lunes, 23 de agosto de 2010

Un mal sueño... o quizás no.


















Esto muchas veces suelo recordarlo como una pesadilla que alguna vez tuve... o como algo que verdaderamente me ocurrió, me pregunto si acaso no estaré enloqueciendo...





Hace unos cuantos años tuve la oportunidad de trabajar en el control fronterizo de Pensilvania. Me tocó estar ahí en pleno verano y fui asistido por Fred Hoffman. Un hombre de modales rudos, pero que hizo lo posible por enseñarme en que consistía su labor antes de desear haberle volado los sesos.


-Lo importante de este trabajo, Kennedy, es confiar en tu instinto.- me dijo.- Cualquier detalle, por ínfimo que éste sea puede cambiar las cosas.


-Entiendo.- contesté sofocado por el agobiante calor húmedo.


De pronto y sin yo haberme dado cuenta Fred ya estaba haciendo detener un automóvil junto a la carretera, en su interior iba un hombre calvo de alrededor de 40 años, una mujer y un niño que venía durmiendo con su brazo enyesado.


-Buenas tardes, somos de la patrulla fronteriza.- se presentó mi mentor ante la familia.- señor, ¿tiene los documentos del automóvil?


-Sí, claro.- respondió el hombre y de la guantera sacó varios documentos.


Pude ver como Fred miraba a la mujer de arriba abajo, hubiese apostado que la estaba desnudando con la mirada. Finalmente el hombre le pasó los documentos.


-Bien… ¿piensan estar muchos días en Pennsylvania?- le preguntó.


-Eee… no, no mucho… solo algo corto…


El hombre se veía bastante nervioso, y era tan evidente que hasta el simplón de Fred pudo notarlo.


-¿Pasa algo, señor?

-No… nada, ¿por qué pregunta?


-Me parece que está un poco pálido…


-Es que llevamos prisa.- interrumpió de pronto la mujer.- No entiendo porqué nos han detenido mientras otros automóviles pasan sin problemas junto a nosotros, ¿podemos irnos ya?


Fred observó a la mujer y luego me observó a mí. Yo tenía cara de “ella tiene algo de razón”, pero igualmente Fred optó por complicar aún más las cosas, y paradójicamente fue la mejor opción.


-Señorita, por favor descienda del automóvil…- ordenó de pronto mi tutor.


La mujer se resistió y también su esposo, pero en pleno desierto y frente a la policía mas vale obedecer. Finalmente así lo entendió la mujer aún cuando Fred le pidió que se volteara hacia el automóvil y abriera sus piernas para ser registrada. Yo me puse junto a él teniendo la leve sospecha de que esto no significaba nada bueno.


-Si tiene algún arma, más vale que me lo diga en este instante…- le dijo Fred mientras comenzaba a registrar a la mujer lentamente.


-No tengo nada, ¿qué se ha imaginado?....está solo buscando una excusa para hacer esto…- dijo la mujer.


Pude ver la impotencia del esposo al ver, al igual que yo, cómo mi tutor se estaba propasando con su mujer. Sus manos recorrían su cuerpo por zonas que nada tenían que ver con el procedimiento oficial y pasaba lentamente por ahí a propósito. Indignado llevé mi mano a la pistola que portaba a la derecha de mi cintura decidido a terminar con el abuso cuando no se porqué razón mis ojos se detuvieron en el niño. Bajo el yeso pude ver que caían unas gotas de sangre y su rostro demacrado parecía volver de la muerte… una visión tan familiar, tan repetida, tan personal,… tan mía….

Se me heló la sangre al ver sus ojos en blanco cuando despertaba de su aletargado sueño, casi instintivamente cogí el arma y le apunté entre los ojos. Todo parecía andar ahora en cámara lenta… el hombre al interior del vehículo salió hacia fuera sin saber qué pasaba, la mujer aterrada me gritó algo, pero no recuerdo que era, y Fred solo retrocedió unos cuantos pasos creyendo que yo había perdido la razón.


-¿Qué mordió al niño en el brazo?- pregunté.- ese yeso es falso, están simulando una herida…. ¿qué le ha mordido?


-¡Un perro!, ¡por el amor de Dios mi hijo está enfermo!, ¡déjenos ir!- exclamó el padre.


-Si los dejo ir… es probable que mucha más gente enferme… señor, solo cálmese…- dije sin apartar mi pistola de la cabeza del niño.- Fred, pide refuerzos… y una ambulancia.


-¿Kennedy estás loco?, ¡baja esa maldita arma!


De la nuca del niño salió un tentáculo que rompió su cabeza y se abalanzó sobre la mujer, casi puedo decir que el disparo no lo di yo, sino mis reflejos. La bala perforó la repugnante extremidad partiéndola en dos y la mitad que cayó al suelo continuó moviéndose por varios segundos hasta quedarse quieta por completo. La mujer se desmayó.

El hombre respondió varias de mis preguntas mientras atendiamos a su mujer y llegaba la ambulancia, el niño había sido mordido en el estado de junto en medio de un brote del temido virus G en un hospital, y asustados decidieron volver a casa con su hijo lo más pronto posible sabiendo de antemano que las autoridades no iban a dejar que el niño viajara estando contagiado con algo grave.


Me pregunto qué hubiera hecho si el tentáculo no hubiera asesinado primero al niño….

Y qué ganas tuve de haberle metido una bala a Fred en medio de aquel solitario desierto….






...no estoy completamente seguro de que él tentáculo haya matado primero al niño...

LEON S. KENNEDY 01:47 A.M.




Creative Commons License
El diario de Leon S. Kennedy by Marcelo Carter is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.

lunes, 2 de agosto de 2010

Los demonios que me conducen
















Los demonios que me conducen se me presentan como mis mejores amigos. Me enseñan momentos gratos y alegres de ciega felicidad. Consumen mi vida como si se tratara de un cigarrillo… luego me arrojan al suelo y me pisan.

La única vida que conozco es la que ellos me han presentado, en donde no tengo espacio para el amor ni para formar una vida normal. Cualquier cosa que emprenda o desee realizar se verá pronto rodeada por la muerte y la infelicidad.

A veces envidio la suerte de otros, aquellos que no tienen nada que aparentar. No suelo sentirme cómodo tan a menudo… excepto quizás cuando con mi arma debo apuntar.

Quizás ya sea hora de irme a donde pertenezco. Aquel mundo lúgubre y siniestro que me espera. En él yo tengo mi trono y lidero hordas de enfermedad, putrefacción y tinieblas…

En este lugar soy el rey y mis súbditos todos quienes se han cruzado en mi vida. Ellos me conocen, ellos saben quien soy, ellos comprenden mi vida y la valoran. Yo quité la vida de todos ellos y en ese lugar me recompensan. Pero es una recompensa-castigo….

Me encadenan a mi trono…. Grito y nadie puede oírme….

Entonces planeo expander mi dolor…. Con ellos ascenderé hasta la tierra, todos me verán ascender, todos quienes me conocen y quienes alguna vez se burlaron de mí… me verán ascender en mi trono… y arrasaré con todo y con todos…














Será una recompensa, pero a la vez mi castigo….


No he elegido este camino, los demonios que me conducen fueron quienes me eligieron primero.


-------------------------------------------------------------------------------

Pequeño escrito (uno de tantos) que escribí en mi adolescencia, a este le puse "los demonios que me conducen". Lo he puesto en mi diario porque de algún modo se me hace interesante, recuerdo que lo escribí después que una chica me rechazó, jej. El primer dibujo es un retrato que una amiga de la secundaria hizo de mí, salgo mas joven, pero es muy estilizado para mi gusto....



----------------------------------------------------------------------------



... Vaya que si me pasaban cosas en mi adolescencia... espero que nadie mas lea esto...

LEON S. KENNEDY 01:23 A.M.


Creative Commons License
El diario de Leon S. Kennedy by Marcelo Carter is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.