El lugar era
caótico, y yo necesitaba tomar un poco de té helado. Cientos de infectados
babeando por las calles mientras que las balas iban derecho a sus cabezas tapizando
el suelo con trozos de cráneo y sesos. Los zombies eran decenas y noté que
debido a una muy mala jugada anticipada nos estaban comenzando a acorralar en
un callejón.
-¡Leon, más
vale que nos movamos!- me gritó Sussman descargando un certero balazo sobre un
anciano maloliente.-¡pide el helicóptero ya!, ¡la chica a la que viniste a
rescatar debe estar en otra zona!
-¡Negativo!-
contesté recargando mi magnum.-ordenes son ordenes… ella está acá, en algún lugar,… lo sé.
Descargamos
otra ráfaga de tiro y liquidamos a algunos cuantos infectados, pero su número
crecía y nos estaban cercando… la verdad era que la situación se estaba
volviendo preocupante. De pronto miré un tacho de basura y este servía
perfectamente como escala para alcanzar el techo de un minimarket. Le hice el
gesto a Sussman para que me siguiera, cogi el pesado bolso de equipamiento y
finalmente gracias a una ágil maniobra logramos ponernos a salvo sobre el techo
del minimarket… ahora todos los zombies comenzaban a agolparse bajo nosotros.
-Muy bien…
por ahora.- me dijo Sussman exhausto.- basta de idioteces, pide el helicóptero
ahora mismo.
-Nada de
eso.- contesté observando con los binoculares para poder encontrar a quien
debíamos rescatar.- Estoy seguro que ella está por aquí…
-¿Te
volviste loco?, ¿Cómo puedes estar tan seguro de que está en esta zona? Y de
ser así… ¿cómo estás tan seguro que ella aún…
-¡Bingo!-
exclamé feliz de la vida.- te lo dije, allí está… mira.
Sussman
observó a través de los binoculares, pero no pudo encontrar a nadie.
-Allí, junto
a un lamborghini azul.- le señalé con mi mano.- ¿La ves?, es rubia y tiene
delantal médico.
Sussman
volvió a examinar el lugar y tras comprobar la información que le había dado
lentamente se volvió hacia mí.
-Ahmm… eso
es un zombie, Leon. ¿Te diste cuenta, verdad?
-Si, claro
que sí.
-¿Vinimos a
rescatar a… un infectado?- me preguntó mi amigo aún incrédulo.
-Son tiempos
extraños, Sussman. Un rescate es un rescate.
-¿Te dieron
esta misión hace un par de días atrás y me llamaste a mi residencia para
invitarme a cenar, luego cenamos, pagaste la cuenta, me hablaste de este
rescate, me dijiste que había buen dinero… y me convenciste de venir solo para
rescatar a un puto zombie!?, ¿te volviste loco?
-No sé de
qué te quejas.
-¿Y si algo
sale mal?, ¿has pensado en ello acaso?- me preguntó Sussman encolerizado.
-Sabes, noto
vibras muy negativas viniendo de ti en este momento. Lo que menos queremos es
negativismo así que mejor empieza a a pensar en buena onda.
Sussman
revolvió los ojos y finalmente se calló la boca. Había ubicado el objetivo,
pero aún no era suficiente… debíamos hacer que viniera hacia donde estábamos
nosotros. Me puse a pensar, el zombie miraba para todos lados deambulando
lentamente sin embargo aún no se percataba de nuestra presencia sobre la
azotea.
-¡Hey!, ¡tú,
la idiota vestida de blanco!- gritó Sussman de pronto.-¡Hey, por acá!
Pero su
estrategia fue inútil, apenas y nos oía
desde donde estaba. En ese momento comprobé el barril de carga de mi magnum,
quedaban 4 balas. Apunté hacia la mujer infectada, más específicamente a su
brazo izquierdo y jalé el gatillo… el impacto le voló la mitad del brazo.
-¡Demonios!-
exclamé.- no creí que fuera a volarle el brazo…
Pero de
todas formas la jugada surtió efecto y la mujer comenzó a acercarse hacia
nosotros.
-Vaya… por
fín.- dijo Sussman aliviado, pues la enorme horda de zombies que se agolpaba al
minimarket para tratar de alcanzarnos ya le estaba preocupando.
-Ok, ahora
debemos abrirle paso a nuestra chica.- le dije y comenzamos a montar la
ametralladora indolora M134 sobre el trípode. Al cabo de unos segundos la
monstruosa arma de aniquilamiento ya estaba lista para ser accionada.
-Oh,…
Kennedy, es perfecta. La amo, la adoro, y si me cediera los honores me casaría
con ella…- me dijo Sussman acariciando los 6 cañones giratorios de la
ametralladora.
-Ya lo creo.
¿Haces los honores?
A Sussman le
brillaron los ojos cual chiquillo que recibe un regalo genial para navidad. Se
ubicó tras el arma y se ajustó los guantes.
-¡¡¡HEDIONDOOOOOOOOOS!!!!-
gritó iracundo y luego la maquiavélica arma de guerra comenzó a girar su
cañones produciendo un sonido casi apocalíptico.
Es difícil
describir el espectáculo sangriento que vino a continuación. Las balas de la
M134 eran verdaderos proyectiles de casi 10 centímetros de largo que
atravesaban, ropa, piel podrida, huesos descubiertos y sangre coagulada.
Masacraban todo a su paso. Mientras Sussman se divertía de lo lindo yo me
tomaba al fin la taza de té helado junto a él. Las balas eran tan poderosas que
decapitaron a una anciana de forma despiadada y abrieron el pecho de un niño de
10 años a casi la mitad triturando sus costillas.
-No es
necesario que los mates apuntándoles a la cabeza…- le dije.- basta con que los
alejes y le despejes el camino a nuestra nena.
Pero Sussman
creo que ni siquiera me oyó pues gritaba como un verdadero energúmeno
descargando toda su ira a través de la poderosa arma, la escena logró
arrancarme una carcajada.
Los zombies
eran alejados con violencia, algunos hasta salían expulsados a tres metros de
distancia a causa del impacto de los proyectiles, mientras que el objetivo a
rescatar avanzaba de forma torpe e indiferente hacia nuestra posición en el
minimarket. Al cabo de pocos minutos finalmente la mujer llegó justo bajo
nosotros. Le hice una señal a Sussman para que se detuviera, pero no fue tan
fácil… me costó un poco traerlo de regreso a la realidad.
-Disculpa…
es que… wow, me sentí genial.- me dijo volviendo en sí.
-Si ya lo
noté, ahora debemos hacer subir a la chica.
Saqué una
cuerda reforzada del bolso de equipamiento y le hice un lazo como el de los
vaqueros, era la única forma de poder subir a la infectada.
-Bien, vamos
a ver.- dije y me asomé al borde de la azotea. Abajo se encontraba la infectada
gruñiendo y mirandonos con odio. Casi pude adivinar sus pensamientos. Arrojé la
cuerda un par de veces intentando lacearla, pero fueron intentos infructuosos.
-Pfff… como
vaquero te mueres de hambre.- me dijo Sussman.- Deja intentarlo yo.
-Espera,
solo una vez más.- contesté y finalmente al tercer intento el lazo le rodeó el
cuello.- ¿Ves?, ahora ayudame a jalar.
Lamentablemente
algo no había previsto y fue que cuando jalamos la cuerda con Sussman, esta le
rompió el cuello a la infectada.
-Ugh, eso se
oyó feo… - me dijo.
-Parece que
le torcimos el cuello… no importa, sigue jalando. El zombie gruñía de forma
espantosa, realmente quería hacernos pedazos.
Una vez que
llegó arriba pudimos comprobar lo del cuello, pero ya no había mucho que hacer.
Con agilidad le cubrí la cabeza con una capucha negra y luego nos encargamos de
derribarle. Mientras pedía el helicóptero, Sussman le ataba las manos a la
espalda. Y allí quedó en el suelo mientras esperamos…. Desesperada, ciega, y gruñendo
bastante enfadada.
Posteriormente y ya de regreso en Washington me
llegó el reto por lo del cuello roto.
Según supe necesitaban a esa infectada en particular ya que se trataba de una
doctora… y algo querían hacer con ella, experimentar con algo. Pero,
honestamente hice pocas preguntas aquella vez e igualmente les sirvió aún sin
el brazo izquierdo y con el cuello roto.