miércoles, 30 de marzo de 2011

Día libre

Historia enviada por Mery Grimm desde Argentina (gracias, Mery! ^^)





















Mi primer día libre en semanas. La verdad es que lo había esperado con ansias, pero ahora que por fin llegó me doy cuenta de que no tengo nada que hacer. Cuando eres una persona tan ocupada como yo no tienes tiempo para una vida social... y aunque quisieras tenerla e hicieras todo lo humanamente posible para conseguirla, debes andarte con cuidado. Nunca sabes cuántos enemigos puedes llegar a tener y tiendes a desconfiar de cualquiera que se acerque a ti. Y cuando digo cualquiera, me refiero a absolutamente cualquiera. A veces incluso desconfío del muchacho que me trae la comida rápida a casa.

Así que me levanté temprano de la cama por costumbre y vi la televisión sintiéndome un novato en ello. ¿Cuál es la diversión de pasar la vida frente a una caja llena de colores y movimientos? Como sea, lo intenté, de veras intenté disfrutarlo... pero fue inútil. Al menos una vez al día necesito hacer algo emocionante para mantener la adrenalina a flor de piel. Yo no fumo ni bebo ni tengo adicciones en general... Pero soy una persona activa y a veces me cuesta comportarme de modo contrario.

Estaba pensando en volver a la cama y observar las manchas del techo a ver si formaban algún rostro en particular cuando un comercial atrajo mi atención. En él se promocionaba un nuevo videojuego para una consola llamada no-sé-cuánto-box y el protagonista era un periodista que debía sobrevivir no sé cuántos días en un centro comercial atestado de zombies. Las imágenes no eran demasiado claras –o tal vez yo no estoy demasiado familiarizado con la velocidad de la televisión- por lo que tan sólo capté algunas armas de fuego y una que otra motosierra... y mucha pero mucha sangre. Antes de que el comercial hubiera acabado ya estaba de camino hacia mi habitación y me deshice del control remoto echándolo hacia el sofá de la sala sin siquiera observar si aterrizaba sano y salvo.

Si hubiéramos podido demostrar que lo de Raccoon City ha sido cierto tal vez hoy no debería tener que soportar éste tipo de insultos a mi existencia. Y mucho menos en mi día libre. Cualquier tipo de ganas que hubiera tenido de hacer algo diferente se ha esfumado. Es más, creo que me ha entrado algo de sueño... Así que trataré de dormir un poco. Tal vez si cuando vuelva a abrir los ojos me levanto con el pie derecho pueda aprovechar el resto del día... que de hecho recién comienza.





Los días libres no tienen sentido cuando eres un ermitaño como yo...

LEON S. KENNEDY, 07:23 AM


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domingo, 27 de marzo de 2011

El suceso de Alex Astromonov

Historia escrita en conjunto con Gabriela Aviles (Gracias, Gabriela!)

















Nunca pensé que llegaría el día en que un simple recuerdo me estremeciera por completo.

Alguna vez tuve una amiga que ha sido lo más cercana a una hermana pequeña, su nombre era Ángela, todo comenzó un miserable día… un miserable día de despertar sexual y adolescente, sin duda ella estaba creciendo… y yo también. Recuerdo que aquel día discutimos porque me comentó que iba a salir a una fiesta rara con un grupo de amigas.


-¿No que íbamos a ir al cine?, ¿qué clase de fiesta es adonde vas que comienza a las 3:30 de la madrugada?- le pregunté incrédulo y quizás con un grado de exageración.


-Jaja, Leon eres un chico muy guapo, ¿porqué no te diviertes un poco?- me contestó sonriendo.


-Lo hago, solo que de una forma distinta a la tuya… además, no has contestado a mi pregunta.


-Mmm… lo siento, Leon, pero de querer escuchar las advertencias de mi madre, mejor me hubiera quedado en casa.- me dijo con una mirada de “no te metas” que hasta hoy no logro olvidar.

Yo le iba a responder, pero justo llegó frente a nosotros un automóvil de lujo, del cual se bajó un tipo alto, de ojos verdes y cabello rubio, solo le faltaba traer el trofeo del campeonato de fútbol americano bajo el brazo para completar el cuadro… se notaba que era popular, conocía a los de su estirpe.


-Hola, nene…- me saludó sonriendo confiadamente.- mi nombre es Alex, Alex Astromonov.


-¿Astromonov?...- pregunté con cierto sarcasmo.-… debe ser una broma.


Alex me miró con odio, luego su semblante cambió a uno de total desprecio. Posteriormente se acercó a Ángela, la tomó de la cintura y la besó en los labios… pude ver que su mano bajó un poco más allá de la cintura lo cual no se porqué… creo que me enfureció. Se fueron sin siquiera despedirse de mí y ahí quedé yo, a solas, con frío, con un nudo en la garganta, con ardor en mi estómago y jurándome a mi mismo que nunca más volvería a velar por los intereses de una amiga.

Me fui al cine esa noche, al final creo que ni vi la película en vez de eso me dormí. Para cuando desperté todo me pareció tan raro…, el cine estaba completamente vacío y sentí mucho frío, miré para todos lados y me encontraba totalmente solo con la luz encendida, al parecer la película había terminado hace rato y nadie se molestó en despertarme. Salí a la calle y caminé en dirección a mi casa, miré la hora e iban a ser ya las 2 de la madrugada de un día viernes. “Intenta divertirte” se repetía la frase de Ángela en mi mente, pero en esa época de mi vida me encontraba demasiado ajeno a la escuela, a las chicas, a los amigos y a todo en general, lo que para algunos era “cool”, para mí era mucho más “cool” hacer lo opuesto. En medio de esos pensamientos me encontraba cuando de pronto una gran camioneta negra pasó junto a mí y comenzó a andar lentamente, yo la miré de reojo pero no hice nada más que continuar caminando despreocupadamente. De pronto se bajaron 3 tipos y me subieron arriba a punta de golpes y patadas. Arriba no pude ver mas que figuras negras ya que no distinguía bien a causa de la luz, me pusieron una cadena alrededor del cuello y uno de ellos comenzó a apretar con fuerza, casi me sacó la cabeza el muy maldito, mientras recibía golpes en mis costillas y en mi estómago.


-¡Del jefe no se burla nadie!, ¡nadie!, ¿entiendes?- me gritó uno de los sujetos que a luz de lo que pude distinguir parece que le faltaban un par de dientes.


-Es por ello que te ha invitado a su “fiestecita”… jejeje- me dijo otro. Antes de quedar inconsciente.


Volví a despertar aún estando arriba de la camioneta, creo que no había pasado mucho tiempo desde que me desmayé, finalmente llegamos aun sitio eriazo que luego descubrí ni más ni menos que se trataba de un cementerio abandonado. Me bajaron de la camioneta y me llevaron a un lugar apartado, yo pensaba que iba a morir... estaban de moda los secuestros al azar en los Estados Unidos por esos años así que pude ver mi nombre en los noticieros como otra víctima de asesinato. Para mi sorpresa llegamos hasta una enorme fogata color verde en donde me esperaba mi amiga Ángela y además Alex Astromonov.


-Jeje… no pareces tan rudo ahora, ¿eh, nene?- me dijo Alex.


-Dile a tus novias que me suelten y lo verás.- le contesté.


-Jaja, mis novias… ¿y tú?, ¿te gustaría ser mi novio?...- me preguntó acercando su rostro al mío, tanto que casi me besó en los labios.-Mmm, no. Solo tu sangre bastará.- dijo finalmente alejándose unos pasos.


-Ángela, ¿Qué mierda es esto?- le pregunté.


-Somos la secta de la que tanto se habla en la escuela, Leon. ¿Recuerdas los animales muertos y las profanaciones?, esta noche iremos un paso más allá e invocaremos al mismísimo diablo.


-Y yo que me preocupaba por ti…- le dije decepcionado.- estos orates te han lavado el cerebro.


-Considérate afortunado, nene…- me dijo de pronto Alex.- tu muerte será apenas y dolorosa, no sufrirás nada… producto del desangramiento, va a ser como si te quedaras dormido.


-Gracias, no podía esperar menos de alguien con tu apellido- contesté incrédulo.

Uno de los sujetos se acercó con un cuchillo y me hizo un corte en mi brazo izquierdo, la sangre que brotó fue vaciada en una copa dorada, en ese momento si me preocupé ya que me podía desangrar de verdad si esos lunáticos hablaban en serio. Posteriormente Alex recibió la copa dorada y comenzó a recitar unas palabras extrañas e inentendibles, pero de tintes francamente demoníacos, luego arrojó parte de mi sangre a la fogata verde y quedé estupefacto al ver cómo la fogata creció de forma extraña y sobrenatural pasando del color verde a uno violeta, sus llamas eran enormes y parecían luchar por querer llegar hasta las estrellas, luego Alex volvió a repetir aquel extraño monólogo y nuevamente vertió el resto de mi sangre a la fogata. La reacción fue igual de increíble que la anterior y todos nos asustamos al ver como cambió del violeta a un color rojo intenso mientras que las llamas se elevaron asombrosamente y parecían luchar con violencia para liberarse. Todos nos encontrábamos absortos y paralizados ante el espectáculo cuando de pronto la fogata pareció estallar y de ella emergió una figura luminosa que se metió al cuerpo de Alex Astromonov. El muchacho comenzó a retorcerse de forma salvaje y a dar saltos verdaderamente espantosos. Los demás tipos salieron huyeron y gritando mientras que Ángela apenas pudo mover un músculo producto del terror, lentamente comenzó a retroceder unos pasos con la intención de arrancar.


-Ángela… ¿qué le está sucediendo?, debemos ayudarle… tú eras parte de esto, ¿qué sucede?- le preguntaba, pero ella solo miraba bastante asustada.


-Yo… yo... no sé…- dijo finalmente para luego salir corriendo a toda velocidad junto con los demás tipos.


Alex detuvo sus convulsiones pasado unos segundos y finalmente se quedó inmóvil ahí en el suelo. Me acerqué cautelosamente después de vencer mi temor y le hablé varias veces, pero no contestó… no me atreví a acercarme más para moverlo.

Ángela se retiró de la escuela, creo que después de unos meses quiso buscarme, pero yo no quise volver a ponerme con contacto con ella, me encontraba demasiado shockeado aún. Uno a uno los alumnos miembros de esa secta fueron yéndose de la escuela, algunos fueron arrestados por la policía incluso tras esclarecerse lo sucedido en aquel viejo cementerio abandonado.


Cementerio que hasta el día de hoy guarda entre sus tierras el ataúd y el cuerpo de Alex Astromonov, joven fallecido a las 3:30 de la madrugada tras ser poseído por una entidad desconocida una noche de invierno.





......

LEON S. KENNEDY, 03:31 A.M.



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jueves, 24 de marzo de 2011

Una de esas tardes

Historia enviada por Karen Wohlmuth desde México (gracias!) ^^



















El otro día me pasé toda la noche sin dormir y desperté al día siguiente vestido con mis ropas y un terrible dolor de cabeza. Salí a la calle decidido a perderme en mis pensamientos y hacer más llevadero el día a día. Me senté en un parque para ver morir la tarde y fue en ese instante cuando una escena de pronto se me hizo demasiado familiar, me quedé en silencio contemplando a un hombre que vendía globos bajo un árbol, de pronto se acercó una madre con un niño de unos 5 años.

-¿Quieres uno, pequeño?- le preguntó la madre. A lo que el niño contestó que “si” con la cabeza.


-Bueno… ¿Cuál quieres?- preguntó la madre sacando su billetera.


-El… el azul.- respondió el pequeño niño mientras agachaba un poco la cabeza.

La madre pagó y posteriormente le dio el globo al niño, en ese momento el pequeño abrió sus ojos y su boca completamente asombrado, luego esbozó una enorme sonrisa y gritó:

-¡Gracias, mamá!


Me quedé prácticamente sin aliento, inmovilizado ante tal escena. Luego pasó que me vi a mi mismo caminando, tomado de la mano de alguien mucho más alto que yo… eran gigantes, de pronto me quedé viendo un montón de globos y hubo uno que me gustó mucho, uno rojo y grande que era muy bonito. Me metí la mano a la boca y el gigante me la sacó suavemente.

-No hagas eso, Leon… te vas a enfermar y se ve feo…- me dijo una voz femenina con un dulce tono de voz. Pero yo no le presté demasiada atención sino que seguí mirando a los globos con mi boca abierta.


-Ah, ¿quieres uno de esos?- me preguntó la voz de mujer.


-Vamos a ver, campeón- me dijo de pronto una voz ronca y masculina, luego una enorme mano me sacudió el cabello suavemente y lo despeinó.- ¿Cuál quieres?


-El… el… el rojo.- respondí con una voz que no era mi voz… ¿o si la había sido en algún momento? El gigante que vendía los globos se agachó y me entregó el rojo que yo había pedido, luego la enorme mujer me tomó la mano y continuamos nuestro camino.


-Oh…- exclamé de pronto bastante emocionado, abrí mi boca y mis ojos llenos de felicidad y sonreí, luego dije:-¡gracias mamá, gracias papá!


-Leon, porqué no vas a jugar con tu globo mientras yo y tu mamá arreglamos un asunto.

Asentí con mi cabeza y posteriormente me alejé muy feliz con el globo rojo en mi mano, empecé a agitar mi globo hasta que de repente se me resbaló y se fue volando. Ahí me senté de pompas en el suelo y empecé a llorar mientras veía como se alejaba en el cielo.


-Ah, Leon… no, no llores es solo un globo. Ahora te compro otro.Ambos gigantes sonrieron y al cabo de unos minutos yo me encontraba en brazos de uno de ellos y me entregaban otro hermoso globo color rojo.


-Ya no llores, peque.- me dijo el que tenía voz de masculina. Tomó el hilo del globo y me lo amarró a la muñeca de mi brazo.- ¿Ves?, ahora nunca se apartará de ti.


Comencé a agitarlo nuevamente con todas mis fuerzas y sentí por un momento que el globo se iría volando otra vez, pero llevándome consigo, así que empecé a jugar a que volaba por los aires sujetado al globo. No sé porqué de pronto me emocioné más de la cuenta y volví a la realidad. Recuerdo que me paré de la banca y me acerqué a aquel pequeño que estaba con el globo azul junto a su madre. Lo agitaba muy fuerte.

-Espera, no lo agites tan fuerte…- le dije sonriendo.


-¿Y porqué no?- me preguntó.

En ese instante me agaché para quedar a su altura y le até el hilo del globo a su muñeca.

-¿Lo ves? Ahora si lo puedes agitar, sino se hubiese ido volando… y no querrás que salga volando, ¿verdad?


-¡Gracias!- me dijo el niño sonriendo.- ¿quieres jugar conmigo?


-¿Eh?...


-Vamos, ¿juegas?


De pronto me acordé que junto a él estaba su madre, quien me miraba como si yo fuera una especie de psicópata.


-Amm… no, no puedo, pequeño…- contesté y me puse de pié rápidamente para luego alejarme con mis manos metidas en los bolsillos.


Al pasar junto al hombre que vendía globos no pude evitar detenerme y comprar uno. Compré uno rojo, uno de los más grandes. Sonreí con cierto dejo de nostalgia y lo agité un par de veces para luego simplemente soltarlo y dejarlo ir… directo a los cielos.









... ¿donde estarán mis padres?

LEON S. KENNEDY 02:02 A.M.


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miércoles, 9 de marzo de 2011

A 14 minutos











Gas.


Debí imaginarlo…

La toxina ha sido liberada en mi cuerpo a través de un derivado del G-Virus en gas. Conocí sus efectos hace un par de años cuando no pasaba de ser una sustancia alucinógena… describí aquella horrible experiencia en mi diario aquella vez. Sin embargo ahora… no contaba con que Preston utilizara este agente contaminante contra mí… si no consigo el antídoto moriré y me convertiré en un zombi.

Preston ha huido por las escaleras, han pasado apenas unos segundos y mis sentidos ya comienzan a jugarme una mala pasada. Corro tras él a toda velocidad escaleras abajo, pero no puedo sentir mis piernas… doy enormes zancadas que me desestabilizan por completo y me obligan a agarrarme firmemente del pasamanos derecho. Soy tan estúpido… debí suponer que Preston ocuparía esto como arma y que no se iba a dejar arrestar tan fácilmente. Me enseñó el antídoto mofándose de mí antes de huir, es la única chance que tengo para salir de esta… debo correr, debo correr….

No puedo sentir mi cuerpo, pareciera que estoy flotando… vamos, estúpido no te distraigas, concéntrate,… que ya estas en la planta baja y ahí se encuentra la puerta trasera del edificio por donde ha huido Preston. Salgo a la calle y sobre mi se encuentran las estrellas que parecen acecharme cuales garras que brillan en la oscuridad. Cierro mis ojos para no dejarme llevar por la extraña visión. Vamos, maldito debilucho… no sigas perdiendo tiempo. Preston se ha dirigido al muelle, allí le están esperando para huir en bote. Todo me da vueltas… de pronto veo su silueta adelante… ahí está él, mofándose de mí… todo es tan simple ahora, todo es cosa de dispararle y liquidarlo para obtener el antídoto…, saco mi arma y le apunto, el muy necio continúa sonriendo… le doy tres tiros y no cae al suelo ¿será que es un infectado también? Un momento… quizás es irreal, cierro mis ojos y los vuelvo abrir… me doy cuenta que en realidad no estaba ahí. Con la mayor de las frialdades me doy cuenta que las alucinaciones han comenzado… luego me harán olvidar cualquier rastro de memoria y no dejarán en mí ningún despojo de lo que solía ser… me empujarán a la locura y al canibalismo, quizás no me de ni cuenta para cuando me invada el irrefrenable deseo de comerme a una persona normal. Continúo avanzando a toda velocidad en dirección al muelle y vuelvo a distinguir otra sombra… esta vez parece que en verdad es Preston… un estruendo llega a mis oídos, similar al lejano ruido de un disparo… un ardor en mi hombro izquierdo hace que me fije en él y lo sujete con mi mano derecha. Sangre, mi mano se encuentra manchada con una oscura sangre roja, esa sombra… me ha disparado, el muy maldito… caigo al suelo y las estrellas continúan ahí, siempre lo han estado y siempre lo estarán, pareciera que la muerte de los seres humanos no es algo que les importe mucho… me desvanezco… de todas formas prefiero morir que convertirme en un zombi. Esta vez he perdido, no hay salvación…


Oh, por Dios…. Esto es un milagro, Chris Redfield está en la esquina de junto… ¿Qué estará haciendo aquí?

















-¡Chris!- le grito.- ¡Redfield!, ¡por acá!


-Hola, Kennedy.- me contesta a la distancia.- es una linda noche ¿no?


-Me han dado, Chris, por favor ¡no dejes que se escape!…


-¿Eh?, ¿Quién te ha dado?- me pregunta con una alarmante tranquilidad.


-El bio-terrorista Preston Fox… ¡por favor!, ¡detenle!... está yendo hacia el muelle…


-Mmmm… ¿ves lo que sucede cuando ustedes se meten donde nadie les llama?- me contesta.-De haberle dejado a la B.S.A.A. las cosas que son de la B. S. A.A. aún tendrías años de vida por delante y no estarías ahí agonizando…, bueno. Mejor suerte para la próxima, debo irme ya…


-¡Espera, Chris!, ¿Qué sucede?...- le suplico desde el suelo.- no me dejes…


Sin embargo se ha ido ya, y yo he quedado completamente a solas. Me cuesta respirar ahora, un sopor adormece mis ojos… ya no puedo resistirme a la muerte…
















-¿Eh?, ¿Leon?, ¿Qué haces muriéndote aquí?- me pregunta de pronto alguien que me observa inclinada hacia abajo, de pronto reconozco su rostro…es Ada Wong.


-Ada… ¡por favor ayúdame!, me estoy muriendo…


-Es una muerte bastante miserable la que te ha tocado.- me dice sin inmutarse.- Te lo dije tantas veces, no sacas nada con sacrificarte por los demás, ¿ves como ahora nadie viene en tu auxilio?


-¡Por favor, necesito que me lleves a un hospital!...


-Lo haría, pero dentro de poco me vendrán a buscar… lo lamento mucho, Leon. Siempre fuiste muy lindo conmigo, lástima que te tocara morir como a un perro.


Ada se alejó caminando tranquilamente a través de la oscuridad de la noche. De a poco intento ponerme de pie, pero no puedo conseguirlo, mis fuerzas me han abandonado y dentro de poco mi vida también lo hará. Comienzo a revolcarme en el suelo para encontrar algún apoyo y así ponerme de pié pero todo parece inútil. A unos cuantos metros de distancia están Claire Redfield e Ingrid Hunnigan observándome.












-Claire… ¡gracias a Dios!, por favor… Hunnigan… ayúdenme…


-Pobre sujeto… dijo de pronto Claire, le han dado en el hombro, debemos ayudarle…


-¿Lo habrán asaltado?- preguntó Hunnigan mientras se acercaban a mí.- Quizás sea una trampa, hoy en día los delincuentes hacen cada cosa.


Mientras ambas se acercan con cautela hacia mí, yo contemplo el cielo nocturno y fantaseo con aquellos días gloriosos en donde lograba recuperarme y esquivar a la muerte una vez más, aquellos días lejanos… días perdidos… de otro tiempo… de otro lugar…


Así es como recuerdo aquel día en el que estuve a solo 14 minutos de morir, las partículas y las toxinas del virus no viajan a una velocidad tan rápida gracias a Dios una vez estando en la sangre, es una de las contras que tiene su derivado en gas. Al cabo de una semana lograron limpiar por completo mi organismo y pude recuperarme. Aquel día siempre lo recuerdo en un eterno “presente”, las alucinaciones que tuve mientras estuve ahí prácticamente agonizando hasta que dos personas se apiadaron de mí, los temores que sentí, los errores que cometí, toda la locura que pasó por mi cabeza allí..... a 14 minutos de mi muerte.








Ya nos veremos, Preston...

LEON S. KENNEDY 01:34 A.M.


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jueves, 3 de marzo de 2011

Las plagas

Final elegido: H E R O E


















Mis ojos observaban su pistola mientras calculaba mentalmente cuánto tardaría en llegar a ella antes de que él pudiera halar el gatillo, creo que él me observaba de la misma forma.


-No seas testarudo… trata de entender.- me volvió a repetir.


En ese momento me abalancé sobre él para quitarle el arma, pero la jugada fue bastante estúpida ya que logró esquivarme hábilmente aplicándome una llave que casi me arranca el brazo de su lugar.


-No quiero pelear contigo, Kennedy. Pero no me estás dejando más opciones.- me dijo mientras me torcía el brazo con mucha fuerza.


-Haz lo que tengas que hacer… lo mismo haré yo.- le contesté y gracias a un truco aprendido en la academia logré girarme por completo para propinarle un cabezazo en todo el rostro. El retrocedió un par de pasos sobándose la mandíbula.


-Te permití ese golpe solo porque probablemente creías que me lo merecía…, pero será mejor que no te entrometas en mi camino.- luego volvió a levantar su arma en dirección a Rose.

Volví a tomarle del brazo para intentar arrebatarle el arma, pero con su pié derecho me desestabilizó y me arrojó al suelo con violencia.


-Dije solamente “ese golpe”. Será mejor que no me pruebes, Leon.


Le respondí con una patada en la rodilla, mientras que con mi otra pierna lo enganché derribándolo fácilmente, el arma cayó junto a mí y no dudé en apuntarle mientras me ponía de pie cautelosamente.

-No es muy lindo que te apunten con una pistola, ¿no es así?- le dije.- Sobre todo porque habla muy mal de quien lo hace… y así era como te veías tú.


- Quizás sea cierto que ya estás loco… ¿ahora me vas a matar?... ¿no crees que esto ya se vuelve un poco bobo?- me preguntó poniéndose de pie también.


-No te mataré… sabes muy bien que no te dispararé, pero es necesario que reacciones.- le dije mientras bajaba la pistola.- Eres un tipo que ha peleado verdaderas batallas y sorteado los obstáculos más difíciles que alguien pueda concebir. Estuviste dentro de las primeras personas que conoció el horror en los bosques de Raccoon City enfrentando a la muerte cara a cara. Podrás creer que yo estoy loco por las cosas que te habrán dicho de mí sobre Ashton, pero amigo mío… te garantizo que este trabajo puede enloquecer a cualquiera, incluso a ti.


-No sé a que viene esto, tú sabes que hay órdenes que debo seguir…- me contestó.


-A la mierda con esas órdenes… cuando nuestro corazón sabe lo que es correcto y lo que no, las órdenes no hacen más que estorbarnos. Por ese motivo no puedo dejar que mates a esta niña cuando existe la oportunidad de salvar su vida y la de millones… no hay orden que borre ese sentimiento y esa verdad de mi corazón porque sé muy bien que es lo correcto, y sobre todo porque tú también, Redfield,… sabes que es lo correcto.


Chris apoyó su espalda contra el muro y pude notar que observaba al suelo en busca de algo que le despejara la confusión que tenía en la cabeza.


-Diablos…- exclamó finalmente acercándose a la entrada donde el soldado se encontraba vigilando para chequear el panorama.- Bien, este es el plan... le hablaré a Hunnigan para que me permita tener comunicación con algún amigo tuyo que pueda venir a sacarte en helicóptero bajo una excusa que no levante mayor sospecha.


-¿Mmm… acaso Hunnigan sabía también que lo del bombardeo era un engaño?


-Así es,… una pena, ¿no?


-Me rompe el corazón- contesté con cierta ironía.


Acto seguido Chris habló con Hunnigan a través del intercomunicador pidiéndole contactar a mi viejo amigo Michael Sussman, por ahí dicen que más vale tener amigos que dinero y en el caso de Sussman se puede aplicar completamente. Le expliqué la situación en tiempo récord y prometió hablarle a un amigo canciller de un país europeo cercano a donde yo me encontraba atrapado para enviar un helicóptero de rescate lo más pronto posible: o sea en aproximadamente 1 hora y media más en un punto acordado cerca de la frontera Este. Antes de salir de la habitación le devolví a Chris su arma.


La salida de la fortaleza no estuvo exenta de dificultad, los infectados armaron una ingeniosa trampa que se activaba a través de un mecanismo en el piso justo antes de llegar a la salida. Unas estacas se dejaron caer sobre nosotros, Rose salvo ilesa gracias a su pequeño tamaño, Redfield y yo logramos pasar al otro lado, pero el soldado que nos acompañaba sufrió un golpe en su pierna que lo tumbó al suelo. Unos infectados venían tras nosotros acercándose a pasos agigantados con antorchas en sus manos. “Nadie debe morir hoy” me dije a mi mismo y fui en ayuda del muchacho, por suerte Redfield me cubrió eliminando a los infectados uno a uno con certeros tiros en la cabeza. Sin embargo, no alcanzamos a ir muy lejos… un grupo de infectados liderados por un orate en túnica negra nos cerró el paso.


-La niña nos pertenece.- dijo el líder.- No irán a ningún lado.

Estábamos acorralados, cercados por un grupo de infectados armados peligrosamente que no dudarían en matarnos a sangre fría si no entregábamos a Rose. Chris me miró nervioso y sutilmente me hizo el gesto de desenfundar su arma para abrirnos paso a tiros, pero no teníamos absolutamente ninguna posibilidad de alcanzar a avanzar siquiera un metro antes de que nos acribillaran ellos a nosotros. Finalmente antes de ceder por completo a la desesperación me detuve a usar el cerebro y tras considerar las variables y los sucesos uno por uno en busca de una salida… logré encontrar una solución gracias a la lógica


-¡Atrás, retrocedan!, ¡retrocedan o asesino a la niña!- grité enfurecido mientras encañonaba a Rose.-¡ Abran paso o les juro que le vuelo los sesos!


Para mi alivio los infectados se mostraron bastante asustados y desconcertados ante la amenaza, y es que hubieron muchos detalles que me hicieron pensar que el cautiverio sufrido por la niña y los planes de trasladarla posteriormente hacia otro lugar venían de una necesidad por mantener a Rose con vida al menos por un poco de tiempo más. La estrategia surtió efecto y logramos retirarnos de ahí, de todas formas fuimos seguidos por un grupo de ellos a la distancia, nos acecharon un buen tramo del camino esperando cualquier desconcentración nuestra para atacar.

Llegamos al fin hacia el punto de rescate y no pasaron muchos minutos hasta que comenzamos oír el sonido de las hélices y posteriormente ver al helicóptero acercarse por el cielo. Debí adivinar que Sussman tomaría todas las precauciones del caso… desde la lejanía un militar acabó con los infectados que venían tras nosotros gracias a una metralleta montada en la nave. En ese minuto por fín logramos respirar.


-¿Algún recado para Claire, Leon?- me preguntó Redfield de la nada mientras contemplábamos al helicóptero descender sobre los campos.


-¿Mmm… porqué lo dices?, ¿adonde vas?


-A ningún lado.- me contestó y se volvió hacia mí.- Estoy cerca de la frontera Este donde me espera gente de la B.S.A.A…. deberé dar muchas explicaciones, pero no me importa, ¿sabes porqué?...


-¿Porqué?


-Porque hice lo que tenía que hacer, hice lo correcto…-me contestó de forma sincera y honesta.-Vamos, tienes un helicóptero que abordar…













Efectivamente la nave se había posado sobre la tierra y el militar a bordo ayudaba a subir al soldado herido. Miré una vez más a Redfield y comprendí que era el momento del adiós, estreché su mano y sin cruzarnos palabra alguna nos separamos, yo hacia el helicóptero junto con la pequeña Rose y él hacia la frontera. Una vez estando arriba volví a sonreír pensando en el recado que no le mandé a decir a su hermana Claire…


Y sobre Hunnigan,por estos días no quiero volver a saber de ella.








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