Muchas veces
tuve que resguardar zonas de catástrofe en espera a que Boys-scouts del
gobierno llegaran a examinar y a realizar planes de levantamiento. Focos de
infección aislados y totalmente inhóspitos pueden llevar a un grupo de hombres
a un aburrimiento anormal, un aburrimiento que nos fue interrumpido
abruptamente y de una forma horrible para mí… resulta que durante una noche de
relevo mientras hacíamos la guardia al parecer un infectado me había mordido en
la mano derecha, no lo noté hasta el otro día cuando mis compañeros de armas me
hicieron ver la herida.
-Es… es
imposible, hubiese despertado ¿Quién diablos estaba de guardia anoche?, ¿no
eras tú, Jack?- pregunté alarmado por la mordida.
-Lo siento,
Leon… creo que… me dormí…- me contestó el atolondrado chico.
-¿Te
dormiste?... ¿¡te dormiste, hijo de perra!? ¡Pudimos haber muerto!
Iba a
arrojarme sobre él para estrangularlo, pero Kobrich se interpuso
deliberadamente en medio y me apuntó con su pistola justo a mi cabeza, los
otros 3 soldados me desarmaron. Lo que seguía solo era parte del procedimiento…
debían hacer lo que debían hacer… y eso era darme un balazo en la cabeza en un
lugar alejado del campamento. No opuse resistencia en lo absoluto, simplemente
caminé unos pasos frente a mi ejecutor (Kobrich) en dirección a ese lugar
alejado del campamento. Apenas y podía comprender lo que estaba sucediendo,
¿cómo?, ¿porqué?... no podía morir ahí en ese lugar.
-Kobrich, la
mordida ni siquiera duele… no lo sé, es posible también que lo haya hecho un
animal…- dije de pronto acariciando la mordida que tenía en mi mano derecha.
-Leon, en
esta ciudad el virus alcanzó un nivel de contagio por sobre el 90%... hasta un
animal puede tener el virus.- me dijo tranquilamente y sin inmutarse.
Caminamos
largos minutos hasta que llegamos a un llano desolado, era creo ya casi
mediodía el cielo era gris y nublado…. Creo sin temor a equivocarme que se
trataba del día más feo que había visto en mi vida.
-Demonios,
Leon. Jamás creí que iba a tener que hacer esto.- me dijo de pronto Kobrich examinando
su arma.
-Y no tienes
porqué hacerlo…, amigo, ésta mordida puede ser de cualquier cosa… ¿porqué nadie
más está herido?
-No lo sé,
pero tú sabes que no podemos correr riesgos… de verdad lo lamento mucho.
-Kobrich,
espera… por favor, hombre… dame una chance… esperemos un rato a ver si me convierto
en zombie, dame ese beneficio.
-Es muy
peligroso, Leon… y tú lo sabes, ¿porqué ahora estás tan acobardado?
-Porque antes
no se trataba de mi maldita vida, por eso.
Me
encontraba suplicando por mi vida a unos 3 metros de donde estaba Kobrich con
su arma. Mi cabeza trabajaba a mil pensamientos por minuto pensando en cómo
zafarme de ésta, arrojarme sobre él y noquearlo, moverlo a compasión y
derribarlo de improviso… pensaba también si algo podía salir mal uno de los dos
terminaría muerto, y si yo sobrevivía… debía huir del resto de los soldados en
el campamento. Definitivamente no quería morir ahí en ese lugar y mucho menos
de una forma tan ilógica, tampoco sentía que iba a morir… era todo tan extraño.
-Bueno, no
alarguemos más esto…- me dijo y me apuntó al fin con el arma. Yo sudaba y mis
labios apenas podían moverse.
-Kobrich…
piensa un maldito segundo… ¿porqué aún no me convierto en zombie?, si la
mordida fue durante la noche… ¿porqué aún no me ocurre nada?
-No lo sé,
Leon. ¿Tu metabolismo quizás?... es igual.
-¡Kobrich!-
exclamé para intentar remecer su consciencia.-¿Quieres dinero?... ¿qué puedo
hacer por ti?, dímelo.
-No me
interesa el dinero… me interesa la seguridad del campamento y ya falta poco
para irnos, no jodas.
Guardó
silencio y volvió a apuntarme.
-Kobrich,
maldición… ¡dime qué diablos quieres!, ¡por favor no jales el gatillo!
De pronto comenzó a reflexionar, se quedó
mirándome por un segundo y bajó el arma.
Yo respiré profundamente creo que estaba a punto de darme un infarto.
-Bueno, creo
que hay algo que puedes hacer…-me dijo al fin y echó una mirada al campamento.
-Lo que sea…-
contesté aliviado.- ¿Qué es?
-Pero
debemos ir a un lugar un poco más alejado…
-¿Porqué?,
¿qué es?
-No te
preocupes no es la gran cosa… solo para desahogarme… ya sabes.
-No, creo
que no…- le dije confundido. Palabra no tenía idea que quería.
-Vamos,
llevamos varios días acá totalmente aislados… y todos tenemos una necesidad física
básica… digamos que libera endorfinas y qué se yo…. ¿me sigues no?
-Kobrich,
por favor, se más específico ¿de qué diablos hablas?- pregunté al fin sin
rodeos.
-Una “rapidita”…
y eso es todo.
-¿Qué es
eso?
-Una “rapidita”,
ya sabes… yo saco mi espada, tú te pones de rodillas… la limpias, la acaricias…
¿cazas la onda?
¿Qué
demonios le estaba sucediendo a Kobrich?, ¿en verdad me estaba pidiendo lo que
yo creo que me estaba pidiendo?.... Por un momento todo pareció detenerse,
hasta mi corazón. Esto no podía estar pasando era tan surrealista y absurdo,
casi parecía una broma de….
…si, lo era,
ahí me di cuenta…. Recordé que era 28 de diciembre….
-¡Kobrich,
hijo de perra… hoy es dia de los inocentes!- le dije furioso.
De pronto
unas carcajadas salieron de un escondite a mi izquierda, los soldados del
campamento estaban allí ocultos. Todos me habían jugado una broma de dia de los
inocentes, durante la noche mientras dormía me hicieron la mordida falsa en la
mano.
-Jajajaja,
eres una inocente palomita, Leon.- me dijo Kobrich y guardó su arma muerto de
la risa.
-Hijos de
perra… no puedo creerlo- exclamé y de pronto una sonrisa brotó de mis labios.-
¿sabes qué es lo peor?... que si hubieras insistido un poco más creo que
hubiera terminado haciéndote la “rapidita”.
Las risotadas de los demás duraron varios
minutos y yo, bueno… finalmente feliz de que todo al final había sido una
estúpida broma.
Una broma
del día de los inocentes.
El diario de Leon S. Kennedy by Marcelo Carter is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License
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