer dejarme ir.- ¿Acaso no te da nostalgia hacer un patrullaje de policía? Recuerda
que te metiste a la academia y nunca ejerciste como oficial de policía…
-Claro que
sí, estuve un día trabajando como oficial de policía en la peor ciudad del
mundo… Raccoon city. Eso ha de bastar ¿no crees?- contesté.
Finalmente
me ganó por cansancio, accedí a acompañarle pero como venganza le pedí a cambio
que durante la siguiente semana me hiciera el mismo favor de hacer de “taxi”.
Bueno, al
cabo de unos minutos nos adentramos en aquel barrio deprimente y solitario.
Apenas unos faroles amarillentos de luz débil iluminaban las oscuras calles de
departamentos sucios y desvencijados. Todos permanecían oscuros… ninguna luz se
dejaba ver en las ventanas, salvo en una sola, una perteneciente al cuarto o
quinto piso de un edificio si mal no recuerdo.
-Bien…
llegamos.- dijo Brian estacionando el patrulla.- La dirección es aquí en este
edificio. Según la información una mujer llamó a la policía aterrada, pedía
ayuda. En la central dijeron que ella ya había llamado días antes denunciando
que alguien la merodeaba constantemente… uf, dios quiera que no haya pasado
algo malo.
-Sí, eso
dejaría muy mal parado al departamento de policía. ¿Quieres que suba contigo a
ver?
-No, mejor espérame
acá… en una de esas le pueden robar las ruedas al patrulla.
Brian Bethel entró al edificio de apartamentos
y yo me quedé ahí, sentado sin saber qué hacer en medio de la desolada calle.
Luego de unos segundos la lluvia se detuvo y yo aproveché de salir de la
patrulla para estirar un poco las piernas. Una vez estando afuera una voz me
llamó desde la esquina de un oscuro callejón.
-Oiga…
Me di vuelta
y comprobé que se trataba de un niño de unos 10 años de edad el que me llamaba.
Traía unos gastados jeans azules por lo que pude distinguir y llevaba una
campera con capucha cubriendo su cabeza.
-¿Dime?-
pregunté sin saber muy bien que decir… su presencia me tomó por sorpresa la
verdad.
-¿Puede
venir conmigo?... ¿anda usted solo, verdad?- me preguntó.
¿Qué clase
de pregunta era esa?, me confundí bastante en un principio y me mantuve callado
mientras ordenaba mis ideas. De pronto un segundo niño apareció tras él, este
llevaba una gorra sobre la cabeza. Ambos estaban muy pálidos y tanto la gorra
como la capucha proyectaban una sombra que les oscurecía los ojos hasta la
mitad de la nariz. El segundo chico parecía ser un poco mayor y recuerdo que
constantemente miraba para los lados… como vigilando por si alguien fuera a
aparecer de repente.
-¿Se
encuentran ustedes bien?... este no es un lugar como para que anden solos a
estas horas de la noche.- dije de pronto.
-Estamos
bien…- me contestó el menor.- Solo queremos que nos acompañe… ¿es posible?
-¿Acompañarlos
adonde?
-A nuestra
casa… es que estamos asustados…- me dijo con un particular tono de voz difícil
de describir. Algo no me cuadraba en toda esta extraña situación que de pronto
se estaba desarrollando. Esos niños no parecían tener miedo de nada, ¿por qué
me decían que estaban asustados? Algo había en ellos pero no era temor… era más
bien impaciencia… pude advertir una leve impaciencia del chico con quien estaba
hablando, como si intentara convencerme de algo lo más pronto posible.
-Lo lamento,
solo estoy esperando a alguien…- dije aún un tanto incómodo.- si quieren puedo
llamar a sus padres para que…
-No, eso no
sirve… por favor, acompáñenos… venga con nosotros.
El segundo
muchacho, aquel que parecía mayor, continuaba observando de vez en tanto de un
lado a otro, como si estuviera vigilando. Algo muy extraño sucedía… pero no
sabía qué. Esos niños se comportaban de forma muy inusual, tan inusual que me
pusieron realmente incómodo. Me inspiraban mucha desconfianza y por un instante…
no se a título de qué, pero sentí un cierto temor. En eso la lluvia nuevamente
comenzó a caer sobre nosotros. Casi agradecido por la divina providencia me
subí nuevamente a la patrulla y les dije:
-Vayan a
casa pronto, aún es temprano.
Estando
arriba encendí la calefacción, y justo cuando me disponía a olvidarme de todo
el asunto una silueta oscureció la débil luz del lado de mi ventana, alcé mi vista
y eran los dos muchachos que se habían aproximado hasta la ventanilla de la
puerta.
-Señor,
déjenos entrar…- me dijo con exasperación.- ¿Qué no ve que está lloviendo?... déjenos
entrar y llévenos a casa, por favor.
-Lo lamento…-
contesté aturdido por la confusión.- mi amigo va a regresar ya… no puedo hacer
nada.
Muchos a
esta altura del relato pensarán y con justa razón ¿por qué no tuvo el buen
corazón de prestarles ayuda, o de subirlos a la patrulla?, bueno es raro, pero
he aquí la explicación: No me inspiraban confianza, es más, su actitud distaba
mucho de ser la de un par de niños desprotegidos y asustados… más bien parecían
ser desafiantes, a esto agreguemos que la sombra de la gorra y la capucha no me
dejaban ver sus ojos… no podía hacerme una idea de qué clase de intención había
en ellos, esto podrá parecer estúpido y puede que lo sea… pero me infundaban
cierto nerviosismo.
-Escuche… se
lo preguntaré una vez más… ¿va a dejarnos entrar al automóvil sí o no?- me
preguntó de pronto de forma bastante seca.
En ese
momento, el muchacho que hacía de vigilante le dio un codazo al menor y ambos
observaron al edificio desde donde finalmente salía mi amigo Brian Bethel de
regreso a la patrulla. Solo allí pude ver algo que hasta hoy no me explico muy
bien… y es que ambos niños tenían sus ojos completamente negros. Es decir, esa
parte blanca que todos tenemos… no existía, sus ojos eran completamente negros.
Ambos chicos
retrocedieron decepcionados y se perdieron en la oscuridad de uno de los
callejones. Brian subió a la patrulla y me dijo:
-Kennedy, no
vas a creerlo… el apartamento se encontraba con la puerta abierta, pero no
había nadie en el interior… hay indicios de que hubo un forcejeo, pero la mujer
no estaba en casa. Pediré apoyo.
Tras esta
extraña anécdota hice mis averiguaciones y pude enterarme de que hay varios
reportes alrededor del mundo de gente que ha visto a chicos y chicas jóvenes
con los ojos completamente negros. Suelen aparecer en las carreteras o
miradores y según algunos testimonios siempre piden que les ayuden a ir a casa.
Las siglas con las que se les denomina es B.E.K. (Black eyed kids)
Me alegra no
ser el único en haber experimentado esta singular clase de anécdota, y es que si
bien me he enfrentado a zombies, criaturas y monstruos repugnantes… estas cosas
de una u otra forma las conozco y puedo entenderlas.
Pero siempre
he guardado otra clase de temor…
Temor a lo
desconocido…
FIN
El diario de Leon S. Kennedy by Marcelo Carter is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.
FIN
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5 comentarios:
Intrigante es la palabra correcta quien sabe que cosas eran esos chicos que buena historiaa!
Gracias, amigo Denzel! un gusto siempre leerte por acá. Bien también por participar en
www.historiastenebrosas.com
Te lo agradezco enormemente :)
je si eres una inspiracion yyo soy el llamado Dastan saludoss!
una historia atrapante e intrigante, con razón se me hacia algo conocido la historia, y es porque ya había oído historias relacionadas con este tipo de niños paranormales y como era de esperar, pobre León le tenia que tocar vivirla, jajaj, buenas historias Marcelo, un saludo. :)
Gracias, Maular. Que gusto leerte por acá de nuevo :)
Por supuesto estas invitada a
www.historiastenebrosas.com
saludin n.n
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